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Entrevista
Miguel L. Pereira
Periodista y escritor

«Los héroes inesperados son el sello de identidad de la Eurocopa»

Miguel L. Pereira (Oporto, 1984), escritor, periodista e historiador, es autor del libro «Sueños de la Euro» publicado por Panenka, en el que desgrana a partir de narraciones, recuerdos, perfiles, datos y anécdotas cómo la Eurocopa sirvió desde su nacimiento para evitar el colapso de un continente.

Miguel L. Pereira, con su libro «Sueños de la Euro».

Superada la primera fase y con 16 selecciones clasificadas para octavos de la Eurocopa, es un buen momento para hacer retrospectiva y poner el foco en el desarrollo histórico del torneo. NAIZ charla con el periodista portugués Miguel Lourenço Pereira, autor del libro «Sueños de la Euro», acerca de la evolución de esta competición continental, desde su creación hasta la actualidad –con sus cambios de formato, sus anécdotas y los hitos más importantes–. 

Estamos asistiendo a un torneo diferente, especial y deslocalizado ¿La idea principal de la obra es contextualizarlo con el desarrollo de la idea europea?

Sí, la Eurocopa es el torneo que acompaña al continente como proyecto en común. La idea de jugar en diferentes sedes y ciudades, obviamente también por motivos económicos y debido a la necesidad de la UEFA de contentar todas las federaciones, a nivel simbólico ayuda a entender la competición como algo meramente europeo. Ya se comenzó con las dobles sedes, antes incluso que en la copa del mundo, y este torneo está siendo un paso más en esa dirección. Antes de la pandemia era igual de fácil coger un vuelo en Bilbo o Madrid para irse a Múnich como para viajar a Alicante, esas posibilidades estaban ahí y tenía todo el sentido hacer algo así.

En estos 61 años la Eurocopa se ha ido adaptando a la realidad continental tanto en formato como en participantes...

Sin duda. Es un torneo que nace tarde en comparación con las demás competiciones ya que le costó encontrar su hueco. Como concepto, la idea es más antigua que la propia copa del mundo pero la apuesta de la FIFA por el Mundial, los problemas de los años treinta, la II. Guerra Mundial y la incertidumbre política hacen que nazca bastante tarde. Eso sí, es una competición que avanza con pasos cortos pero firmes. En la primera edición únicamente la mitad de las federaciones querían participar, hablamos de un tiempo en el que había 32 países, y después va creciendo de una forma muy sustentada.

Esto es algo que le da un aura de torneo distinto, durante muchos años la fase final estaba compuesta por cuatro partidos, las semifinales, tercer y cuarto puesto y la final. Entonces era casi como un torneo de verano pero con glamour. Una vez que se expande a 8 participantes pasa a ser el torneo de élite por excelencia, el mundial sin Argentina y Brasil que se decía en los ochenta. Una dinámica que se traslada a las ediciones con 16 equipos porque Europa pasa de tener 32 a 53 países con la desaparición del bloque del Este. Es una ampliación consustancial a la evolución continental pero, realmente, siempre ha sido un torneo que ha querido condensar lo mejor que tiene Europa.

Henry Delaunay fue dirigente de la Federación francesa y la mano derecha de Jules Rimet en la FIFA. (AFP)

Para hablar del campeonato es imprescindible citar a una persona que no pudo ver su creación definitiva como Henry Delaunay.

Sí, es el típico hombre que ayudó a que el fútbol sea lo que hoy conocemos. Sin los pioneros del final del siglo XIX en el Reino Unido, los muchos que hubo en Europa o los que saltaron a América Latina no existiría el balompié como fenómeno global. Delaunay y otros protagonistas de su generación eran gente con muchas ideas y que miraban mucho más allá de lo que sus contemporáneos eran capaces de imaginar. Supieron adivinar muchas cosas y casi siempre acertaron de pleno, Delaunay con la Eurocopa o Hugo Meisl con la copa Mitropa como anticipo de la Copa de Europa. 

Delaunay era dirigente de la federación francesa, fue la mano derecha de Jules Rimet en la FIFA y se convirtió en una persona clave a la hora de crear las estructuras de base del fútbol tras la II. Guerra Mundial una vez que ya el profesionalismo estaba completamente extendido. Tuvo la mala suerte de fallecer tres años de la primera Eurocopa y la fortuna de que si alguien creía en la idea del torneo ese era su hijo, encargado de organizar las primeras ediciones.

