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Puccini, el compositor que representaba el alma de las mujeres

ABAO celebra con ‘Il Trittico’ los 100 años de la muerte del artista italiano, que con sus obras supo encarnar personajes femeninos tan distintos como inmortales, de ‘Madama Butterfly’ a ‘Tosca’.

Puccini. (Wikimedia Commons)

Giacomo Puccini vuelve a la agenda de ABAO de Bilbo para cuatro representaciones, desde este sábado 23 de noviembre hasta el 2 de diciembre. Se programa ‘Il Trittico’ en el Palacio Euskalduna. Tres obras en una del célebre compositor italiano: ‘Il tabarro’, ‘Suor Angelica’ y ‘Gianni Schicchi’.

Cada una de estas tiene su propia vida, pero cuando Puccini las compuso (entre 1913 y 1918) ya sabía perfectamente que iba a juntarlas en una única representación. Y que su hilo conductor serían las distintas maneras de ver la muerte (sangrienta, trágica y «jocosa»).

 

Una de las cuatro noches puccinianas será la del 29 de noviembre, día del fallecimiento hace justo 100 años del maestro toscano, cuya mayor especialización fue sin duda reflejar todos los matices de los caracteres de las mujeres.

Puccini, los cigarros y el fascismo

Puccini murió el 29 de noviembre de 1924 en Bruselas, donde se encontraba para tratarse de un cáncer de garganta. El último recurso fue una operación tan difícil que acabó por desencadenar una hemorragia nefasta.

No se podía decir que el compositor de Lucca no se hubiera jugado la salud fumando miles de paquetes de cigarros y otros miles de sigari toscani, productos que hacen de aquella coqueta región italiana uno de los paraísos del tabaco. En la mayoría de sus fotos Puccini aparece fumando, y no solamente por postureo. Ya con 30 años tuvo un absceso en la garganta.

El caso es que cuando la noticia de su muerte llegó a Italia, todo se paralizó, literalmente. En Roma, donde se estaba representando una de sus obras maestras, ‘La Bohème’, la función se paró enseguida. Puccini dejaba además inacabada su última ópera, la ‘Turandot’, que sería completada por su colaborador Franco Alfano. Faltaban dos escenas, solamente.

El grandísimo director Arturo Toscanini interrumpió la primera representación de ‘Turandot’ para explicar, conmovido, que «el maestro había llegado hasta allí», al morir sin poder completarla

 

Famosa es la anécdota del día de la primera representación de ‘Turandot’: el grandísimo director Arturo Toscanini interrumpió conmovido la música antes de aquellas dos escenas, para explicar al público que «el maestro había llegado hasta allí».

La relación entre estos gigantes de la cultura italiana del siglo XX mantuvo altibajos sobre todo por el relativo interés de Puccini hacia la política, todo lo contrario que Toscanini, antifascista de primera hora. El compositor recibió incluso del partido de Mussolini una tarjeta de felicitación en 1923, cuando el fascismo iba en busca de intelectuales, intentando ficharlos como un equipo de fútbol.

Seguramente Puccini era un conservador, criado en un contexto católico y burgués, y su modelo político era la Alemania unificada de Bismarck, como para casi todos los gobiernos italianos de aquella época. «El Parlamento es una oficina de fabricantes de charlas», así le escribía al pintor livornés Ferruccio Pagni, ya en 1898.

Un listado inolvidable de mujeres

Turandot fue la última, y anteriormente Madame Butterfly, Tosca, Mimí en ‘La Bohème’, Manon Lescaut, Minnie ‘La fanciulla del west’ y por supuesto Lauretta en ‘Gianni Schicchi’: el listado de los diferentes tipos de personajes femeninos transformados por Puccini en iconos es impresionante. Sobre todo porque cada una de estas mujeres tiene un matiz especial y único. Si Mimí es la chica frágil que tiene «una manita helada» y Madame Butterfly la ilusionada que no consigue librarse del engaño de su marido Pinkerton, que la utiliza como un juguete, luego vienen la ardiente y casi militante Tosca y la cruel Turandot, capaz de matar a los hombres solamente por dar malas respuestas a sus preguntas.

Cada mujer representada por Puccini tiene un matiz especial y único, de la frágil Mimí a la cruel Turandot

 

Si bien es cierto que las piezas puccinianas más conocidas son interpretadas por hombres, como ‘Nessun dorma’ o ‘Che gelida manina’, las más conmovedoras corresponden a los personajes femeninos: el ‘Vissi d'arte’ de Tosca, ‘Un bel dí vedremo’ de Madame Butterfly, ‘Sí, mi chiamano Mimí’ en ‘La Bohème’ y ‘O mio babbino caro’ de Lauretta en ‘Gianni Schicchi’.

En el repertorio de las máximas sopranos Puccini no puede faltar, no solamente por la calidad de sus notas sino por unos versos que atraviesan casi la piel y llegan directamente al alma. Son historias, las que tienen como protagonistas las mujeres del compositor toscano, que a pesar de acabar mal (spoiler: casi siempre fallecen) siempre alcanzan gran profundidad. Y lo hacen a través de todos los posibles colores del alma femenina, homenajeados en los nombres de las obras, que son de hecho nombres de mujeres como no ocurre con ningún otro compositor.

Obviamente no podemos pensar en Puccini como alguien feminista en sí, pero sin duda si sus trabajos han sido tan representados en este último casi siglo y medio es porque su encanto va mucho más allá de las notas, de las arias o de los ‘All'alba vinceró!’. Y hay pocos compositores más italianos que este inaguantable fumador y creador de imágenes mágicas.