«Hay que reducir la brecha existente en el acceso a información básica»
Con una amplia experiencia en trabajos de investigación y análisis sociológico, el profesor Braulio Gómez pilota el proyecto «Habitantes del futuro» en BBK Kuna, que busca sumar a la ciudadanía al debate público sobre el futuro, partiendo de temas que afectan a su cotidianidad.
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Braulio Gómez Fortes, investigador y profesor de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Deusto, se ha embarcado en el proyecto “Habitantes del futuro”, que bajo el paraguas de BBK Kuna pretende abordar, desde un punto de vista prospectivo y con vocación de acotar las diferencias existentes en el acceso a la información, algunos de los temas que afectan al día a día de la ciudadanía. Han empezado con el mercado laboral, a través de una encuesta que deja algunas pinceladas interesantes sobre los miedos y esperanzas de la gente en torno a la transición medioambiental y tecnológico-digital.
Han comenzado este proyecto con un trabajo específico sobre el mercado laboral, que suele ser el asunto que más preocupa a la ciudadanía en todas las encuestas. ¿Han elegido este tema por este motivo?
“Habitantes del futuro” es un espacio que va a intentar hacer una encuesta representativa sobre un tema que afecte a la vida cotidiana de esos habitantes del futuro, que tenga que ver con su propio comportamiento. Y el empleo forma parte de la vida cotidiana de las personas, igual que la alimentación, la moda, el transporte… Más que el índice de preocupaciones sociales, económicas o políticas, queríamos ajustarlo a qué es lo que hacen todos los ciudadanos todos los días toda su vida, y cómo van a cambiar en el futuro todas esas cosas. Ese sería el enfoque, meter el futuro en la cotidianidad, y empezamos con la transformación del empleo, que es algo relevante en la vida de las personas, y sobre la que existe una preocupación. En qué van a trabajar; los cambios en los espacios, el tiempo y el lugar donde se van a desarrollar esos empleos... Eso está en las preocupaciones de cualquier familia o de cualquier persona.
Han tocado muchos puntos en el cuestionario, y llama la atención, entre varias respuestas bastante escépticas, una visión muy positiva sobre la «economía verde» y sus potencialidades. ¿Les ha sorprendido?
No, hay una predisposición a cambiar a través de esa nueva variable que ha incorporado toda la ciudadanía, que es la conservación del planeta; cuidar a las personas y cuidar del planeta. Eso ha entrado, y hay muchas encuestas que nos hablan de esa sensibilidad. No nos ha sorprendido que hayan salido todas esas dimensiones cargadas de esperanza y con la creencia de que los empleos asociados a ese futuro verde van a dar una oportunidad de que los jóvenes se puedan quedar, en este caso en Euskadi. En cierta medida, le ven el mismo potencial generador de empleo a esa transición verde que el que tenía el modelo industrial antiguo.
¿Ha habido un salto de una conciencia medioambiental más o menos genérica a la percepción de que esa transición puede estar ligada al mercado laboral en sentido positivo?
Ha habido un salto natural. A los espacios sociales o representativos de una posición ideológica ligada al activismo en torno a muchas otras batallas relacionadas con la conservación del medioambiente, se les han unido quienes desde otras posiciones creen realmente que los recursos son limitados y que hay que hacer un esfuerzo para que siga funcionando un sistema que genere una productividad que vaya asociado a la producción de empleos. Creen que hay una oportunidad de generar un espacio productivo ligado a la conservación del medioambiente, con el tránsito a las energías renovables, que permita que los jóvenes sigan construyendo y haciendo el país que quieren.
Otro punto importante en la encuesta tiene que ver con la transición digital y tecnológica, se pregunta por las ventajas e inconvenientes de este proceso. ¿Abundan más las primeras o los segundos?
Aquí hay un equilibrio entre el miedo y la esperanza. Igual que en la visión del desarrollo de las energías renovables no hay miedo, en este caso hay una parte de la sociedad que en la digitalización ve la botella medio vacía, que percibe más las posibles pérdidas de empleo a causa de la robotización o digitalización. Aunque hay otra parte de la sociedad que tiene esperanza en que incorporar la nuevas tecnología al desarrollo productivo pueda eliminar las tareas más complicadas, más repetitivas, o más alienantes, y que pueda provocar la creación de empleos de calidad. En torno a la digitalización conviven el miedo y la esperanza a partes iguales. En “Habitantes del futuro” queremos socializar dónde están esos espacios de la transformación digital que pueden hacer perder el miedo a aquellos que creen que solamente trae destrucción de empleos o cierres presenciales de espacios laborales.
«Hay una parte de la sociedad que en la digitalización percibe más las posibles pérdidas de empleo. En esto conviven el miedo y la esperanza»
En ese equilibrio de percepciones, ¿hay diferencia en función de la edad de los encuestados?
Hay una brecha digital real, que es generacional, pero dentro de los jóvenes también conviven esas dos percepciones. No es que todos los jóvenes vean con esperanza y abracen la digitalización como un yacimiento de empleo que va a solucionar automáticamente los problemas relacionados con el mundo laboral. No ocurre eso, en los jóvenes también conviven ambos sentimientos, un porcentaje alto de jóvenes también ve con miedo o no ve todavía la parte positiva de ese proceso para su incorporación al mundo laboral.