Fallece en 1957, el mismo año que en nace la Comunidad Económica Europea (CEE).

Viene de crear la UEFA a contrarreloj, porque es la última confederación que se crea, ya que los europeos creían que no era necesario al controlar casi completamente la FIFA. Sin embargo, cuando empieza la liberación de los países en África o Asia, comienza a cobrar fuerza su voto y empiezan a posicionarse de una forma muy organizada políticamente junto a Yugoslavia y la Unión Soviética o a nivel económico con las federaciones de América Latina. Ahí es cuando hace acto de presencia la UEFA y Delauney es fundamental en esa iniciativa. A partir de entonces se puede hablar del fútbol europeo organizado, antes no existía y por eso hay peleas en torno a la homologación de los torneos de clubes previos a la UEFA y que el ente no reconoce.

Los torneos eran de naturaleza regional. Es el caso de la copa nórdica, ya que no tenían con quién jugar y se medían entre ellos. Lo mismo se puede decir de los británicos, siendo el pistoletazo de salida a la idea de jugar países contra países con su identidad propia aunque perteneciesen al mismo Estado

Antes de la Eurocopa existieron tres experiencias: Los British Championship, la copa nórdica y la copa de Europa Central ¿Cómo eran?

La UEFA y la propia Copa de Europa nacen cuando se amplia la movilidad. En los años treinta y cuarenta el tren empieza a implementarse y es posible llegar a distintos destinos mientras que en los cincuenta y sesenta, los vuelos se van normalizando aunque sucedieron algunos desastres que dejaron la sensación de que todavía suponían un riesgo importante. Antes había muy pocas facilidades para moverse de un punto a otro en Europa, todavía se completaban viajes en barco durante semanas y era muy complicado desplazarse. 

Los torneos eran de naturaleza regional. Es el caso de la copa nórdica, ya que no tenían con quién jugar y se medían entre ellos. Lo mismo se puede decir de los británicos, siendo el pistoletazo de salida a la idea de jugar países contra países con su identidad propia aunque perteneciesen al mismo Estado. Y esto es lo que genera la idea de fútbol de selecciones ya que hasta entonces era algo que únicamente se había planteado como algo referido a clubes. Por su parte, la copa de Europa Central, también conocida como  Doctor Geró y que viene de la mano de la Mitropa, reúne básicamente a las naciones que entonces –a excepción de las del Reino Unido– eran la punta de lanza de la evolución juego a nivel mundial. Además, las facilidades existentes para moverse en tren entre los países participantes permitían que el torneo saliese adelante. 

Portugal, liderado por Cristiano Ronaldo, levanta el trofeo de la Eurocopa 2016. (UEFA)

Ahora con 24 equipos desde 2016 vemos la aparición de numeras selección más pequeñas, asistimos a numerosas sorpresas e incluso a campeones inesperados como fue ver a Portugal levantando el cetro europeo con Cristiano Ronaldo lesionado y aparece un héroe inesperado como Eder...

La Eurocopa tiene una gran colección de héroes inesperados. En los mundiales las estrellas casi siempre son las esperadas, las que aparecen en los pronósticos: si gana Francia el protagonista esperas que sea Zidane, si lo hace Brasil piensas en Ronaldo, en caso de Argentina en Maradona o en España te vienen a la cabeza Xavi o Iniesta. En cambio, en las Eurocopas el protagonista siempre es el «el otro». El que no aparece ni siquiera en los cromos o su figurita es más pequeña, el que su participación ha estado en duda por lesión, el que no se sabe si definitivamente estará en la convocatoria como es el ejemplo de Bierhoff en 1996, un jugador con perfil de gregario como lo era Vilfort en 1992. Hay casos muy puntuales de estrellas globales triunfando como Gerd Müller, Platini o Van Basten, pero los héroes inesperados forman parte del sello de identidad de la competición. Así ha sido desde el caso de Ponedelnik en la primera edición hasta el de Eder en 2016. 

