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El corzo ha triplicado su presencia en Nafarroa y nada logra frenar al jabalí

La población de corzo en Nafarroa se ha triplicado en los últimos 21 años. De forma menos acusada, pero más problemática, el número de jabalíes ha crecido un 48% más en ese periodo. ¿Qué explica este aumento?


Según los datos de la Sección de Caza del Gobierno de Nafarroa -la competente en el control y monitorización de estas especies- se ha pasado de 3,6 jabalíes por kilómetro cuadrado en Nafarroa a 5,45 en apenas 20 años. En lo que respecta al corzo, la población ha crecido de forma mucho más espectacular, de 1,43 a 4,63 ejemplares por cada kilómetro cuadrado. No llega a triplicarse, pero casi.

El aumento no se debe a que ahora se maten menos. Sucede al contrario: cada año se cazan más. Las capturas de jabalí se han triplicado en ese periodo. De cerca de 3.000 ejemplares al año abatidos por los cazadores, se ha pasado a rozar los 10.000. Y, aun así, la población no cesa de crecer.

Al jabalí y al corzo no les quedan depredadores naturales. No hay lobo ni oso. «Algún zorro se puede llevar un pequeño rayón o, acaso, un águila real. Nada más. El gran depredador aquí, en realidad, es el propio jabalí, que es omnívoro. En la laguna de Pitillas está haciendo mucho daño a las aves que anidan en los carrizos. Hay estudios que apuntan que es el mayor predador de perdices, superando al zorro», comenta Paloma Troya, jefa de la Sección de Caza.

Paloma Troya: «Hemos preparado un bufé libre para estos animales. Los inviernos ya no son tan duros para ellos. Y estamos detectando más de una camada al año»

 

Troya sostiene que hemos cambiado tanto el monte, el clima y los cultivos hasta romper el equilibrio. Ahí se encuentra la razón del espectacular avance de estos mamíferos.

«Tenemos cultivos nuevos, regadíos verdes donde antes no había agua. Hemos preparado un bufé libre para estos animales. Los inviernos ya no son tan duros para ellos. La mortalidad que tenían en los meses fríos ya no es la misma. Y no solo eso. Estamos detectando que tienen más de una camada al año. De hecho, ya no tenemos una época muy clara para la reproducción», prosigue la responsable.

Nafarroa no vive un auge de la caza. Cazadores cada vez hay menos, aunque maten más. Para tratar de mantener un control cinegético de estas especies, lo que está haciendo la Sección de Caza es ampliar las temporadas, pero se ha llegado ya al límite. «Aquí permitimos cazar jabalí en espera ya todo el año. Lo único que se mantiene acotado son las batidas, por no afectar a las temporadas de cría de otras especies», expone.

Unos montes diferentes

Los regadíos de Erribera han resultado ser el hábitat idóneo para los jabalís. Aunque la población crece en todo el territorio, es en el Sur donde el fenómeno resulta más acusado. Entre el maíz encuentran alimento de sobra y además se sienten protegidos entre plantas tan altas.

Todo el monte se ha vuelto más favorable. El abandono de los pueblos y de las explotaciones ganaderas extensivas han hecho que el bosque se cierre, aumentando tanto la comida como la sensación de seguridad. Lo que no comen los rebaños lo aprovechan ahora los corzos.

Aunque la proliferación de corzo sea mucho más espectacular que la del jabalí y cada vez sea más común verlos acercarse a poblaciones humanas, es este segundo el que más problemas presenta.

Los accidentes de tráfico que genera un jabalí son más graves, por ser más grande y pesado. Una hembra alcanza los 65 kilos y los machos más grandes doblan sin problemas ese peso. Un corzo adulto se queda entre los 20 y 30 kilos.

Según Policía Foral, pese a producirse un número cada vez mayor de atropellos a estos animales, rara vez estos son mortales. La única vida perdida de un conductor en Nafarroa ocurrió hace dos años y sucedió por tratar de esquivar a un animal que le salió al paso y chocar contra un árbol. La recomendación general es no dar un volantazo. Los vehículos están preparados para proteger a conductor y pasajeros de choques así.

