Países Bajos busca inspiración en la llegada de su fútbol total hace ahora 50 años
Países Bajos intenta mirarse en el espejo de aquella ‘Naranja Mecánica’ de Johan Cruyff que hace 50 años, en Alemania, revolucionó el fútbol. El legado de aquel equipo siempre ha sido una especie de obsesión para la selección.
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La banda sonora de este artículo podría ser ‘Rebel rebel’ de David Bowie, primer single del disco ‘Diamond dogs’, estrenado en febrero de 1974. Rebelde, exactamente como el equipo que como ningún otro marcaría no solamente aquel año sino la historia completa del fútbol: Holanda, o Países Bajos, o mejor ‘La Naranja Mecánica’.
No ganaría nunca, pero si ha habido una revolución cultural, denominada ‘fútbol total’ de modo algo simplista, fue aquella. Una revolución gestada en la Alemania Occidental conservadora, además, y en último término sí vencedora puesto que cambió este deporte.
Países Bajos, la lucha contra el mundo
La historia entera de los Países Bajos (cuya región más famosa, Holanda, se ha ganado el derecho de representar a todos) ha sido una continua pelea contra sus vecinos. En primer lugar, contra el agua que se ha ido comiendo territorios, que por eso se llaman «bajos», y después por una ubicación bastante incómoda entre grances potencias europeas.
Si bien con Francia las relaciones han ido mejorando con el paso del tiempo, no se puede decir lo mismo con respecto a España, por ejemplo (casi un siglo de guerra entre siglo XVI y XVII), y menos aún con Alemania. Ya en el siglo XX, los nazis pasarían por allí su trágico rodillo durante la Segunda Guerra Mundial, bombardeando el territorio y llevándose a muchos presos, comenzando por los judíos.
Anna Frank terminó siendo la más conocida entre esos presos, pero hubo una familia, los Van Hanegem, que quedó totalmente destrozada. Willem Van Hanegem, Wim para todos, era uno de los hijos que consiguió sobrevivir contra viento y marea. Nacido en 1944, en 1974 sería el cerebro en la medular de la selección naranja, además líder del Feyenoord, campeón de Europa en 1970 y primer equipo neerlandés capaz de ganar la máxima competición antes del Ajax (3 veces seguidas).
Podemos imaginarnos sus sentimientos al empezar una Copa del Mundo en el territorio del archienemigo. «Yo odio a los alemanes, les quiero humillar», declaraba Van Hanegem, que mandaba en la medular del campo rodeado de compañeros muy especiales, toda una generación de fenómenos.
La «Cruijff-draai»
El más conocido, inevitablemente, era Johan Cruyff, el hijo de la limpiadora del antiguo estadio De Meer, donde jugaba el Ajax. Con su número 14, un chaval precoz y con personalidad arrolladora, que desde 1973 jugaba en el Fútbol Club Barcelona después de haberlo ganado todo con el Ajax.

¿Qué añadir sobre Cruyff que no se haya dicho ya? Un 19 de junio de aquel 1974, el planeta vio su movimiento marca de la casa, su regate llamado «Cruijff-draai»: el pobre sueco que lo estaba marcando, Olsson, no podía creer que en vez de centrar el neerlandés le había regateado mientras daba una media vuelta tocando el esférico casi con el tacón y escapándose. Hay hasta ejercicios en internet que replican aquel gesto del genio.
Hay hasta ejercicios en internet que replican aquel gesto del genio: media vuelta tocando el esférico casi de tacón para escaparse
Sin embargo, contra Suecia fue el único partido de la Copa del Mundo 1974 en que la ‘Naranja Mecánica’ no pudo anotar ni un gol. Todo lo demás fueron exhibiciones, espectáculo y sensación de imbatibilidad. Argentinos y brasileños aún recuerdan la mala tarde y noche que tuvieron que pasar en la segunda fase del torneo: 4-0 a los albicelestes, 2-0 a quienes habían ganado el Mundial deslumbrando cuatro años antes.
Y todo esto con los jugadores oranje teniendo a sus mujeres y parejas en las concentraciones, algo también revolucionario. Cruyff sería objeto de atención hasta para los mangas japoneses: en la serie ‘Oliver y Benji’ el personaje de Julian Ross, el capitán del equipo Musashi que aplica una especie de fútbol total, lleva el 14 en la camiseta, es un homenaje a Cruyff.
Equipo único con jugadores únicos
Los holandeses llegaron a la final sin que nadie hubiese podido marcarles un gol. Mejor dicho, habían encajado uno pero fue en propia puerta por parte de Ruud Krol, formalmente el lateral izquierdo del equipo y en realidad alguien que hubiera podido jugar tranquilamente como interior y que acabaría su carrera, de hecho, como líbero. Lo mismo que Arie Haan, exmediocentro reconvertido en defensa central.
Intuiciones e ideas del seleccionador Marinus ‘Rinus’ Michels, inventor del gran Ajax pluricampeón de Europa. «¿Vosotros lo llamáis fútbol total? Puede ser», era la respuesta lacónica de Michels a los analistas que veían así a este equipo, en que todos eran capaces de hacer todo, gracias a una técnica superior, aplicando el fuera de juego en defensa y construyendo hacia adelante a base de paredes, y una preparación física sin precedentes.