Esa Portugal es también otro underdog, es un equipo que tenía mucho prestigio gracias a Cristiano Ronaldo, pero que en ese momento no estaba ni de lejos en la terna de favoritos. Llega a la final y gana porque es una edición en la que prevalece la idea del caos. Hasta ese momento con la participación de 8 o 16 selecciones tenían el concepto de la élite, estando los mejores de los mejores del continente, una vez que se amplia a veinticuatro se repiten la sensaciones de los mundiales de los ochenta y noventa. Al clasificarse cuatro de los terceros, uno nunca sabe cómo van a ser los partidos de octavos, hay muchos condicionantes y ya no es algo tan planificado. De repente, tienes un caso como el de Portugal que no vence ningún partido en la fase de grupos, pero que se ve premiado a estar en el lado bueno de los cruces. Una Islandia que debutaba se convierte en un espacio para una de las favoritas y esto únicamente puede pasar en un modelo así. 

¿No son demasiados?

La idea de la ampliación va a un poco en la dirección de lo que quiere ser la Eurocopa. Las competiciones de selecciones ya no son importantes. Antaño, en cambio, eran lo más, los jugadores vivían para ello. Cada dos años, si hacían una gran Eurocopa o Mundial, tenían el contrato de su vida, daban el salto a un gran equipo o tenían un premio importante. Actualmente, la Champions hace que para muchos aficionados los partidos de selecciones se hayan convertido en un rollo. Los torneos se tienen que reinventar, la copa del mundo lo tiene más fácil debido a su propio prestigio y organizarse en los cinco continentes. La Eurocopa tiene que buscarse la vida, el hecho de ampliar a países que anteriormente no tenían ninguna opción de jugar la fase final y que incluso puedan llegar a octacos, abre la puerta a que la idea de integración europea sea más fuerte.

La primera Eurocopa que yo disfruté de Portugal fue cuando ya tenía doce años, antes tenía que elegir animar a otro país. Hay mucha gente que vive en Hungría, Finlandia, Eslovaquia o Austria, con selecciones que no están tan acostumbradas a jugar en las grandes competiciones, tienen que elegir un segundo equipo ya que necesitan disponer de esa identidad. La posibilidad de que estén equipos como Macedonia del Norte o Finlandia da a la competición una relevancia que antes no tenía, ya que cuando haces que algo sea posible estás generando muchos más sueños e ilusiones. Esto es lo bueno de este nuevo formato y, así, Europa parece más Europa. 

Actualmente, la Champions hace que para muchos aficionados los partidos de selecciones se hayan convertido en un rollo. Los torneos se tienen que reinventar, la copa del mundo lo tiene más fácil debido a su propio prestigio y organizarse en los cinco continentes

La primera edición, en formato final four, está marcada por la predominancia de equipos del Este o de las tensiones políticas, ya que España, por ejemplo, se niega a medirse a la URSS...

Los países comunistas siempre vieron el deporte como una de las mejores armas de propaganda. Eso es algo que ya había pasado en los años treinta con las dictaduras fascistas. Sin embargo, en los tiempos de la Guerra Fría, las democracias occidentales lo veían como algo independiente pero Moscú sí y los Estados que orbitan a su alrededor también, por lo que siempre se apuntaban a todas nuevas las competiciones. En la primera edición, los países del Este fueron los primeros en confirmar su participación, mientras que la República Federal de Alemania (RFA), Inglaterra, Italia o Suecia no tomaron parte en un torneo que no sabían cómo podía salir adelante. Además, había otra cuestión económica, ya que en aquella época se jugaban muchos partidos amistosos y era donde sacaban el dinero. Una vez que existía una competición que anulaba la posibilidad de jugar encuentros que eran muchos más rentables les generó muchas dudas. En cambio, los países del Este, al gozar de subvenciones estatales, no tenían dicho impedimento y para ellos lo importante era estar, competir y dar la cara.

La geopolítica fue parte fundamental de la historia de la competición, pero la UEFA, al contrario de lo que hace hoy no cruzando a selecciones que podían tener conflictos, hasta los noventa hacía sorteos libres y si alguien no quería jugar contra otro país tenía un problema. Y eso es lo que pasó con España cuando solicitó no jugar contra la URSS en cuartos. Mientras tanto, Portugal que entonces también era un Estado con régimen fascista no tuvo impedimento para jugar contra Alemania del Este o Yugoslavia. En las ediciones posteriores existen conflictos entre Grecia y Albania pero, poco a poco, se van difuminando porque la Eurocopa va haciendo esa labor de integración. Prueba de ello es que en la siguiente edición, ejerciendo como anfitrión, el gobierno franquista español permite la participación de equipos de Europa del Este.

