Quinta participación europea de Osasuna en su poco más de un siglo de historia futbolística
Osasuna iniciará ante el Brujas su quinta participación europea en los 103 años de historia del club rojillo. Una singladura continental en la que el equipo navarro ha dado unas cuantas alegrías a sus fieles seguidores.
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Después de hacerlo en la antigua Copa de la UEFA e incluso en una previa de Champions League, Osasuna comenzará ante el Brujas su quinto concurso en un torneo continental en el poco más de un siglo de existencia de la entidad rojilla.
Una breve andadura europea en la que la escuadra navarra vivió momentos históricos y que han quedado en la retina de muchos aficionados ya veteranos, al lograr míticas victorias frente a conjuntos de mucha mayor tradición continental.
Descorche y sonido de gaitas
Tras darse por concluida la etapa de Pepe Alzate –el técnico que ascendió al equipo a Primera al comienzo de la década de los 80 del siglo pasado–, el entonces presidente osasunista, Fermín Ezcurra, realizó una apuesta arriesgada por un entrenador serbio desconocido, pero recomendado por el exmíster merengue Vujadin Boskov.
Iván Brzic, fallecido el 2 de junio de 2014, aterrizó en una liga totalmente nueva para él, pero con unas nuevas ideas que ciertamente nunca llegaron a calar del todo en la grada, pero que sí ofrecieron rendimiento casi inmediato.
En su segunda temporada al frente del banquillo navarro (1984-85) logró aupar al cuadro navarro al sexto puesto liguero, gracias a la aportación de jugadores veteranos –Vicuña, Castañeda, Echeverría y Martín– y al surgimiento de una nueva generación de jóvenes canteranos –Lumbreras, Rípodas, Ibáñez y Bustingorri– que acabarían fichando por otros clubes.
Ello le permitió a Osasuna ganarse su primera clasificación europea de la historia, un hito que se vivió como si fuesen unos Sanfermines a primeros de octubre. El bombo quiso además que ese estreno continental se produjese ante un rival con importante caché, todo un Glasgow Rangers campeón de la Recopa en 1972.
La ida en Ibrox Park se saldó con una derrota por la mínima, por lo que la hazaña de la remontada parecía factible en un Sadar que se llenó hasta la bandera cuando todavía la hinchada se contenía con vallas metálicas en su perímetro.
Dos horas antes del inicio del choque, sus gradas ya estaban a rebosar –eran tiempos en los que las localidades no estaban numeradas en las zonas más populares– y el ambiente se fue preparando para la gran hazaña.
La remontada también tuvo su parte curiosa. Obligados por los responsables arbitrales para no confundir indumentarias, los rojillos saltaron al terreno de juego ataviados con unas inusuales medias blancas que pasaron a la historia.
De esa guisa, los comandados por Brzic firmaron uno de los partidos incluidos en las mejores crónicas rojillas. El pulmón Patxi Rípodas igualó la eliminatoria cuando no se había cumplido el primer cuarto de hora y el infatigable Enrique Martín puso la guinda a cinco minutos del descanso. Osasuna logró mantener el resultado en el segundo periodo y Osasuna se plantó en los dieciseisavos.
La euforia navarra se desató tras dejar en la cuneta a todo un referente continental y las cuentas de la lechera comenzaron a propagarse por el entorno rojillo. El cruce con un rival de menor cartel acentuó las expectativas, pero el Waregem fue un hueso duro de roer.

También flamenco como ahora el Brujas, formaba por aquel entonces un bloque sólido que se puso con doble ventaja en el primer encuentro. La tarea se antojaba complicada para la vuelta en Iruñea, pero Jesús Orejuela y Miguel Sola enjugaron la diferencia en apenas nueve minutos de juego.
Ese vendaval hizo creer en que el camino europeo de Osasuna iba a gozar de continuidad, pero solo fue un espejismo. Al Waregem le costó amoldarse al terreno embarrado –llovió con intensidad aquel 6 de noviembre–, pero lo acabó haciendo y en el 62 le dio la puntilla con el 2-1 al estreno continental rojillo.
