Relectura de una leyenda en clave experimental
[Crítica]: ‘Atarrabi eta Mikelats’
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Eugène Green firma una exótica y muy personal lectura de la leyenda de Atarrabi y Mikelats, una crónica fantástica que –tal y como dictan los designios católicos que siempre reinterpretan a su gusto lo que nació herético– nos presenta a la diosa Mari en la disyuntiva de enviar a sus dos hijos humanos a la universidad del Diablo y a sabiendas de que tan solo uno de ellos regresará de la caverna ilustrada, mientras que el otro prolongará su encierro interminable atesorando sabiduría entre bocanadas de azufre.

A Green se le intuye fascinado por los espacios naturales que atrapa con su cámara e incluye diferentes elementos que actualizan dicha leyenda relativa a dos hermanos que tienden a representar el bien y el mal y desarrolla una historia atemporal, con personajes que parecen atrapados en un limbo perpetuo, y cuyo tempo pausado requiere de una paciencia digna de Mefistófeles aguardando la firma de Fausto.
A ratos marciana y en otras reflexiva, ‘Atarrabi eta Mikelats’ pertenece en su apariencia a ese tipo de cine experimental de alto riesgo que delega en el espectador la lectura de una historia de corte onírico y en el que tanto los actores como los diálogos parecen un tanto encorsetados.