Cuatro años después, la homologación da un paso adelante y, además el torneo, es utilizado como herramienta de propaganda por el régimen franquista tras el triunfo ante el equipo soviético en el 25º aniversario del fin de la guerra.

Totalmente. El régimen ya había capitalizado los triunfos del Real Madrid en la Copa de Europa y sabían perfectamente que el siguiente paso era con la selección. Dieron el paso de organizar el torneo, para lo que tenían que llegar a semifinales. Tenían un equipo muy bueno, lo sabían, y fueron representantes de lo que quería el poder. Por eso, la semifinal contra la Hungría o la final contra la URSS es casi una batalla de la guerra 25 años después con el mismo final de cara a las autoridades del Estado español. La forma en la que se interpreta el partido, con la selección española vestida de azul al igual que iba la Falange, con un juego duro y físico, lejos de ser algo entretenido y con los soviéticos sabiendo perfectamente de qué iba la cosa, al final se hace una especie de epílogo de lo que fue la guerra. Es el cierre y colofón a «25 años de paz» como decían ellos con nuevo triunfo ante los «Rojos».

Italia tiene cuatro estrellas en su pecho debido a los mundiales conquistados pero apenas suma un título en la Eurocopa –el de 1968– y ha perdido varias finales, es quizá la mayor paradoja del torneo.

Bueno, dos de ellas logradas en la etapa de Mussolini y eso ya le pone algunos peros. Italia, normalmente, entra a su ritmo en los mundiales, despacio y empalagosamente, esto es algo que se puede permitir en un mundial como el de 1982 estando en un grupo con Perú, Camerún o Polonia o en 2006 ante rivales inferiores. Sin embargo, las Eurocopas no te dejan respirar, es un torneo muy corto, con muy pocos participantes en esa época, tienes que estar al cien por cien desde el primer día y esto es algo que se les ha dado muy mal a los italianos. Es un país con una cultura competitiva muy suya y que no encaja en absoluto con la idea de la Eurocopa. En cambio, hay otros como Portugal, que sí funcionan muy bien ese registro. 

En 1968 es una Italia que gana el torneo de la manera más italiana posible: ñanzando una moneda al aire en semifinal ante la URSS y la final, tras el empate a uno del primer partido ante una Yugoslavia que había sido superior, se dilucida en un desempate. Como decía Cruyff, «tú no puedes a ganar a los italianos, pero ellos te pueden tener a ti». Siempre han tenido muchos problemas para clasificarse, de hecho, vuelven siendo anfitriones en 1980, fallan y no asisten a la de 1992 y, por ejemplo, en 2004 caen también en la primera fase. 

La edición de 1976 es muy divertida, la única en la que los cuatro partidos van a la prórroga y es la edición en la que hay más goles de media por partido. Asimismo, vuelve a demostrar que el fútbol nunca es lo que parece

En 1972, aparece un lugar clave en el marco de la construcción europea como es Bruselas y aparece el primer gran éxito alemán.

Es una selección que el tiempo ha dejado en mal lugar respecto a la Holanda de los setenta, pero aquel equipo germano era muy divertido y con jugadores tan buenos como los que contaban los neerlandeses, ejemplo de ello son el partido ante Bélgica o la final ante la URSS. La idea que se tiene actualmente sobre del rodillo antipático alemán de los ochenta era antagónica respecto a la de los setenta, que tenía individualidades fantásticas. Lo bueno de esa edición es el colofón de la idea europea con una final disputada bajo la mirada del Átomo. Supone también la penúltima gran aparición de la URSS hasta 1988 y también el triunfo de uno de los impulsores de la construcción europea de la época como eran los alemanes.

Si hablamos de la edición de 1976 hay que hablar del momento y el mito: Panenka.

Es muy divertida, la única en la que los cuatro partidos van a la prórroga y es la edición en la que hay más goles de media por partido. Asimismo, vuelve a demostrar que el fútbol nunca es lo que parece, en 1976 todo el mundo decía que la final tenía que ser entre Alemania y Holanda como reedición del mundial. La competición vuelve a evidenciar que hay que estar enchufado desde el inicio y los holandeses que demuestran que siempre han tenido una capacidad única para autodestruirse con sus mejores generaciones debido a concentraciones llenas de problemas por temas de dinero, luchas de poder y cuestiones raciales. Los checoslovacos, por su parte, más allá de la iconografía de Panenka, eran un gran equipo y lo aprovecharon muy bien. 

