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La bella y genial agonía de las últimas palabras

Nick Nolte, Charlotte Rampling y Stellan Skarsgård, impresionante tripleta para “Last Words”. (LAST WORDS)

H​ay que entender qué se esconde detrás de nuestros deseos más absurdos, porque incluso los comportamientos aparentemente más desligados del sentido común encierran una lógica aplastante: una razón irrefutable que habla de cómo somos; de qué nos mueve realmente. Digo esto porque, un año más, termina el mes más infernal del año... y ya noto una fuerte añoranza. Un sentimiento prematuro de nostalgia para volver a asarme de calor, para buscar cualquier resquicio de sombra por la calle, para pelearme contra los elementos para dormir, ni que sea media hora.

Pero, ¿por qué? Fácil, para zambullirme en una nueva edición del Atlàntida de Filmin, el festival que mejor define la experiencia cinematográfica online. Mientras escribo estas líneas, me entristezco pensando en los pocos días que nos quedan para disfrutar de la edición de este año. Pero también me reconforta pensar que en estas últimas horas queda tiempo para encontrar un par de joyas.

Es la sublime clarividencia de la agonía: la lucidez genial de quien sabe que se acaba la fiesta, y que sin ninguna presión, disfruta al máximo del –poco– tiempo que aún le queda. Estado mental y espiritual ideal para (re)descubrir “In Between Dying”, cinta a manos de Hilal Baydarov que fue una de las grandes sorpresas de la última Mostra de Venecia. Se trata de una película tan atípica como la nacionalidad de dicha producción.

Estamos en Azerbaijan, extenso no-lugar en el que un joven busca incansablemente a su auténtica familia. Lo hace para, precisamente, perder el miedo a morir y, de rebote, para encontrar el verdadero amor. Desde la dirección y la escritura, Baydarov rompe constantemente los límites que separan la realidad de la ficción, la belleza de la fealdad, la comedia de la tragedia... y por supuesto, la vida de la muerte. “In Between Dying” es un extraño viaje en la frontera entre dos mundos; en un filo abismal, pero también ideal para apreciar todo lo bueno de ambos lados.

«Por último», una película que da sentido a dicho conector, y de hecho, al estado anímico que impregna este texto. Lo de “Last Words”, de Jonathan Nossiter, es una permanente despedida. Dolorosa, claro está, pero también preciosa. Ahora estamos en 2085, año en el que se cumple una década desde el último nacimiento de un ser humano. Premisa que recuerda a la brillante “Hijos de los hombres”, de Alfonso Cuarón, pero que aquí está llevada con el sosiego de quien quiere pasar sus últimos momentos en paz.

“Last Words” invoca a la mítica presencia de Nick Nolte (entre otras poderosas presencias del séptimo arte) para que el espíritu del celuloide sea testigo de esas «últimas palabras» del título, un emocionante canto de cisne para una humanidad que ya ni siquiera aspira a la redención, sino a dejar un legado que hable bien de ella. El cine, en parte, es exactamente esto.