Llevamos mucho tiempo oyendo hablar de la transición tecnológica y de la economía verde, pero sobre todo a grandes trazos, con grandes titulares. ¿Habría que entrar más al detalle, hacer un trabajo de divulgación más concreto sobre lo que supone todo eso?
Sí, a mi juicio, el mayor problema que hay es que se ha abierto un abismo muy grande entre el conocimiento que tienen los expertos, instituciones y empresas que están liderando estos procesos de transformación, que son los que están generando los nuevos empleos verdes o digitales, y la ciudadanía. Aún no se han desarrollado políticas comunicativas suficientemente redistributiva para reducir la desigualdad que hay en el acceso a la información entre unas personas y otras. Creo que ahí hay que hacer un trabajo muy importante, para que cuando se hable de empleos verdes, por ejemplo en una familia sepan lo que tiene que estudiar su hijo o hija, que sepan qué empresas son las que pueden crear o están creando esos empleos, que puedan bajar de la abstracción del cambio de paradigma a intentar situar a través de sus decisiones a sus hijos en el espacio donde se compite por los empleos verdes y digitales. O para situarse a sí mismos, readaptándose o buscando espacios de formación. Igual no todo tiene que ver con mejorar el inglés, igual tiene que ver con otras necesidades para puestos concretos.
¿Cree que hay una asunción general de que todo el sistema productivo y el mercado laboral va a cambiar en unos años?
La perspectiva que hacen los mayores productores de datos y de escenarios nos hablan de esa transformación, que es imparable. Y los acontecimientos de la historia, nos dan acelerones o frenadas en esos procesos. La pandemia nos mandó a casa a teletrabajar y ha acelerado la digitalización de algunos espacios, como la Educación; la guerra nos manda a plantar molinos eólicos, acelera la transición energética. Nos encontramos en un momento muy volátil, las variables afectan a esas prospectivas, pero estas no han fallado, se han ido cumpliendo. La aceleración o ralentización de esto también va a tener mucho que ver con las decisiones que tomemos los ciudadanos, y cuanto más conocimiento tenga la ciudadanía, cuanto más expandido esté ese conocimiento, más posibilidades habrá de que el nuevo modelo sea más justo a la hora de redistribuir las buenas posiciones entre más gente.
Ha citado la pandemia, el proyecto nace en un contexto complicado, ¿ha condicionado el estado de ánimo de las personas encuestadas? ¿Han notado cambios sobre otras encuestas?
El estado de ánimo ha cambiado, claro. Los indicadores de salud mental reflejan un aumento de ansiedad, tristeza, insomnios asociados a estados emocionales... la pandemia ha dejado muchos agujeros en las personas. ¿Cambia o modifica su punto de vista sobre todas estas cosas? No. Pero sí puede afectar a la hora de ser más optimistas o pesimistas sobre lo desconocido, a tener más miedo de las incertidumbres, que se manejan peor.
Más que la pandemia, creo que está afectando una sucesión de acontecimientos imparable en los últimos años, que hace que planificar sea un deporte de riesgo. Y hace que la ciudadanía necesite cada vez más y mejor información, que creo que eso sí que se puede suministrar, y que hay que hacerlo porque eso te permite salir de situaciones de pobreza, o situaciones en las que estás empleando tu vida y tus recursos en algo que ya no va a existir mañana. La información debe ir asociada a todas las presentaciones de grandes proyectos o grandes infraestructuras o espacios de financiación que van a dar soporte a este cambio de modelo productivo.
Más allá de la participación ciudadana, entendida como forma de participar en la toma de decisiones, socializar la información ya sería un punto de partida que ayudaría a reducir esa asimetría de información y a reducir las desigualdades.
«Más que la pandemia, creo que nos está afectando una sucesión de acontecimientos imparable en los últimos años, que hace que planificar sea un deporte de riesgo»
Tras este trabajo dedicado al mercado laboral, ¿en qué ámbitos se va a centrar el proyecto?
Dentro de esos retos sociales que tenemos como humanidad, bajo el paraguas de “Habitantes del futuro” iremos colocando elementos que tengan que ver con la cotidianidad. Por ejemplo, el futuro de la ropa, porque ahí se está produciendo una gran transformación, y hay que saber que tu propia elección sobre qué ropa te pones cada día también puede afectar al futuro. Hay una industria de moda sostenible que se puede desarrollar... Está también el tema de la alimentación; uno de los grandes debates que hemos visto en los últimos años gira sobre una de las cosas que hacemos todos los días: comer. La ciudadanía debe saber más sobre del impacto que tiene sobre el medioambiente algunos de nuestros hábitos de consumo de alimentos.
Se trata de socializar esta información en espacios que no sean de competición o de interés partidista, que sean ajenos el modelo de los partidos políticos, que no son los mejores transmisores de información, porque no se perciben como muy confiables. Nosotros iremos tratando todos estos temas cotidianos, como alimentación, energía, transporte..., que tienen que ver con decisiones que toman los ciudadanos y que pueden transformar su vida, y el conocimiento que puede afectar a esa toma de decisiones.