Fútbol para todos los públicos
Con el título «De la idea al concepto» y dentro de las jornadas organizadas por Kirolene, José Luis Mendilibar ha departido con Iñaki Tejada sobre su visión del fútbol y su experiencia de tres décadas en los banquillos.
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«Te entiendo cuando hablas de fútbol». Así ha cerrado Iñaki Tejada la charla que ha mantenido con José Luis Mendilibar, bajo el título "De la idea al concepto" dentro de las jornadas sobre el fútbol vasco que se desarrollan en Durango hasta mañana, organizadas por Kirolene. Todo un piropo para el técnico zaldibartarra. Por algo «sencillo» es una de las palabras que más se repite en su discurso y no por casualidad ayer, en la rueda de prensa con la que se despidió del Eibar, destacó que su sustituto en el banquillo azulgrana «va a encontrar sencillez, frente a la parafernalia que hay hoy en día en todos los aspectos».
El suyo es un fútbol para todos los públicos. Para el que quiere ver a sus equipos y para el que quiere escuchar lo que dice. «A veces escucho al entrenador que está al lado mío y pienso, “ostras, ¿ya le entenderán sus jugadres? Imagino que sí –se ríe–. Igual es que tengo sesenta tacos y me he quedado atrás pero me gusta ser claro para explicar, utilizar palabras sencillas».
También es lo que pide a sus futbolistas sobre el verde y, paradójicamente, puede que ahí resida la mayor complejidad. Ya decía Johan Cruyff que jugar un fútbol sencillo es la cosa más difícil que hay. Para Mendilibar, sobre el campo, «lo más importante es mover el balón rápido y hacerlo sencillo» y para conseguirlo, resulta imprescindible que «el jugador entienda lo que queremos. Algunos lo consiguen rápido, a otros les cuesta más y otros...».
Lo que quiere siempre ha sido lo mismo. «En 29 años no he cambiado mi idea de fútbol –subraya–. Puede haber matices pero la idea ha sido siempre la misma» en estos 29 años, que comenzaron en el banquillo del Arratia. Antes, Mendilibar había sido jugador. «Con condiciones pero membrillo, miedoso». Y que se tomaba el fútbol «casi como un deporte individual hasta que a los 24 años «empecé a pensar más en el fútbol colectivo, los compañeros, qué tengo que hacer para que el equipo gane». A los 31 años obtuvo su primer nivel de entrenador y dos después colgó las botas para hacerse cargo del Arratia. No empezó «pensando que iba a ser profesional. Es algo que me gusta y me dan la oportunidad. Hemos llegado donde hemos llegado por el trabajo, los resultados, no porque pensáramos que fuéramos a llegar».
Siempre con la misma idea aunque en muchas ocasiones eso suponga ir contra corriente. «Cuando sale Guardiola parece que todos tenemos quesalir jugando desde atrás. “La superioridad del portero”… Me parece bien pero me hace gracia. Parece que lo copiamos todos, los que tenemos un portero que no sabe sacar de puerta, centrales que sólo van bien de cabeza… El juego de cabeza no existe, el marcaje, el despeje… Y desde chavalitos. Me parece muy bien pero el fútbol son más cosas y parece que el que no hace eso es un torpe. Y además tienes que tener mimbres para hacer las cosas». O adaptarlos a lo que uno pretende. «Cuando vas a un sitio, miras la plantilla y juegas respecto a los jugadores o con tu idea. Yo trato de implantar mi idea. En el curso de entrenadores nos decían que no pero yo sí. Yo tengo una idea. Que se puede jugar con diferentes sistemas como el resto de ideas. Porque yo le doy importancia a lo que quiero hacer. Replegar, apretar más arriba, salir jugando… Lo que importa es la idea que tengas, bastante más importante que los sistemas».
«A veces me he equivocado –reconoce, recordando su experiencia en el Levante– porque no se han adaptado y me han echado a la 8ª jornada. A veces tienes que matizar las cosas. Y nosotros para cuando quisimos cambiar un poco las cosas, nos están echando. Fue torpeza mía».
Acertar y convencer
Lo sencillo no es tan fácil. Primero hay que acertar con los jugadores y «el trabajo de Director Deportivo es muy difícil porque puedes ver 40 veces a un jugador, parece que es lo que necesitas y luego no es lo mismo verlo en otro equipo o en el tuyo». Luego hay que convencerle «y hacer cambiar a un futbolista no es fácil. A veces hay gente que entra a la primera. En el Eibar Inui, el que menos entendía, el que no hablaba ni el idioma, era el que mejor entendía lo que quería hacer en los entrenamientos y partidos prácticamente en cuanto empezó. A otros se lo tienes que decir diez veces. Y otros no lo hacen nunca».