La montañosa provincia de Soria es una de las que más ha trabajado en métodos para evitar los atropellos de estos animales. Han colocado, por ejemplo, reflectores para que las luces de los vehículos reboten hacia el campo y espanten a los animales. Han probado también instalar emisores de olor de sus depredadores naturales para ahuyentarlos e, incluso, han llegado a cortar árboles a ambos lados de la vía para que el animal y el conductor tengan más posibilidades de verse y evitarse.

La efectividad estos métodos resulta difícil de verificar. En cualquier caso, su éxito no alcanza a compensar el crecimiento del número de reses. Lo que mejor parece funcionar -sin ser una fórmula mágica- son los pasos para fauna.

«Los animales tienen sus costumbres, van de su zona de refugio a su zona de alimentación. Si pueden, por el mismo sitio. Haya más animales o haya menos, cruzarán por los mismos lugares. No se trata de exterminarlos. Pienso que falta un estudio serio sobre eso, mirar sus rastros y facilitarles los pasos», comenta Troya.

Hay una preocupación añadida a la siniestralidad y los daños en cultivos: la expansión de enfermedades

Un paso de fauna es una idea simple. O se excava un túnel para que los animales pasen por debajo de la vía o un puente para que pasen por encima en aquellos lugares por donde pasen habitualmente.

Uno de los puntos calientes está en los arrozales de Arguedas. Según Troya, los jabalíes han encontrado una fuente de alimento que les encanta. No se trata solo del arroz, sino del cangrejo americano.

Las enfermedades

Existe un motivo de preocupación añadido al de la siniestralidad y los daños a los cultivos: la expansión de enfermedades. Del jabalí preocupa, sobre todo, la peste porcina, por suponer una amenaza para las granjas de cerdos. Aunque no se ha detectado aún esta enfermedad en los jabalíes de la Península, en otros países del entorno han iniciado medidas de prevención muy fuertes.

Alemania, el gran exportador de cerdo de Europa con cifras superiores a las del Estado español, ha blindado su frontera con Polonia, pues en los cerdos salvajes de ese país se ha detectado esta peste.

El otro germen que hace peligroso al jabalí es la tuberculosis. A esta especie se le considera el principal reservorio de esta bacteria en Nafarroa y el principal motivo de que la enfermedad no haya podido ser erradicada desde el punto de vista veterinario.

De los patógenos del corzo, preocupa la mosca Cephenemyia stimulator. Su larva anida en el morro del animal y puede acabar matándolo. Este parásito ha diezmado la población de corzos en Asturias tras detectarse en 2015 y se han hecho campañas para tratar de contener su expansión, sin obtener grandes logros.

Control poblacional

La jefa de la Sección de Caza sostiene que «hay que ser consecuentes». El ecosistema no se regulará solo. «Hemos tocado tanto la naturaleza que es inviable dejarla que siga su curso. Los cultivos están tratados contra todo, lo que antes era secano, hoy es verde... Debemos ejercer un control», afirma Troya.

En su opinión, no se ha encontrado mejor método que la caza para poner freno al crecimiento de estas especies. Es preciso y los mata rápido «No solo es que mueran, también que ya no criarán», asegura.

Este control debe atender a las costumbres de la especie. El jabalí es matriarcal, sus manadas las comanda una hembra adulta y sabia. «Se sabe que si se mata a esa hembra, la manada se disgrega y acaba siendo peor. Sobre ella no hay que disparar», asegura.

No todas las decisiones a tomar son fáciles. «Debemos debatir sobre si el jabalí es una plaga o no -afirma Troya-. Un cazador busca trofeos, grandes machos. Disparar sobre una hembra embarazada o acompañada de rayones que se morirán sin ella no es sencillo para nadie, pero igual hay que hacerlo».