La de 1980 es un torneo marcado por el escándalo del Tottonero, los «años del Plomo» y que Alemania gana de una manera muy industrial

Si hay que borrar una edición es esta, no hay un único partido de nivel top y excepto Schuster no aparece ningún gran jugador. De hecho, los mejores jugadores del momento como Dalglish, Platini o John Roberts no están y es un torneo de segundas figuras. Existió un gran desánimo en la afición italiana y en el primer partido de Inglaterra se deja ver el problema del hooliganismo. Es algo que da muy mala imagen de una competición que ayuda a entender lo que vendrá después, ya que la Eurocopa cuenta con ocho equipos y fase de grupos, como concepto empieza a parecerse al mundial pero todavía está en proceso de construcción. Por ejemplo, no hay semifinales, existía el partido por el tercer y cuarto puesto, esos pequeños ajustes que la UEFA hará de cara a las siguientes ediciones. A nivel deportivo fue una experiencia pésima pero supuso un gran aprendizaje.

De hecho, esas lecciones se aplicaron en 1984: se construyen estadios ad hoc para el torneo, se consiguen nuevos patrocinadores, Francia culmina el gran trabajo de Michel Hidalgo y supone la primera gran aparición de dos futuros campeones como Dinamarca o Portugal.

El gran equipo de culto de los ochenta es la dinamita roja danesa y la de 1984 fue su primera gran aparición estelar cuando nadie daba nada por ellos. De hecho, poco antes juegan un amistoso con España y se ven completamente superados pero, de repente, se transforman y hace un muy buen torneo con el talento de Michael Laudrup, Lerby, Arnesen o Eljkaer-Larsen. Portugal, por su parte, viene en una dinámica de autodestrucción total. Es un conjunto que tiene cuatro seleccionadores, donde los jugadores no se hablan entre ellos debido a la pugna de poder entre los del Benfica y el Sporting, los cambios se hacían en base a quitar a un jugador de un equipo para poner a otro del mismo, no se podían hacer ajustes por meritocracia, que ese equipo llegase a semifinales dice mucho del talento de aquel conjunto.

Francia hace un torneo superlativo, superando incluso el excelente mundial que hicieron en 1982. Platini completa la mayor exhibición individual en toda la historia de la Eurocopa, al igual que lo hizo Maradona en el mundial de 1986, creo que están a la par en goles, actitud y en echarse al equipo a las espaldas en los momentos clave. 

El caso de España es paradigmático, llega tras los grandes años del fútbol vasco con los títulos de la Real y el Athletic, es una selección con una mezcla de jugadores de distintos clubes, que viene de remontar con la goleada ante Malta cuando nadie creía en ellos y que aprovecha muy bien la dinámica de llegar sin que nadie le tome como favorito. Además, se inicia una etapa en la que se convierte el diablo para los daneses ya que empieza una serie de partidos en la que los españoles siempre salen ganadores.

En 1988 Holanda se toma la revancha con Alemania en el medio de mucho ruido ambiental y se lleva un torneo que supone la última aparición de la URSS.

De hecho, yo creo que la URSS juega mejor que los tulipanes en la final. Van Basten es determinante por sus goles pero considero que la gran figura del campeonato es Ruud Gullit. Omnipresente con su despliegue físico, una enorme capacidad técnica y táctica y, además, muy bien acompañado por Rijkaard y Koeman. Van Basten, por su parte, empieza la temporada en el banquillo, venía de una lesión que le hace perderse media temporada con el Milan, llega muy fresco y eso es algo fundamental para un torneo de corta duración. Se carga a Inglaterra con tres goles, cada uno mejor que el anterior, y luego marca el tanto decisivo ante Alemania después de décadas de dolor para los holandeses en una rivalidad que se traspasó al fútbol. 