Fútbol total, como la «arquitectura total», una tendencia nacida, ella también, en Amsterdam y sus alrededores. Máximo ejemplo, el aeropuerto de la capital de Países Bajos.
Y si Haan y Krol tenían pies de centrocampista, hasta el portero podía sera una clave táctica del éxito. Nadie había visto uno como Jan Jongbloed: teóricamente cancerbero, su capacidad de juego con los pies lo convertía en uno más en la construcción del juego desde atrás, algo entonces absolutamente inusitado.
A Jongbloed, reclutado a última hora, Michels le dijo: «Quiero que hagas como Gyula Grosics, el portero de la Gran Hungría de Puskas, ¿de acuerdo?»
Con su 8 en la espalda (los neelandeses daban los números en orden alfabético menos que a Cruyff, que pudo mantener así su 14), Jongbloed no era ni siquiera un futbolista totalmente profesional; su verdadero trabajo era la gestión de un estanco en Amsterdam, donde jugaba en equipos que hoy en día han desaparecido como el DWS o el FC Amsterdam. Y como hobby, la pesca.
Cuando recibió la llamada de Michels un mes antes del Mundial de Alemania, el portero pensó enseguida que era un chiste. No había jugado nunca en la selección de Países Bajos, salvo un cuarto de hora en 1962 en un amistoso contra Dinamarca. «Quiero que hagas como Gyula Grosics, el portero de la Gran Hungría de Puskas, ¿de acuerdo?», le propuso el seleccionador, sin que Jongbloed supiese quien fuera Grosics.
En última instancia, solo Jan podía ser el portero, el primer hombre del movimiento de ataque, en aquel equipo. Y lo hizo de lujo a pesar de tener ya 34 años. Jugando sin guantes y no tirándose nunca si entendía que no iba a llegar al balón.
Aquel minuto y 18 segundos
Otros jugadores como Johan Neeskeens venían ni más ni menos que del béisbol, deporte muy practicado en Países Bajos. Hasta observadores de los Chicago Cubs, de la liga profesional MLB, habían estado hablando con él, ofreciéndole tres meses de prueba y recibiendo respuesta negativa. Un potencial base acabaría haciendo carrera como futbolista.
Neeskens fue el autor del gol que representa la ‘Capilla Sixtina’ del fútbol total; el 1-0 que la ‘Naranja Mecánica’ anotó después de un minuto y 18 segundos de juego en la final de aquel Mundial de 1974, el 7 de julio.
Aquel 1-0 en 78 segundos de juego de la final de 1974 es la ‘Capilla Sixtina’ del fútbol total
Un simple penalti, es verdad, pero la manera de llegar a aquel tanto sigue siendo sensacional. Una telaraña de pases del ataque a la defensa, con Cruyff colocado en tres posiciones distintas en el campo (incluso como hombre más atrasado en el césped) y acabando con una carrera que Uli Hoeness puede parar solamente con una falta dentro del área. Un minuto y 18 segundos, Alemania todavía no había tocado la pelota y ya estaba por debajo del marcador.
Aquel gol, sin embargo, produce un efecto casi soporífero en los neerlandeses, que se tranquilizan demasiado y se dejan remontar. Ganarán los anfitriones gracias a los goles del maoísta Paul Breitner y de Gerd Muller; los de naranja, sin ningún tipo de plan B, se pondrán nerviosos, perderán la atención, y con ella la primera de sus tres finales mundiales (luego llegarán las derrotas de 1978 contra Argentina y de 2010 contra España en Sudáfrica).
Una Alemania más práctica, capaz de destrozar el sueño del equipo revelación como había hecho con la Hungría de Puskas en 1954. La conservación contra la rebelión, ¿hay algo más teutón?
Una difícil herencia
El legado de aquel equipo no se puede decir que haya obsesionado a la actual selección de Países Bajos, pero en las mejores versiones históricas del combinado hemos visto una reposición casi absoluta del ejemplo de 1974.
El único título que ha podido ganar Países Bajos fue la Eurocopa en 1988, curiosamente en Alemania y con Rinus Michels de nuevo en el banquillo. En el césped, otra generación de fenómenos como el trío Van Basten-Gullit-Rijkaard o el actual seleccionador de los naranja, un Ronald Koeman que realmente fue un jugador total, un defensa moderno que hacía casi de centrocampista y marcaba goles como un delantero.
La victoria de 1988 llegó con un Koeman que era auténtico jugador total. En el banquillo, por contra, parece más alemán que holandés
Es verdad que durante estas décadas los neerlandeses han tenido bajones y subidones extremos, desde no clasificarse para el Mundial de 2002 hasta rozarlo al menos en dos ocasiones, en 2010 perdiendo en la final y en 2014 sucumbiendo en semifinal contra Argentina, la verdadera pesadilla de los oranje.
Por ahí han pasado jugadores que han marcado época como Robben, Sneijder o Van Persie, y seleccionadores que han sabido mantener la esencia rebelde y contracorriente del equipo. Un nombre por encima de todos, Louis Van Gaal. Koeman es más descafeinado como entrenador, no trae ideas revolucionarias sino practicidad, algo en realidad... más alemán que holandés.