Verdades, mentiras y fantasías ajenas
Ahora sí. Después de una estiradísima ceremonia de apertura en la que Jodie Foster (luciendo perfecto francés), Pedro Almodóvar, Bong Joon-ho y Spike Lee juntaron voces e idiomas para dar por inaugurada la 74ª edición del Festival de Cannes, empezó a girar la rueda del certamen fílmico más impresionante de todos. Ahora sí, arrancó el Concurso por la Palma de Oro.
Lo hizo con la esperadísima ‘Annette’, nuevo film de Leos Carax, principal responsable de, por ejemplo, ‘Holy Motors’ o ‘Los amantes del Pont-Neuf’, un autor tan visionario que lo que hay que esperar siempre de sus películas es que nos lleven hacia los desconcertantes territorios de lo inesperado. Antes de entrar en la sala de cine, era poco lo que sabíamos de este proyecto: que estaría protagonizado por Adam Driver y Marion Cotillard, y que sería un musical concebido por los Sparks.
Y con esto, Leos Carax nos arrojó al abismo, o mejor dicho, nos arrastró con él a las insondables profundidades del genio artístico. Después de un deslumbrante prólogo, en el que el director, ahora delante de la cámara, admitió abiertamente la naturaleza fantasiosa de todo lo que estaba por llegar (una fábula melodramática de más de dos horas y media de duración), lo que vino a continuación fue un show tan rematadamente increíble, que la confusión se instaló en el patio de butacas.
Al final de la función, la propuesta fue recibida con el silencio de quien no sabía qué decir y los insultos de quienes no soportaron tanta frustración. Y de verdad que tanto una cosa como la otra estaban en el guion. Monsieur Carax, inescrutable detrás de sus características gafas de sol, volvió a hablar (y a cantar) desde esa extrañísima dimensión, solo reservada a los artistas de pura cepa. Los inmunes al miedo escénico. Y así, tal cual, se comportó ‘Annette’, con el arrojo y desparpajo de quien quiere comerse el mundo subido al escenario. Leos Carax no paró de probar trucos, y de proponer imágenes imposibles, y dio la sensación de que tropezaba mucho, pero también que cada acierto contaba el triple que cualquier traspié. Y desconcertó, claro, como lo hace siempre la vibrante e imperfecta libertad con la que se expresan los artistas mayúsculos.
A su lado, Emmanuel Carrère se antojó como un bienvenido contrapunto de sensatez. La Quincena de los Realizadores abrió con ‘Ouistreham’, nuevo film protagonizado por la siempre estelar Juliette Binoche. Ahora, en principio, estábamos ante un ejercicio de realismo dramático-social, con el desempleo y la precarización laboral en la región de Caen como supuesto objeto de estudio. Y sí, de esto iba el asunto... pero también de cómo una escritora se sumergía en dicha realidad con la vista puesta en su nuevo libro. Carrère nos habló, con calma y sabiduría, de las mentiras de las que se sirven aquellos que pretenden mostrarnos la verdad, encontrando el consuelo en la clase obrera, y la desazón en las élites intelectuales. Un auténtico «caballo de Troya» plantado en la Croisette, vaya.