Cuando algo nace y crece en mitad de la nada
[Crítica]: ‘The World to Come’
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Seis años depués de filmar aquel interesante pero errático sicodrama titulado ‘The Sleepwalker’, Mona Fatsvold regresa con un western íntimo en el que adquieren pleno protagonismo dos mujeres que inician una relación sentimental en un entorno físico, social y moral agreste.
Escenificada en unos fastuosos paisajes naturales y en punto perdido en mitad de la nada de la frontera de la costa este estadounidense de mediados del siglo XIX, ‘The World to Come’ toma como base argumental y guía la novela homónima de Jim Shepard, y se revela como un filme en el que imperan la palabra y los gestos.

En su guion topamos, además del propio escritor, a Ron Hansen, otro escritor cuya novela ‘El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford’ también inspiró una película de similar intención a la hora de subvertir algunos códigos del western.
Decía que la palabra impera en esta segunda película de la cineasta noruega porque la onmipresente voz en off de la actriz Katherine Waterston dicta la ruta por la que transcurre el relato de manera exagerada.
Por otro lado, los gestos –esta vez mucho más efectivos– se revelan como algo necesario a la hora de definir la relación que comparten las dos granjeras encarnadas por la propia Waterston y Vanessa Kirby, la cual comienza a cobrar forma a través de roces fugaces y furtivos.
A distancia prudente topamos con los maridos de ambas protagonistas, interpretados por un Cassey Affleck que vuelve a recurrir a su personaliad más afectada y un Christopher Abbott que dejará entrever esa carga de violencia telúrica que nace y crece en sus entrañas.
Cálida y dolorosa, la película tiene sus bazas principales en las excelentes interpretaciones brindadas por el cuarteto actoral, un estilo visual muy depurado y un trazo sensible exquisito.