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El monumental documental sobre la mujer

WOMAN
Estado francés. 2019. 105’. Dir.: Anastasia Mikova y Yann Arthus-Bertrand. Guion: Anastasia Mikova. Prod.: Yann Arthus-Bertrand, Fabienne Calimas y Jean Yves Robin/ Hope Productions. Int.: Norma Bastidas, Gabriela Melgoza, Shantel Nasir, Virginie Raisson y Aleksandra Orbeck-Nilssen.

Más de 2000 mujeres han sido entrevistadas en 52 países de todo el globo. (NAIZ)

La periodista y documentalista de origen ucraniano Anastasia Mikova ha contado con el apoyo táctico del productor, fotógrafo y ecologista Yann Arthus-Bertrand, con experiencia previa en documentales globales. El esquema aglutinador presente en ‘Woman’ (2009) ya lo había ensayado en el documental medioambiental ‘Home’ (2009) y en el sociológico ‘Human’ (2015).

Pero para completar la tercera entrega de la trilogía, por estar dedicada integramente a la mujer, necesitaba que una colega cogiera las riendas. No ha sido ningún regalo, sino un encargo lleno de exigencia y responsabilidad. El trabajo coordinado por la Mikova ha sido descomunal, un desafío titánico de tal envergadura que la etiqueta de documental monumental está más que justificada.

La ucraniana se puso al frente de un equipo formado por otras cinco periodistas más, entre las que llegaron a realizar más de 2.000 entrevistas a mujeres anónimas en 52 países de todo el planeta. Teniendo en cuenta que cada entrevista dura entre dos y tres horas, la revisión y edición de tanto material disponible para completar un montaje final de una hora y tres cuartos de duración fue una auténtica locura, máxime sabiendo que consiguieron terminar la posproducción de la película en apenas un año.  

El que la audiencia no se disperse y esté atenta a la pantalla en todo momento ya es un milagro en sí mismo, gracias a que el conjunto resulta coherente y del todo cohesionado. El caudal de testimonios nunca llega a abrumar, por obra y gracia de una buena organización de temas.

La sucesión de rostros parlantes sigue un ensamblaje y un encadenamiento muy fluido, de tal forma que las caras y voces se van yuxtaponiendo hasta provocar un efecto coral perfectamente armonioso. A una sonrisa le sigue otra y otra, y otra más, como en una cadena humana de clamor feminista.