Noche mágica en Stuttgart
No tardó en pasar mucho tiempo para que Osasuna repitiese participación en el viejo continente. El técnico más longevo de su historia, el mito Pedro Mari Zabalza, se hizo con las riendas del vestuario tras el despido de Brzic.
Gozando de la total confianza de la junta directiva, el preparador iruindarra fue conformando un bloque que acabó de firmar la cuarta plaza en la 1990-91, habiendo ocupado el tercer puesto durante muchas jornadas.
Los antes citados talentos surgidos de Tajonar –dichas instalaciones ya llevaban funcionando casi una década– habían madurado, aunque todavía quedaba alguna vieja gloria –Castañeda seguía siendo un indiscutible con 35 años– y los hermanos Larraintzar comenzaban a asomar la cabeza.
Sin embargo, el mayor poder de la escuadra navarra se encontraba arriba. Cuco Ziganda ya había despuntado de tal forma que el Athletic se había hecho con sus servicios, con lo que a Jan Urban le tocó multiplicarse en la faceta goleadora.
La estrella polaca resultó decisiva en esa 1991-92, segundo paso europeo rojillo. Tras dejar K.O. a un Slavia Sofía bastante inferior –goleada por 4-0 en la vuelta en El Sadar–, Osasuna volvió a cruzarse con otro histórico, el Stuttgart alemán.
Los teutones, que contaban entre sus filas con el guardameta Elke Immel, el todoterreno Matthias Sammer y el talentoso Maurizio Gaudino, dejaron la resolución de la eliminatoria ante su público tras el 0-0 de El Sadar.
Pocos eran los que confiaban en las posibilidades del cuadro navarro, pero quien tuvo fe y se desplazó a la ciudad alemana se lo pasó de lo lindo. Un Urban estelar, autor de dos goles y una asistencia para el tercero de Merino, puso 0-3 a Osasuna en el Mercedes Benz Arena, resultado solo inquietado en el tramo final por dos dianas locales que de poco sirvieron. Aquel fue otro encuentro para guardar en la videoteca.
Su gesta no tuvo correspondencia con la suerte del siguiente bombo. A los rojillos les tocó el más difícil todavía, el que a la postre sería campeón del torneo. Un Ajax en el que su estrella, Dennis Bergkamp, resultó decisiva.
Al futbolista de Amsterdam no le resultó nada pesado su viaje en automóvil hasta Iruñea –de sobra era conocida su fobia a volar– y marcó ya las diferencias en El Sadar anotando un 0-1 que resultaba muy complicado de voltear.
Así sucedió en tierras neerlandesas, donde los ajacieden volvieron a ganar por la mínima, de nuevo con otra diana de un Bergkamp que seguiría despuntando en equipos como el Inter y Arsenal.
La participación más efímera
Hubo que esperar más de una década y un cambio de siglo para que Osasuna volviese a mostrar sus galas por tierras europeas. Y, al igual que sucedió en las etapas de Brzic y Zabalza, también fue necesario ir amasando un bloque de futbolistas talentosos, congeniando experiencia y juventud.
Javier Aguirre, con pasado efímero en el club como jugador pero avalado por el trabajo en los banquillos en su México natal, fue haciendo crecer un grupo que, hasta la llegada de Jagoba Arrasate, había conseguido los mayores logros en la historia de la entidad rojilla.
De la mano de "El Vasco", el equipo navarro alcanzó por primera vez una final copera. Y aunque la perdió, el hecho de que el campeón, el Betis, disputase Champions, permitió a los rojillos volver a jugar la Copa de la UEFA.

Sin embargo, su tránsito fue ciertamente efímero. A las primeras de cambio, el Rennes bretón, donde militaban futbolistas del calibre de los suecos Isaksson y Kallstrom, y el suizo Frei, les apeó sin contemplaciones con un 3-1 en la ida que no fueron capaces de devolver en El Sadar, donde se firmaron unas raquíticas tablas.
Esa eliminación tan tempranera no vaticinaba buenos presagios para la campaña que acababa de comenzar (2005-06). Nada más lejos de la realidad. Ello permitió centrarse en la Liga, donde se lograría una cuarta posición por segunda vez en la historia osasunista.
