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Cara a cara entre Biden y Xi: las espadas siguen en alto

Los presidentes chino y estadounidense. (Saul LOEB | AFP)

Xi Jinping y Joe Biden llegaban a su primer cara a cara como presidentes en un buen momento. El líder chino acaba de perpetuarse como secretario general del PCCh en un congreso en el que ha laminado cualquier tipo no ya de oposición sino de rivalidad controlada interna.

El inquilino de la Casa Blanca ha capeado con éxito las elecciones de medio mandato. Los demócratas mantienen su exigua pero a la postre mayoría en el Senado. La «marea roja» se ha revuelto como resaca que amenaza con llevarse y ahogar a Donald Trump.

Lo que ya se presenta como victoria de Biden, que cumplirá 80 años este domingo, tiene más que ver con la pasada de frenada trumpista en temas como el aborto que con méritos propios, algo que seguro están analizando los estrategas republicanos.

Xi justifica la concentración de poder en sus manos en la necesidad de hacer frente a grandes desafíos. Y los que en el PCCh han salido trasquilados esperan, agazapados.

Pero, de momento, ambos se sienten fuertes y, más allá de gestos diplomáticos y de lo que nunca trasciende de este tipo de encuentros, esgrimieron ayer sus prioridades.

Con la retirada rusa de Jerson bajo el brazo, Biden trató sin éxito de arrancar a Xi algo más que su oposición genérica a una guerra nuclear en Ucrania, su «profunda preocupación» por el conflicto y su apuesta por una paz negociada.

Este último recordó a Biden que Taiwán es «la línea roja a no cruzar», en referencia a los flirteos nada dialécticos de este, amagando con romper con la doctrina de la «ambigüedad estratégica» de EEUU en la antigua Formosa.

Por contra, y consciente de que los tiempos históricos corren a favor de China, Xi guiñaba con que «el mundo es suficientemente grande para que ambos países puedan prosperar y competir». Así, de buen rollo.

El presidente de EEUU, que reaccionó a la envolvente de Pekín (Nueva Ruta de la Seda) respondiendo a la invasión rusa de Ucrania con una «guerra por procuración», imploró al líder chino que presione a Corea del Norte para que ceje en su muestra de músculo balístico y nuclear, una escalada que retroalimentan los halcones de Corea del Sur.

Xi le miraría como quien oye llover. Con los mismos ojos con los que no miraba al expresidente chino Hu Jintao cuando le purgó en pleno congreso ante el mundo.