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Camilleri se despide póstumamente de sus fans con un último Montalbano

Será el próximo 6 de octubre cuando la editorial Salamandra lance ‘Riccardino’. La novela, escrita por Andrea Camilleri para ser publicada después de su fallecimiento, nos brinda el último caso del comisario Montalbano.

Andrea Camilleri, uno de los grandes escritores de su época. (SALAMANDRA)

En 1982, Andrea Camilleri era un reputado director de escena y maestro de actores en la Academia Nacional de Arte Dramático Silvio D’Amico. A sus 57 años, y tras haber colaborado también como guionista para diversas series de la RAI, encaraba su jubilación con la idea de poder dedicarle tiempo a su primera vocación, la de escritor.

Autor de algunos cuentos en su juventud y de dos novelas que habían pasado por las librerías sin pena ni gloria, Camilleri no ambicionaba ganarse la vida escribiendo, simplemente buscaba una ocupación que lo mantuviera activo y motivado. Su destino cambió tras un encuentro con Leonardo Sciascia. El gran maestro de la literatura siciliana, auténtico renovador del género criminal vinculando su alcance al del relato histórico, recibió de Camilleri un manojo de documentos sobre una matanza que había tenido lugar en Porto Empedocle, cerca de Agrigento, en 1848. Viendo el potencial que había en aquella historia, Sciascia animó a Camilleri que fuera él quien la contase Fue así como en 1984 vio la luz ‘La Stragge Dimenticata’, novela histórica que marcó el punto de partida de la estrecha relación que Camilleri tuvo con la editora Elvira Sellerio. La confianza que le brindó quien en Italia fue conocida como “La signora dei libri”, fue decisiva para que Andrea Camilleri afianzase, a partir de entonces, su carrera como escritor.

Tras varias novelas más o menos exitosas, en 1994, Camilleri publica ‘La forma del agua’, un relato policiaco con un claro trasfondo moral escrito bajo el influjo de dos autores a los que siempre había admirado por su capacidad de conferir a la novela negra un sesgo político y social, el referido Leonardo Sciascia y el catalán Manuel Vázquez Montalbán. De él tomará prestado su segundo apellido para bautizar al protagonista de dicha novela: Salvo Montalbano, comisario de policía en Vigatá, provincia de Montelusa, dos nombres ficticios que evocan Porto Empedocle y Agrigento, respectivamente; dos lugares cargados de historia que, además de ser la patria chica del propio Camilleri. fueron lugar de nacimiento de otro ilustre de las letras italianas, el premio Nobel Luigi Pirandello. Pirandello es otra referencia permanente en la trayectoria de Camilleri, lo fue en sus años consagrados al teatro y lo siguió siendo cuando empezó a destacar como novelista. Buena prueba de ello es el vínculo que el novelista estableció con su personaje a lo largo de las 32 novelas de la serie, una relación donde el uno se retroalimenta del otro siguiendo el canon pirandelliano y que alcanza su punto álgido en ‘Riccardino’, obra póstuma de Camilleri que llegará a las librerías el próximo 6 de octubre.

Póstuma pero no postrera

En el prefacio de dicho libro, una de las novedades editoriales más esperadas del otoño, los editores italianos definen en los siguientes términos la relación que el autor mantenía con Salvo Montalbano: «la relación entre el Autor y su Personaje era laboriosa, dialéctica y sumamente irónica. (…) Al fin y al cabo, el propio Camilleri lo repitió públicamente en distintas ocasiones: por un lado, sentía la necesidad de liberarse de Montalbano, pero, por el otro, Montalbano volvía a llamarlo siempre y lo tentaba, casi lo obligaba, a escribir más y más historias sobre él para dejarlo crecer, cambiar, envejecer, como una criatura auténtica. Como si el comisario hubiera alcanzado una vida autónoma».

De esas tensiones surgió una novela como ‘Riccardino’ que si bien se trata de la obra póstuma de Camilleri no es, sin embargo, la última aventura de Montalbano escrita por él. De hecho, “Riccardino” es un libro escrito entre 2004 y 2005. En aquella época Andrea Camilleri acababa de cumplir 80 años y se hallaba un tanto sobrepasado por el éxito alcanzado por su personaje, de tal manera que decidió poner punto y final a la serie con esta novela. Cuando entregó el manuscrito a su editora lo hizo bajo la promesa de que únicamente lo publicasen tras su fallecimiento.

Sin embargo, su vida fue prolongándose más allá de lo previsto por él mismo y, en ese lapso, el propio autor no quiso o no pudo evitar conferir continuidad a su personaje más querido, alumbrando nuevas aventuras de Montalbano, las últimas ya en condiciones muy precarias, aquejado de una ceguera progresiva que le impedía escribir, viéndose obligado a dictar sus libros a su asistente, Valentina Alferj. En 2016, tras cumplir 91 años, Camilleri sintió curiosidad por confrontarse con aquella novela que, once años antes, había dejado a buen recaudo en una caja se seguridad de su editorial. En el prólogo a la edición en castellano de ‘Riccardino’, hay un texto escrito por el propio autor en el que Camilleri manifiesta lo siguiente: «Sorprendido de seguir vivo y con ganas de escribir, me ha parecido que sería buena idea retocar ‘Riccardino’. He perdido la vista, de modo que me he visto obligado a pedirle a mi amiga Valentina que me lo leyera. Al escucharla, me han asombrado mis propias palabras, ya no me acordaba de la historia y me ha parecido buena y, por desgracia, todavía actual. De hecho, no he cambiado nada de la trama, pero sí he considerado necesario actualizar el lenguaje empleado».

De este modo, con ‘Riccardino’ se pone punto y final a una saga mítica y a un personaje entrañable que ha conseguido renovar el canon del noir mediterráneo y acercarnos a unos ambientes, los de la Italia meridional, que parecían desterrados de la narrativa contemporánea y cuya alma fue capturada por Andrea Camilleri, un maestro a la hora de servirse el relato criminal para hablarnos de esas heridas eternas que corroen un territorio luminoso a la par que maldito.