Biden aguanta conciliador a un Xi firme en la cumbre virtual
Más allá de versiones, la larga cumbre virtual entre los presidentes chino y estadounidense ha encarado a un Xi Jinping desafiante, sobre todo acerca de Taiwán y Xinjiang, y un Joe Biden más conciliador y más centrado en las exigencias económicas de EEUU a una China cada vez más fuerte.
Los presidentes de China y Estados Unidos, Xi Jinping y Joe Biden, han hablado este martes de madrugada (lunes noche en Washington, mañana del martes en Pekín) durante casi cuatro horas en una cumbre virtual en el que cada uno ha mantenido su posición, firme por parte del chino y más contemporizadora y centrada en la economía en el caso del estadounidense.
Los dos líderes mundiales han hecho gala de sus buenos propósitos y hablado de manera «respetuosa y directa», según la versión de Washington. Pekín ha destacado que la conversación «fue profunda, fructífera y fundamental» para limar asperezas y encauzar las relaciones.
Ambos, en fin, han constatado la necesidad de levantar cortafuegos para evitar que sus desavenencias degeneren en conflicto.
«Jugar con fuego»
Pero las advertencias recíprocas no dejan lugar a dudas de lo alejado de sus posiciones.
El ejemplo más palmario ha sido el intercambio de «pareceres» sobre Vietnam.
El líder chino ha sido tajante al respecto advirtiendo de que tanto «las autoridades taiwanesas, que se apoyan en EEUU para lograr la independencia», como «algunos en EEUU que intentan utilizar a Taiwan para controlar a China» estarían «jugando con fuego». Y ha amenazado con que «si los separatistas en Taiwan nos provocan, nos fuerzan la mano y cruzan una linea roja, tendremos que tomar medidas decisivas».
El inquilino de la Casa Blanca, más ambiguo, ha señalado que «los EEUU se oponen firmemente a toda tentativa unilateral de cambiar el status quo o de atentar contra la paz y la estabilidad en el estrecho de Taiwán». El mensaje puede ser interpretado como una advertencia a Pekín pero también a Taipei. Pero, sobre todo, revela el difícil equilibrio de Washington, que reconoce la existencia de «una sola China», la continental, pero a la vez se aferra al Acta de Relaciones con Taiwán para suministrar equipos bélicos a la isla.
La extensa reunión, que se ha dividido en dos sesiones con una pausa, también ha dado pie a que Biden planteara sus inquietudes «por las prácticas de China en Xinjiang, Tíbet y Hong Kong, y sobre los derechos humanos en general», algo a lo que Xi se ha cerrado en banda: «China no permitirá que se usen estos temas para medrar en sus asuntos internos», ha zanjado.
El líder chino ha contraatacado exigiendo políticas estadounidenses «racionales y pragmáticas» para con China, y ha enumerado el respeto mutuo, la cooperación y la coexistencia pacífica como «principios básicos» de las relaciones bilaterales.
«Enterrar el hacha de guerra»
Se trataría, según Pekín, de enterrar el hacha de una nueva guerra fría, algo a lo que el presidente estadounidense habría convenido al garantizar a Xi que no quiere «ni cambiar el sistema chino ni aliarse con otros países para oponerse a China».
La reunión –la primera formal entre ambos desde que Biden asumió la presidencia de EEUU en enero de este año– también ha versado acerca de la seguridad en la estratégica región del Indopacífico –donde Pekín reivindica la soberanía sobre el Mar de China Oriental– y acerca de Irán, otro tema de fricción por la compra de crudo iraní por parte de las operadoras chinas. «Tenemos que mantener la comunicación abierta sobre asuntos críticos como la crisis climática o el suministro global de energía», ha señalado conciliador Biden.
Más crítico se ha mostrado respecto a las prácticas comerciales y económicas de China, que no duda en tildar de «desleales».
Xi no se ha dado por aludido: «Nuestras relaciones comerciales benefician a ambos. No hay que politizarlas», ha respondido el líder chino, que deja la puerta abierta a «impulsar los intercambios» entre ambos países.
Pero esto pasa –ha matizado el líder chino– por que EEUU deje de «abusar del concepto de seguridad nacional» para «reprimir» a las empresas de su país, en referencia a las sanciones contra la tecnológica Huawei por sus supuestos vínculos con la inteligencia china.
Con todo, expertos chinos destacan que el encuentro manda «una señal positiva al mundo» en contraste con la Cumbre de Alaska, en la que funcionarios de ambos países mantuvieron una acalorada discusión.