INFO

Nueva Zelanda remonta ante Inglaterra y alza ante su público su sexta Copa del Mundo

Las Red Roses han jugado una hora con una jugadora menos y no han podido mantener la renta de 14 puntos que habían amasado en los primeros minutos, cayendo en Eden Park por 34 a 31. Francia logra el bronce tras arrollar a Canadá (36-0). 

Las Black Ferns celebran su sexto título mundial. (MICHAEL BRADLEY | FOKU)

Las finales no se juegan, las finales se ganan, reza el adagio. Bien lo sabe la selección femenina de rugby de Nueva Zelanda, que este sábado ha sumado su sexto título mundial en nueve ediciones. Y lo ha hecho ante su público, con el mítico estadio de Eden Park (Auckland) casi lleno –42.579 personas, récord del rugby femenino– y frente a la favorita y temible Inglaterra, que se ha visto lastrada por una tarjeta roja mediada la primera mitad (34-31).

En igualdad numérica las inglesas, que llegaban con una tarjeta de visita inmaculada merced a sus 30 victorias consecutivas –su última derrota databa de julio de 2019, también frente a las Black Ferns– eran superiores. Han salido como un tiro, y en menos de un cuarto de hora los ensayos de Kildunne y Cokayne –la talonadora ha firmado un hat trick– han puesto en el marcador un 0-14 que hacía temer una final descafeinada.  

Pero al poco ha llegado la jugada que ha equilibrado la balanza. Lydia Thompson no ha doblado el lomo para placar a Portia Woodman, ha chocado completamente erguida y su cabeza ha impactado contra la cara de la estrella neozelandesa, que ha tenido que ser sustituida en cumplimiento del protocolo de conmoción cerebral. La inglesa se iba a la calle y, dos minutos después, Ponsonby anotaba y Holmes certificaba el 7-14. Había partido.

Desde ese momento el choque ha sido un duelo de pistoleras. Las Black Ferns hacían sangre a campo abierto, con el aderezo añadido de su superioridad numérica, mientras que las Red Roses se mostraban letales con una receta clásica pero demoledora, su maul tras saque de banda.

La incógnita

Otros dos ensayos por cada lado antes del descanso mandaban a las jugadoras a vestuarios con un 19-26 favorable a las visitantes. Quedaban por delante 40 minutos y la incógnita de saber si serían capaces de resistir con una menos el empuje de un rival impulsado por la grada.

Parecía que la respuesta iba a ser que no. Fluhler y Murray posaban el balón y en menos de diez minutos Nueva Zelanda tomaba el mando por vez primera (29-26). Pero Inglaterra no iba a entregar tan fácilmente la cuchara. Otra vez la delantera, otra vez el maul, otra vez Cokayne, otra vez por delante (29-31).

Faltaba el último acto. Con ambas escuadras al borde de la extenuación tras un mes de torneo, Fluhler –qué partidazo el suyo– cazaba un patada a la espalda de la defensa inglesa y asistía a Leti-l'iga para que esta anotara el 34-31 definitivo a falta de nueve minutos.

Ha tenido Inglaterra la victoria al alcance de la mano ya con el tiempo cumplido, con dos saques de banda a cinco metros de la marca, pero ha faltado la precisión necesaria para repetir una última vez su receta favorita. Desconsuelo en las europeas, a la que solo les servía el título y que regresarán a casa con su sexto subcampeonato bajo el brazo. En la próxima cita, dentro de tres años, serán las anfitrionas.

Séptimo bronce para Francia

Menos emoción ha habido en la pelea por el bronce, donde Francia ha pasado por encima de Canadá (36-0). Las de azul repiten por séptima vez en el tercer cajón del podio, las semifinales son su particular Rubicón, que aún no han conseguido cruzar. Canadá se queda con la plata de 2014 como única medalla hasta la fecha.