Las expectativas inglesas se han visto rebajadas por las sensaciones sobre el césped
Inglaterra partía como gran favorita para la presente Eurocopa, por el plantel de futbolistas talentosos de que dispone. Sin embargo, su concurso frente a Serbia y Dinamarca ha dejado más dudas que certezas, algo que deberá variar ante la correosa Eslovenia -21.00– para no llevarse un disgusto.
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Antes del inicio de la Eurocopa, Inglaterra era la máxima favorita en todas las quinielas. Que hayan confluido en la misma generación un buen número de talentosos futbolistas, especialmente de medio campo hacia adelante, hacía presagiar que, esta vez sí, los inventores de este deporte podían alzarse con su primer título continental.
Jude Bellingham, Phil Foden, Bukayo Saka, Trent Alexander-Arnold o Declan Rice son la punta de lanza de ese bloque de jugadores jóvenes llamados a hacer historia con la selección de los tres leones.
Hace tres años, y pese a jugar con el factor cancha a su favor, el cuadro británico se quedó a un solo paso de lograrlo. Wembley fue testigo de cómo los anfitriones caían a los penaltis frente a Italia.
Con dos paradas, Gianluigi Donnarumma fue el héroe de una tanda en la que la presión y los nervios hicieron mella en los lanzadores de ambos conjuntos, aunque fue finalmente el bloque transalpino quien se llevó el gato al agua.
El técnico de Inglaterra, Gareth Southgate, quien también falló como futbolista en la Eurocopa de 1996, tampoco estuvo acertado a la hora de elegir a los ejecutores. En la recta final de la prórroga metió en el campo a Marcus Rashford y Jadon Sancho para tal cometido.
El primero estrelló su lanzamiento en el palo y al segundo le adivinó las intenciones el guardameta del PSG. En el penalti decisivo, Saka, entonces con solo 19 años, no estuvo acertado y Donnarumma paró su disparo.
Maldición reeditada
En aquel instante, a Inglaterra se le vino el mundo encima. La maldición de los pros, que solo han ganado un Mundial en su historia, y además con polémica, volvió a revivirse con toda su crudeza. Una vez más, quedaba en duda su capacidad competitiva en un gran torneo.
Superado el disgusto, en poco más de un año le llegó la oportunidad de redimirse, con la celebración del insólito Mundial de Qatar en época invernal, obligando al parón de las principales competiciones ligueras.
Sin ser una de las principales candidatas, Inglaterra apuntaba a que podía ser el combinado que, yendo de tapado, acabase levantando el trofeo. Y la fase de grupos acentuó esa posibilidad por el rendimiento mostrado.

Las goleadas a Irán y Gales –6-2 y 0-3, respectivamente–, además de un empate sin goles frente a Estados Unidos, permitieron a los británicos encabezar su grupo y elevar las expectativas de sus incondicionales.
La tónica anotadora se mantuvo en los octavos frente a Senegal (3-0), pero el cruce de cuartos ya fueron palabras mayores, ante una Francia que llegaría hasta la final. Los once metros volvieron a cruzarse en el camino de los pros. Desde esa distancia, Harry Kane anotó el 1-1, pero dispuso de un segundo, que erró, en lo que hubiese sido el 2-2 y, quién sabe, qué hubiera ocurrido en la prórroga.
Mayor madurez
Pese a toda esa concatenación de sinsabores, y con el permiso de la citada Francia y la anfitriona Alemania, Inglaterra encabezó todas las apuestas antes del inicio de la presente Eurocopa.
La mayor madurez de toda esa prole de excelentes futbolistas, curtidos a base de disgustos, y el que sean actores principales en equipos del máximo nivel, la mayor parte de ellos disputando la Premier League, el mejor torneo liguero del mundo, hacía pensar en que había llegado su momento.
El problema es que el rendimiento ofrecido hasta el momento frente a Serbia y Dinamarca, sin ser malo por los resultados obtenidos –un triunfo y un empate–, sí que ha dejado bastantes dudas en cuanto al juego ofrecido.
El equipo dispone de mucha pólvora arriba, pero no acaba de carburar en la sala de máquinas. La probatura de Southgate colocando a un lateral, Trent Alexander-Arnold, acompañando en el doble pivote a Declan Rice, no ha dado los frutos apetecidos y al técnico de Watford le ha caído un chaparrón de críticas por su ocurrencia.
Precisamente ese desequilibrio entre líneas es el mayor debe que se le puede achacar a un conjunto que aspira a ser el mejor de Europa, un objetivo que tendrá que refrendar ante una imbatida Eslovenia, que ha dejado bien patente ante Dinamarca y Serbia que es un rival complicado de batir y que se juega el pase a octavos frente a los ingleses.
Esas deficiencias como bloque obstaculizan ahora mismo el camino hacia el título, lo que no quiere decir que, con las individualidades de que dispone, no vaya a llegar lejos e incluso hacerse con el título. No conseguirlo, no cabe duda de que será considerado un fracaso.