La enfermedad hemorrágica epizoótica agrava el «contexto difícil» que vive la ganadería vasca
Una visita a la explotación que regenta Annick Veschembes en Domintxaine servía al sindicato ELB para sensibilizar de las consecuencias que la enfermedad hemorrágica epizoótica, que afecta a ganaderos del conjunto de Euskal Herria, acarrea a un sector que vive «un contexto extremadamente difícil».
El sindicato ELB organizó, el 20 de noviembre, una visita a la explotación de vacas lecheras que regenta la ganadera Annick Veschembes en Domintxaine.
El objetivo de la visita era sensibilizar a los electos de Ipar Euskal de las consecuencias que se derivan de la expansión de la conocida como enfermedad hemorrágica epizoótica (EHE).
Se estima que de las 4.700 explotaciones ganaderas existentes en el departamento del que forma parte Ipar Euskal Herria 1.700 están afectadas por esta enfermedad, que es transmitida por la picadura de un parásito de tipo culicoide.
Según indica Ugo Arbelbide, miembro de ELB, «el objetivo de la visita era sensibilizar a los electos y solicitarles que hagan lo que está a su alcance».
Acudían a la cita en la localidad zuberotarra el diputado en París por el PS Iñaki Echaniz, la vicepresidenta de la Mancomunidad Vasca y responsable del área de agricultura, Isabelle Pargade, y Beñat Cachenaut, suplente del senador por Les Républicains, Max Brisson, informa ‘Mediabask’.
«Ayudas simples y rápidas»
Ni la Región de Nueva Aquitania ni el Departamento de Pirineos Atlánticos acudieron a ese encuentro, por lo que presentaron excusas, mientras que el subprefecto no respondió a la invitación de los agricultores que, sin embargo, tenían interés en mantener ese encuentro con el representante del Estado al depender de esa instancia el programa de ayudas.
Aunque el ministro de Agricultura, Marc Fesneau, anunció el pasado 2 de noviembre en el marco de una visita a Biarno que el Estado ayudaría a los ganaderos afectados, desde entonces «no tenemos más noticias ni sobre las modalidades de las ayudas ni sobre las fechas que se barajan para percibir las mismas», se quejaba Arbelbide.
El representante de ELB apelaba a tener en cuenta la gravedad de la situación, ya que a esa contabilidad oficial que habla de 1.700 explotaciones afectadas en el Departamento de Pirineos Atlánticos hay que sumar «aquellas explotaciones en las que los ganaderos asumen por sí mismos el tratamiento de los animales».
«La enfermedad llega en un contexto muy complicado» remarcaba el representante de ELB, ya que la nueva crisis sucede a la sequía vivida el año pasado, a la inflación que ha encarecido el costo de la alimentación de los animales y a otras alertas sanitarias como la derivada de la tuberculosis bovina.
«Hemos querido explicar directamente a los responsables políticos de la urgencia de articular ayudas simples, rápidas y justas, porque muchos ganaderos tienen la sensación de que, si no reciben apoyo, esta pueda ser la gota que colme el vaso y les lleve al cese de actividad», ha resumido el portavoz del sindicato vasco.
Desde Cerdeña
Los primeros casos de la enfermedad hemorrágica epizoótica fueron detectados el año pasado en la isla de Cerdeña.
A partir de ahí la dolencia se fue extendiendo, llegando a la Península Ibérica y al departamento francés de Altos Pirineos.
De ahí que no tardara en aparecer en las explotaciones vascas, a ambos lados de los Pirineos, hoy seriamente afectadas por la nueva crisis sanitaria.
Los primeros casos en Ipar Euskal Herria se comunicaron en septiembre pasado y llevaron a tomar medidas de protección en torno a dos explotaciones, una de Hazparne (Lapurdi) y otra de Etxebarre, en Zuberoa.
No se trata de una enfermedad con alto índice de mortalidad para el ganado, ni tampoco presenta riesgos de transmisión conocidos para el ser humano.
Aunque muchas veces los síntomas que presentan los animales sean más bien leves –cansancio, problemas de digestión, congestión en mucosas con eventual aparición de sangrado– el impacto que tiene en las explotaciones es muy importante.
El protocolo sanitario aplicado por la Unión Europea obliga a aislar el ganado y prohíbe su traslado y, por descontado, su sacrificio para la venta.