Serbia y Eslovenia, rivales en el césped, ¿son hermanos fuera de él?
No es la primera vez que Serbia y Eslovenia se ven las caras en una Eurocopa, ya que empataron a tres goles en el año 2000. Pero el desmembramiento de Yugoslavia empezó en tierras eslovenas, diez días de infierno que se prolongaron por años en otras repúblicas, y que solo el tiempo restaña.
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-¿Por qué te viniste a Suiza?
-Me iba bien en Yugoslavia, pero tenía planes. Quería prosperar.
-¿«Yugoslavia»? ¡Ya nadie la llama así!
Das Fräulein (Andrea Staka, 2006)
El tiempo lo cura todo. Pero queda la cicatriz como memoria de un dolor en carne viva. Cuando Serbia y Eslovenia se miren frente a frente, sobre un césped de fútbol en este caso, un se colará por la rendija de la tragedia. La guerra. Pese a los 24 años tras el 3-3 de la Eurocopa del año 2000 –aunque aquella vez jugaba «Yugoslavia» con los jugadores de Serbia y Montenegro–.
La Guerra de los Balcanes, la que causó la desaparición de la República Federativa Socialista de Yugoslavia, comenzó en Eslovenia. Se venía larvando desde mucho antes, sobre todo tras la Constitución de 1974, la presión del Banco Mundial y el FMI para renovar la deuda estatal y sobre todo la muerte del mariscal y presidente Josip Broz ‘Tito’ en 1980, aglutinador de una heterogénea experiencia socialista no alineada, internacionalista y autogestionaria tan hermosa como cruel fue su final.
Eslovenia fue el emplazamiento donde el 27 de junio de 1991 estallaron los primeros bombazos de un infierno que duró hasta 1995 y liquidaría Yugoslavia, desmembrándola en países independientes, cada quien con sus cicatrices como costurones, siendo sin duda la República de Bosnia y Herzegovina la que se llevó la peor parte.
Curiosamente, ese conflicto armado que devino en la independencia efectiva de la República de Eslovenia se conoce como «la Guerra de los Diez Días».
Diez días y una historia
Eslovenia celebró un referéndum de autodeterminación en diciembre de 1990 con un resultado abrumador: un 95% votó a favor. Los resultados dejaban claro la excepción eslovena dentro de la República yugoslava y no iba a quedar sin respuesta. Más aún cuando el 25 de junio de 1991 Eslovenia declaraba de forma unilateral su independencia respecto de Yugoslavia, luego de acusar a Slobodan Milosevic de exacerbar la idea de la «Gran Serbia», término aplicado a corrientes expansionistas dentro del nacionalismo serbio.
El 27 de junio se producen sucesivas maniobras de despliegue del Ejército Popular Yugoslavo –JNA–: una unidad del 306.º Regimiento Antiaéreo entra en Eslovenia; horas después, una columna de tanques y transportes de tropas armados de la 1.ª Brigada Acorazada del JNA sale de su acuartelamiento cerca de Liubliana, dirigiéndose hacia el aeropuerto internacional de Brnik, que sería retomado por las fuerzas yugoslavas. Son las primeras escaramuzas de una guerra que se trasladaría después a Croacia y más tarde a Bosnia, por no hablar de los bombardeos de la OTAN sobre Belgrado en 1999. Yugoslavia empezaba a disolverse.
Con todo, para el 7 de julio la guerra en Eslovenia estaba formalmente acabada con el acuerdo de Brioni, en unos términos en los que se aceptaba una moratoria de tres meses sobre la independencia eslovena. La policía eslovena y nuevas fuerzas armadas eran reconocidas como soberanas en su territorio.
Años después se supo que en enero de 1991 los presidentes de Serbia y Eslovenia firmaron un pacto secreto. Eslovenia obtendría su independencia a cambio de apoyar a Serbia. En paralelo, Eslovenia logró que a cambio de su apoyo futuro al proceso de independencia croata, Croacia aprobara el traspaso de equipo militar controlado por Croacia a Eslovenia. Esto debilitaría a Croacia durante su guerra con Serbia, lo cual fue aprovechado por el Gobierno de Eslovenia para venderle armas a Croacia a pesar del embargo internacional y obtener beneficios que fueron a parar a los bolsillos de los miembros del Gobierno.