Digamos que es el torneo del futuro, con estadios a rebosar, siendo la primera que tiene su documental oficial y aparecen esas camisetas icónicas de Alemania, Holanda o la URSS, algo que nos deja adivinar que llegará un cambio de estética al fútbol. La historia más bonita es la de Irlanda, que vivía una etapa muy complicada, con mucha inmigración, con el drama del Ulster, los telediarios cuando hablaban del país siempre tenían noticias negativas y el fútbol ayudó un poco a modificar la perspectiva. El equipo de Jackie Charlton estuvo a punto de clasificarse y la imagen de la gente trasladaba alegría. El hecho de que su primer partido fuera una victoria contra una Inglaterra con la que estaban peleando en las calles cuando no tenían ningún histórico futbolístico fue una de las historias más hermosas.

Los cambios producidos en Europa a principios de los noventa se reflejan en 1992.

Es una edición llena de mitos, se decía que los jugadores de Dinamarca venían de la playa, pero su federación llevaba meses trabajando en los pasillos de la UEFA, al igual que Italia porque no se sabía qué iba a pasar con Yugoslavia y la CEI. De hecho, las selecciones de Dinamarca e Italia salen en la colección oficial de cromos. 

Se dice que los daneses no estaban preparados pero era un equipo que estaba muy bien entrenado, compacto y competitivo aunque no tenían a Michael Laudrup. No es una Eurocopa muy bien jugada. Francia había ganado todos los partidos en la clasificación y contaba con una delantera formada por Cantona y Papin que apenas marca dos goles en tres partidos. Inglaterra, por su parte, completa su peor participación en una fase final y una Suecia muy sólida que deja entrever el nivel que dará en el mundial de 1994. En lo que respecta a Alemania, tras ganar la copa del mundo en Italia está en fase de regeneración y que ya tiene jugadores de la RDA como Sammer.

La historia danesa nos muestra cómo nos hemos acostumbrado a mirar a equipos potentes que no funcionan como fue el caso de la selección de los ochenta y luego llega una generación sin quizá tanto talento pero que acaba llevándose el título. Eso también pasa en Portugal con el triunfo de 2016 respecto al equipo de principios de siglo. Es algo que alimenta el debate sobre qué es mejor, el ganar o recordar lo buenos que fuimos. Con Dinamarca empieza la controversia en una edición muy dramática debido a la grave leucemia que sufría la hija de Kim Vilfort, hecho que añadió emotividad al triunfo.

La de 2000 es el gran orgasmo del fútbol europeo. Es una competición perfecta, están todos los mejores jugadores del mundo que no son argentinos y brasileños, y además llegan plenos de forma. Bergkamp, Totti, Del Piero, Figo, Rui Costa, Zindane, Henry o Mendieta estuvieron a su nivel y eso elevó el nivel del torneo

La modernización del fútbol inglés y la epopeya checa aparecen en 1996.

Sin ser otra Eurocopa muy bien jugada, es un torneo más cultural que futbolístico. Hablamos de una Inglaterra que viene de un tiempo muy gris con Thatcher, los conflictos de las huelgas, el problema del IRA o el hooliganismo pero que empieza a cobrar color. La televisión inglesa da un salto de calidad, la música da un paso adelante con el britpop, el cine le da una vuelta a las comedias light. Eso sí, las gradas no estaban llenas, los aficionados locales son muy suyos y al igual que ocurrió en el mundial de 1966 no acudían a ver a otras selecciones. A los ingleses les gusta mucho ver un Wycombe Wanderers contra el Oxford United pero no tanto un partido entre Rumanía y Bulgaria.

Es un torneo con una dinámica muy especial, pocos goles y muchos penaltis, lo que hace que las posibilidades de ver sorpresas aumenten. Los checos están a punto de irse en la primera fase, en cuartos Portugal tiene más de un sesenta de posesión pero Poborsky mete una cuchara perfecta y en semifinal con Francia pasan todo el partido arrinconados en su área y se clasifican en la tanda. En la propia final, viniendo del resacón de la constantemente pospuesta boda de Smicer, se adelantaron en el marcador. Realmente, cuando pasa algo así, o se repite lo de Dinamarca y Grecia deparando un ganador totalmente inesperado o se lo lleva Alemania poniendo orden en el caos. 

Era un equipo de orden, que se cargó a una Inglaterra que fue la escuadra que mejor jugó, y casi nadie se acordará de su once titular. En la final, entre bajas y sanciones jugó mucha gente de segundo nivel pero acabó ganando con un gol de un suplente como Bierhoff que metió el primer gol de oro de la historia tras un error del portero.

