«¡Eh, jefe! ¿Ha visto usted alguna vez un desastre tan esplendoroso?»
Con una sola victoria en sus ocho últimos partidos, Saski Baskonia visita a Olympiacos con la única buena noticia de que Kamar Baldwin está con Georgia y podrá jugar de comunitario. Pablo Laso insiste en poner buena cara aunque sí apostaría por un juego más rápido de los suyos.
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Ya son 60 años desde que se estrenó la película «Zorba el griego». Quizá la obra se vea algo añeja ya, pero si hay algo que no ha envejecido de esta obra es la frase que Anthony Quinn –Zorba– le dice a su jefe Basil –Alan Bates–, un joven escritor británico venido a Grecia a heredar un negocio familiar, justo cuando ese negocio se viene abajo delante de sus ojos.
«¡Eh, jefe! ¿Ha visto usted alguna vez un desastre tan esplendoroso?»
Con el desastre ya consumado, ¿qué se podía hacer? ¿Llorar? ¿Gritar y maldecir hasta quedarse afónico? ¿Rasgarse las vestiduras? ¿Tirarse de los pelos? el bueno de Basil, más pasmado que frustrado, no tiene mejor ocurrencia que pedirle a Zorba que le enseñe a bailar un sirtaki, la danza tradicional griega y Zorba, entre paso de baile y paso de baile, le enseña el cuerpo del delito y exclama, mientras prorrumpe en una carcajada que contagia a Basil.
«¡Eh, jefe! ¿Ha visto usted alguna vez un desastre tan esplendoroso?»
Pues no sé cómo lo verán ustedes, pero Saski Baskonia merece un Anthony Quinn en estos momentos de tribulación, con siete derrotas en sus últimos ocho partidos, y ubicado fuera de los ocho primeros clasificados así en la Liga ACB como en la Euroliga. Tanto es así que el propio Pablo Laso podría tener su puesto peligrar si no fuera quien es, si no hubiera retornado al Baskonia después de 30 años de ausencia y si no hubiera firmado un contrato de tres años. Con muchos menos apuros se ha deshecho el Mónaco de Sasa Obradovic para hacerse con Vassilis Spanoulis en su lugar.
En estas anda Saski Baskonia, con la única buena noticia de no poder contar con Kamar Baldwin porque al fin jugará para Georgia y podrá contar como comunitario en los partidos de Liga ACB, por lo que no habrá que hacer descarte alguno. Cuando esa es tu mejor noticia, es que estás algo falto de buenas nuevas.
Siempre unidos
Y la perspectiva es tan poco halagüeña de cortar la racha como el tener que visitar una plaza tan complicada como el el pabellón De la Paz y de la Amistad –«el de las Dos Mentiras», según el dicho popular– para vérselas con Olympiacos tercera en la clasificación con un balance de 7-3 –por 4-6 de los gasteiztarras– y que cuenta por victorias sus cinco partidos disputados hasta el momento como local. Es cierto que Vezenkov, segundo máximo anotador de la competición con 18,5 puntos y una media de 5,9 rebotes, y Tyler Dorsey no estarán, pero aun con ello el cuadro de Georgios Bartzokas es muy favorito.
Bueno, cierto es que el año pasado Olympiacos era tan peligroso como esta campaña 2024/25, que Saski Baskonia llegó al Pireo con un traumático cambio de entrenador y que, cuando menos se lo esperaba nadie, Codi Miller-McIntyre le dio la victoria al conjunto gasteiztarra con un tiro sobre la bocina, cambiando la cara de golpe a un Saski Baskonia que, a las órdenes de Dusko Ivanovic, vivió un período más que dulce con siete triunfos en ocho jornadas –en la Euroliga–, volviéndose particularmente peligroso en los partidos igualados, de forma que arrancaba la victoria de las fauces de la derrota ante rivales como Partizan, Olympiacos, Fenerbahçe o Estrella Roja de Belgrado, elevando la moral de la afición del Baskonia y remontando el vuelo tras un arranque deprimente.

Pero aquello sucedió hace un año; Pablo Laso ha relevado a Dusko Ivanovic en el banquillo del Baskonia y Codi Miller-McIntyre defiende los colores del Estrella Roja; es otro el contexto aunque varios son los puntos en común: Saski Baskonia debe remontar en la clasificación y no llega a Atenas en un buen momento.
«Después de perder el equipo está más serio, porque no es momento de estar "de campo y playa", pero no estoy descontento con el trabajo del equipo a lo largo de la semana», se ha referido Pablo Laso a la unión del grupo después de la última derrota en Zaragoza, que dejó gestos de frustración en varios jugadores luego de una derrota sobrevenida porque el cuadro maño remontó 12 puntos en el último cuarto.
A este respecto, Tim Luwawu-Cabarrot también apelaba al sirtaki de Zorba el griego porque subrayaba que «es tiempo de estar juntos». Pablo Laso, tratando de atemperar el malestar del baskonismo ante un noviembre particularmente crudo en cuanto al juego y los resultados, ha subrayado que «la union del equipo no depende de los resultados. Depende de los momentos individuales, de las lesiones, de las situaciones personales... Pero sobre todo, no creo que el equipo deba estar unido en los momentos difíciles, sino que debe estar unido siempre», ha destacado.
En apariencia el aspecto de Pablo Laso es de solidez y de situación controlada, y más vale que así sea, porque una mala racha será más difícil de cortar si el propio entrenador ofrece una imagen desquiciada –alguno hay en esta misma Euroliga, sin ir más lejos– ante un equipo que lucha por encontrar soluciones.
Incluso en esta serie de tres derrotas de la semana pasada ante Efes, Mónaco y Zaragoza, los gasteiztarras tuvieron en todos ellos momentos de gran baloncesto, en los que hubo una gran circulación de balón, acierto y algo del tan manido carácter. Pero sigue faltando la continuidad, los momentos de fallos de concentración –esos famosos «jugadores que siguen cometiendo errores desde el principio y que hacen daño a otros jugadores»– son más profundos que los de lucidez y los resultados, como consecuencia, se resienten.
Como se resiente la anotación de un Markus Howard inédito en los dos últimos partidos de Euroliga o la ejecución del juego gasteiztarra, más lento de lo que al propio Pablo Laso le gustaría, según sus propias palabras, en buena medida por el estilo de un Trent Forrest que en no pocos casos frena el balón. «Cuando entrenaba en Donostia, cuando Panko jugaba de ala-pívot el equipo era mucho más rápido que cuando jugaba de alero. Y si un ejemplo de hace casi 15 años sirve, cómo no será ahora después de la mejora que ha tenido el baloncesto desde entonces», ha observado el técnico baskonista.
El equipo por encima de todo y siempre unido, por encima de puntuales tensiones que quedan en el parqué. Y ante las dificultades, buena cara. Esas son las tres partes de la hacienda de Pablo Laso antes de afrontar los próximos partidos de Euroliga –Olympiacos este jueves y Zalgiris, también a domicilio, la semana que viene– o incluso en la Liga ACB –Valencia Basket en casa y Bilbao Basket en Miribilla–. Y así retomar una y otra vez un camino que se ha puesto bien duro y exclamar, en este caso a un Josean Kerejeta al que no se imagina uno bailando un sirtaki ni aun ganando la Euroliga –la famosa «orejona»–.
«¡Eh, jefe! ¿Ha visto usted alguna vez un desastre tan esplendoroso?»