Entre esos últimos están en muchas ocasiones los que mejores condiciones tienen. Y juegan «porque tienen condiciones». A ése «hay que convencerle de que, aparte de su fútbol, hay otro. Que aparte de lo que hace bien, que nos puede dar mucho, hay otras cosas que también puede hacer». Por eso y también quizá porque el propio Mendilibar «era un membrillo como futbolista» y no quiere que «futbolistas con condiciones se pierdan en el camino por ser blandos», pone especial énfasis en el trabajo con los jugadores mejor dotados.
«En categorías inferiores les dejamos y que corran los demás.Y ellos tienen que entender que si corrigen otras cosas, serán mucho mejores. Al que es muy bueno, hay que exigirle más, no darle más comodidades». Esta temporada ha tenido a sus órdenes a un talento como Bryan Gil, «un chaval con unas condiciones de la leche. Algunas cosas que hace, sólo él es capaz de hacerlas. Desde juveniles te gana partidos con su fútbol. Pero le tienes que corregir. Poco a poco ha ido ganando en otras cuestiones, jugar más en equipo, defender dentro, ganar segundas jugadas, ganar balones, no sólo jugar al recibir de un compañero… Si haces eso y además tienes condiciones, es la ostia».
A los jugadores, además, hay que «convencerles individualmente, primero te tienen que creer individualmente y luego se verá dentro del equipo». Convencerle «con los hechos, que lo vea en el verde. No por hablar mejor o peor le vas a convencer más o menos. Tiene que verlo en el verde». Y para eso Mendilibar confía mucho en el entrenamiento, que intenta hacer «ameno», en el que aúna la preparación física con el trabajo técnico-táctico y casi siempre con balón, en el que «hablamos de nosotros, no del rival» y en el que es importante el error. «Tenemos que querer hacer las cosas aunque nos salgan mal. Lo que más me fastidia es que no se haga algo por temor y yo quiero que el jugador falle en el entrenamiento porque se atreve. Ya te corregiré pero atrévete».
Velocidad y sencillez
Una vez en el campo, también lo importante «somos nosotros. Si el rival tiene algo muy específico lo tratamos pero lo importante somos nosotros». Y en ese nosotros, la base es «la circulación rápida del balón. Y tiene que ser sencilla. Robar y sacar rápido el balón. A veces no puedes robar, te sobrepasan, te llegan, pues quiero que los laterales se abran y saquen el balón». Mover rápido el balón, «sacar centros», «buscar la segundas jugadas» y no buscar el pase de gol «sino encontrarlo. Mueves al rival y aparece un espacio, la circulación tiene que ser sencilla».
Un planteamiento sencillo pero exigente. En el que la preparación física se da por supuesto aunque lo más importante no es que los futbolistas sean «físicamente fuertes. Lo que necesito es que la gente entienda bien. No se aprieta sólo corriendo, se aprieta entendiendo. Y hay gente a la que le cuesta entenderlo, sobre todo a la gente de banda», cuya función va más allá de correr por banda arriba y abajo.
Algo parecido a lo que sucede con los centrales. Mendilibar no los quiere rápidos, pese a los huecos que deja atrás su defensa adelantada, sino «listos. El rápido razona menos, si hay alguno que hace las dos cosas ya es un fenómeno. Ramis es el mejor central que he tenido en mi carrera. Cojo, sin poder andar, nos mantenía la defensa arriba. Pocas veces tenía que correr, tampoco podía. Y con el balón lo pasaba el más claro. Y hacía bueno al resto del equipo. Yo siempre decía, con este jugando 20 partidos de 38, nos salvamos». Tampoco se salvan los medioscentros, que tienen que «ser valientes, llegar a zonas de rechace… para que estemos bien. Porque si son miedosos, se quedan cerca de los centrales, vamos a tener que correr hacia atrás».
Alguno ha encontrado que le ha hecho caso en estas tres décadas porque trabajo no le ha faltado y éxitos tampoco. Y, sobre todo, «sigo disfrutando». «Yo nunca digo voy a trabajar, digo voy a entrenar. Porque voy contento a hacer lo que me gusta».