En 2000 se produce la primera edición con dos anfitriones –Bélgica y Holanda– y supone la consagración de la Francia de Zidane.

Esta edición es el gran orgasmo del fútbol europeo. Es una competición perfecta, están todos los mejores jugadores del mundo que no son argentinos y brasileños, y además llegan plenos de forma. Bergkamp, Totti, Del Piero, Figo, Rui Costa, Zindane, Henry o Mendieta estuvieron a su nivel y eso elevó el nivel del torneo. Los equipos rindieron, quizá salvo Inglaterra y Alemania que tampoco estaban en su mejor momento, y muestra a la mejor generación francesa. Yo diría que es incluso mejor que la selección que gana el mundial en 1998 y en el partido ante Portugal Zidane hace la mayor exhibición de un futbolista en un partido disputado en una Eurocopa. Es brutal y aunque la mano de Abel Xavier ayuda a que el encuentro no fuese a los penaltis, Francia fue superior. Es un partido que resume que todo lo que es el fútbol a finales de los noventa a nivel físico, táctico y técnico. 

Creo que es la última edición en la que la técnica tiene importancia, ya que en los siguientes torneos es todo mucho más sistémico. Había tiempo para ver los regates, fintas o movimientos de Totti, Bergkamp o Figo. Para nuestra generación es un campeonato más FIFA que los actuales, porque tienes la máxima calidad individual al servicio del colectivo.

Y si hay un torneo en el que la pizarra tiene importancia es en el que ganó Grecia...

Dinamarca venía de ser uno de los grandes equipos de los ochenta, pero en 2004 Grecia no era nadie. Yo lo viví en primera persona, estuve en la semifinal que jugaron la República Checa y los helenos, estaba detrás de la portería de Cech rodeado de aficionados griegos con caretas de la película «Troya» y cuando marcó Dellas lo celebré junto a ellos. Pensaba que Portugal no iba a perder dos veces con Grecia y estaban eliminando a unos checos que estaban jugando a un gran nivel.

Grecia, al final, tenía el plan perfecto, casi nadie les hacía daño y ellos te atacaban poco pero bien. No les logro inquietar ni Francia, ni España, ni Portugal. Neutralizaban a los rivales y quizá hicieron la mayor exhibición táctica en la Eurocopa. Quizá no fue bonito, pero se lo merecieron. Fue un torneo que nos llevó a otra etapa, los torneos de selecciones ya no tenían tanta importancia, la Champions estaba ahí y se pasa de los cromos a la dimensión de los videojuegos.

En 2008 se ven reflejados los cambios demográficos y la idea de Luis Aragonés.

España llegaba el décimo en la casa de apuestas, tenía muy buenos jugadores pero había muchas dudas incluso sobre Xavi y Aragonés estaba finiquitado pasase lo que pasase. Pero, finalmente, encontró el dibujo perfecto para encajar a tanto talento al servicio de lo común. Es probablemente la mejor España, la más dominante fue la de 2012, pero sí la que dio más espectáculo. En 2012 España era Italia pero con balón, mientras que en 2008 utilizaba la pelota para atacar. Fue un torneo muy divertido, muy low cost, la recordaremos por la Rusia de Arshavin y porque permite entender lo que vendrá después.

La de 2012 es la culminación de un modelo que luego no fue sostenible porque es imposible reunir tanto talento como el que tenían Xavi, Iniesta, Busquets y Xabi Alonso.

Es una España muy defensiva con balón, te daban tres opciones: quedarte en tu área esperando tener una contra, quedarte en tu área esperando tener dos contras o quedarte en tu área esperando tener tres contras. La mayoría de equipos salían derrotados. En el primer partido Italia les cambia el sistema y les crea problemas, al igual que lo hace Portugal en semifinales al buscar una idea física que incomoda a España. Algo que luego vapuleará a España en la Copa Confederaciones de 2013.  Portugal se queda en la orilla por la decisión de Cristiano Ronaldo de lanzar el quinto penalti. 

En la final, España demuestra su superioridad, la de una selección que yo creo que es la mejor de la historia de las Eurocopas, no es la más entretenida pero sí la que dejó su sello de forma más incuestionable.