Unido al mundo del deporte, la víctima más célebre fue el base Jure Zdovc, concentrado en Roma con la selección de baloncesto de Yugoslavia en el Eurobasket de Roma. En vísperas de jugar las semifinales recibió la orden del incipiente gobierno esloveno de abandonar la concentración. Inconsolable por su compañero de habitación y amigo, el serbio Sasha Djordjevic, no fue hasta el año 2005 cuando Zdovc recibiera la medalla de oro de aquel torneo.
Prosperidad y recuerdo: dos caminos
Desde su independencia, Eslovenia se unió en 2004 a la Unión Europea, se integró en el euro el 1 de enero de 2007 y en el área de Schengen en diciembre de 2007.7 Ya en 1993 se había adherido al Consejo de Europa y desde julio de 2010 forma parte de la OCDE. A su vez, su economía ha evolucionado de forma muy clara, aglutinando Eslovenia una renta per cápita de 24.770 euros.
En lo que se refiere al deporte, aparte de la apabullante irrupción de los ciclistas Tadej Pogacar y Primoz Roglic, el éxito colectivo más grande ha sido su medalla de oro en el Eurobasket de 2017, superando precisamente a Serbia en la final, con Goran Dragic y Luka Doncic como principales estandartes –estrellas de la NBA en ambos casos–. En balonmano, la plata del seleccionado masculino en el Campeonato Europeo de 2004 y la medalla de bronce en el Campeonato Mundial 2017 han sido las otras tres partes de su hacienda.
Serbia, por su parte, solicitó la adhesión a la UE en diciembre de 2009 y obtuvo el estatuto de país candidato a la UE en marzo de 2012. Las negociaciones de adhesión entre la UE y Serbia se iniciaron en enero de 2014. Hasta hoy.

Junto con Croacia, Eslovenia debiera ser el país donde la «yugonostalgia» menos debiera calar. Pero cala. Como explica Koldo Tellitu, autor del libro «Nire Yugoslavia hain ulertugabea», «la transición hacia el capitalismo, salvo quizás en Eslovenia, no ha sido sencilla en ninguno de los nuevos Estados surgidos de la desmembración de Yugoslavia, lo que ha provocado que parte de la población siga mirando hacia el pasado, lamentándose de aquello que han perdido y recordando aquellos viejos tiempos en donde las cosas eran más fáciles y felices»
En su opinión «la “yugonostalgia” tiene todavía mucho camino por recorrer en el plano político... Necesita reinterpretar el discurso comunista a la realidad de este siglo. Pero en los terrenos de la cultura y de la añoranza tiene mucho terreno ganado, en todos los estados, salvo quizás en Croacia, existe un alto interés por la música, la literatura, la arquitectura, la cultura, la gastronomía o festividades que eran netamente de la época yugoslava. Además, es un fenómeno que está llegando con fuerza a la población joven, que nunca conoció Yugoslavia de primera mano».
Y sin embargo, la Yugoslavia de Tito causa rechazo a la par de fascinación. Plantearse en 2024 una Yugoslavia como la de la segunda mitad del Siglo XX es impensable, entre otros motivos porque en esta Europa cada vez más escorada a la extrema derecha las experiencias socialistas, por heterodoxas y no alineadas que sean, no serán consentidas...
Pero en Eslovenia, según datos de 2016, un 41% de la población opinaba que irse de Yugoslavia había resultado más beneficioso que perjudicial y curiosamente, un 45% opinaba a la inversa, cifras que se disparaban en Serbia, con solo un 4% favorable a su propia independencia, por un 55% de Croacia.
Así pues... Eslovenia y Serbia en el césped son y serán rivales, y que gane el mejor. ¿Pero fuera del césped, podrán ser hermanos?