Rozando la final
Y ese sobresaliente puesto le valió para disputar la máxima competición continental en una eliminatoria previa, con el Hamburgo como escollo para entrar en una fase de grupos para la que ya se relamía El Sadar, a la espera de la visita de grandes adversarios europeos.
Pero el conjunto germano, ahora en su sexto curso consecutivo en la Bundesliga 2 y con un gran presupuesto económico por aquel entonces que no solía responder a las expectativas deportivas, no fue un adversario sencillo, pese a que el 0-0 de la ida en el Hamburg Arena hizo abrigar numerosas esperanzas.
Más todavía cuando Carlos Cuéllar hizo vibrar en el minuto 6 de la vuelta a un atestado Sadar, que vio cómo se esfumaban todas sus ilusiones a un cuarto de hora para la conclusión con la igualada de De Jong.
Aquello fue un importante varapalo para las huestes de un Cuco Ziganda que había tomado el relevo de Aguirre y que vio cómo se ponía en entredicho su propuesta futbolística a las primeras de cambio.
Sin embargo, lo que en primera instancia supuso un duro golpe en la línea de flotación del equipo se fue transformando en una trayectoria esperanzadora en la Copa de la UEFA, a medida que se iban sorteando obstáculos.
Y con envites al borde del infarto, como el cabezazo de Nekounam en el minuto 120 que sirvió para eliminar al Girondins, después de que Osasuna también hubiese dejado fuera al Trabzonspor y superado una liguilla frente a Heerenveen, Lens –única derrota–, Odense y Parma.
A partir del correoso enfrentamiento con los bordeleses, todo fue rodado para el conjunto rojillo, que volvió a medirse por segunda vez en su itinerario europeo con el Glasgow Rangers, al que volvió a dejar en la cuneta (1-1 y 1-0).
Más incontestable todavía fue el cruce con el Bayer Leverkusen, que se presentaba con la vitola de cuadro revelación de la Bundesliga, pero al que Osasuna lo dejó en la lona en propio estadio, en un duelo majestuoso de los navarros que concluyó con 0-3 y que dejó la vuelta en un nuevo trámite.
A los de Ziganda solo les quedaba un paso para alcanzar la final. En el bombo, tres oponentes: Tottenham, Espanyol y Sevilla. Por aquello de seguir compitiendo de tapado, los londinenses era el rival preferido, pero no se dio.

La suerte resultó de nuevo esquiva y tocó medirse al que ya era campeón y que repitió, un Sevilla que ha hecho de la segunda competición continental su santo y seña en los últimos tiempos.
Y eso que los entonces dirigidos por Juande Ramos estuvieron contra las cuerdas en El Sadar después de que Soldado adelantase a los anfitriones en la segunda parte, estos fallasen infinidad de oportunidades y el partido tuviera que detenerse durante siete minutos por la lesión del árbitro, el neerlandés Eric Braamhaar, frenando el ímpetu del acoso local.
La encerrona de la vuelta en el Sánchez Pizjuán –la ida ya había sido bastante tensa como casi todos los enfrentamientos de rojillos e hispalenses por aquella época– permitió al cuadro andaluz darle la vuelta (2-0), si bien Webó dispuso de una ocasión inmejorable en los últimos minutos para hacer enmudecer al estadio sevillista, pero su remate no encontró portería.
Quinta participación con incógnita
Este jueves Osasuna iniciará su quinta participación europea, estrenándose en la Conference League, un torneo de reciente creación, que encara la que es su tercera edición, tras vencer en las anteriores Roma y West Ham.
Después de pelearlo en los despachos y dar finalmente la UEFA su brazo a torcer por una más que presumible sentencia favorable del TAS a los argumentos rojillos, el club navarro se medirá este jueves al Brujas, un equipo que lo hizo muy bien el año pasado en la Champions, pero que ha perdido a piezas importantes de su once habitual.
De lo que suceda en El Sadar dependerán gran parte de las opciones continentales de una entidad que podría volver a reverdecer viejos laureles en tierras europeas protagonizando de nuevo envites históricos que quedarán en la retina de las más jóvenes generaciones de aficionados rojillos.