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El acertijo de Pablo Laso: «Soy de los que a veces (cree que) la plantilla mejora quitando»

Después del desastre frente a Valencia Basket, con la grada del Buesa Arena de uñas, y en vísperas de recibir a un Fenerbahçe que es colíder de la Euroliga, el técnico gasteiztarra se pregunta cómo es que su equipo cae con tanto estrépito mientras insinúa lanzar bombas atómicas sobre su plantilla.

Pablo Laso alecciona a sus jugadores de banquillo. (Jaizki FONTANEDA | FOKU)

Y a lo largo del camino
Fumar, fumar, y pensar
Sueños envueltos en humo
Y eran humo, nada más

«Probrecito mi cigarro», Atahualpa Yupanqui

Si para cualquier periodista de a pie la pregunta que reza «¿Qué le pasa a Saski Baskonia?», en vista de los resultados, y con la sonrojante paliza recibida frente a Valencia Basket muy fresca en la retina, resulta cada vez más penosa y pesada, ¿qué pasará en estos momentos por la cabeza de Pablo Laso? ¿Se mesará la barba de la desesperación? ¿Preferiría huir hasta lo más recóndito de la tundra y confundirse con el paisaje con los bueyes almizcleros, los oso polares, los caribúes, los búhos nivales y los zorros árticos? ¿Intentará la hibernación como los osos pardos, y no despertarse hasta dar con la solución para los problemas de su equipo?

Por más que «Siberia-Gasteiz» es el hábitat natural de Pablo Laso, el de San Viator no deja de ser humano, con sus virtudes y defectos, y sobre todo, con la penosa responsabilidad de enderezar el rumbo de un Saski Baskonia prácticamente desahuciado de cara a la clasificación copera ACB –y sería la cuarta ausencia en los seis últimos años–, con una chirriante visión clasificatoria de un puesto decimocuarto, empatado con un balance de 3-6 con Bilbao Basket –su próximo rival en la competición doméstica, el domingo día 8 a las 12.30, una suerte de «kárate a muerte en Miribilla»–, Granada, Lleida y A Coruña.

Y sin acudimos a la clasificación de la Euroliga, las cosas no pintan mucho mejor. Es verdad que el jueves pasado, un parcial de 4-27 en el Zalgirio Arena rompió la racha de cinco derrotas europeas, pero con un balance de 5-7, los gasteiztarras se encuentran en la decimotercera plaza, a una victoria del décimo, aunque con la perspectiva de recibir el martes a las 20.30 al Fenerbahçe de Saras Jasikevicius, colíder de la Euroliga –junto con el París Basketball de Tiago Splitter– en un Buesa Arena que animará mientras dure el partido –y ojalá haya partido–, pero como las cosas vayan mal, si el domingo despidió al Baskonia entre pitos, puede incluso girarse y pedirle cuentas a un Josean Kerejeta que sigue viviendo los partidos en el palco con el ímpetu y la pasión de siempre, pero que delega en el deber de dar explicaciones en Pablo Laso, quien intenta poner buena cara al mal tiempo.

Planteando el enigma

Y en estas, cuando la espera de la rueda de prensa del domingo se demoró casi una media hora –poco, después de los 80 minutos de espera que hubo tras el bofetón frente a Mónaco–, resulta que Pablo Laso, preguntado por la opción de «agrandar la plantilla» para buscar una reacción, salió de nuevo por la tangente y añadió, después de decir que «somos un club que siempre se ha caracterizado por estar pendiente del mercado y por ver cómo mejorar la plantilla», la inesperada bomba atómica que caía sobre los jugadores. «También soy de los que a veces (cree/piensa/opina que) la plantilla mejora quitando». Cerró el titular mirando a los ojos al periodista que había formulado la pregunta, mientras se mesaba la barbilla con la mano izquierda y... sonríió enigmático, añadiendo tras una pausa un gesto con el índice como si dijera «Piénsatelo».

Y claro, lo único que ese acertijo/enigma/truco logra es preguntarse «¿cómo?», añadido al cuestionario de los periodistas, que después de trasladar el «¿qué?» a sus lectores, oyentes o televidentes, ahora buscan saber «¿por qué?» –e incluso «el porqué»–, para encontrarse con... esto.

¿Y qué es «esto»? ¿Es la continuación de aquella frase que dijo tras la derrota frente a Mónaco, aquella que hablaba de la «mejora individual de algunos jugadores», porque «siguen cometiendo errores desde el principio, que es algo que obviamente me molesta, porque creo que hacen daño a otros jugadores»? ¿Y si es así, se refiere a algún jugador en concreto?

Valorar por un solo partido el devenir de un equipo es absurdo. Los gasteiztarras remontaron un 57-41 adverso frente a Zalgiris Kaunas con un quinteto formado por Trent Forrest, Kamar Baldwin, Nikos Rogkavopoulos, Chima Moneke y Donta Hall, un quinteto que disputó los 14 minutos finales sin respirar más que en los tiempos muertos o el parón entre el tercer y el cuarto período. ¿Significa eso que Pablo Laso confía exclusivamente en esos cinco jugadores? Naturalmente que no, sino que coyunturalmente encontró un grupo que le funcionó y le valió para ganar. Otras veces han sido jugadores como Markus Howard, Tadas Sedekerskis o incluso Khalifa Diop –o el hoy lesionado Tim Luwawu-Cabarrot, sobre todo en el arranque del curso– los que han aparecido para sacar las castañas del fuego.

«Yo no entreno a Markus Howard. No entreno a Tadas Sedekerskis o a Chima Moneke. Yo entreno al Baskonia», afirmó Pablo Laso en la rueda de prensa posterior al partido contra Valencia Basket, con el corolario de que «esto es lo único que me importa». Por ende, la principal preocupación del técnico gasteiztarra debiera ser –dicho humildemente por quien firma la pieza– la mejora individual de cada uno de los miembros del plantel con objeto de conseguir el mejor juego de equipo posible.

¿Está la respuesta en el tiempo?

Por tanto, ¿dónde queda la teoría de «mejorar quitando»? ¿Es acaso una maniobra evasiva al más puro estilo del Flautista de Hamelín? Atendiendo que el partido del viernes en Kaunas lo levantó un quinteto muy concreto en circunstancias muy específicas y que el domingo el último cuarto estuvo de más porque el parcial de 23-36 del tercer cuarto remató lo que se había torcido con un 40-51 al descanso, ¿por dónde llegó la añadidura o la «quita» de Pablo Laso para mejorar a su equipo?

Ni Savkov ni Jaramaz jugaron, algo lógico en cuanto que el ruso es el último hombre de la rotación y Jaramaz lo tendrá cada vez más crudo con Baldwin ejerciendo de comunitario ya en la ACB. Ousmane Ndiaye, Sander Raieste y Khalifa Diop fueron los que menos jugaron: entre seis y once minutos y medio; el estonio con el partido ya sentenciado, siendo Diop el único de entre los tres con minutos con el duelo todavía vivo. ¿Empezó ahí el primer descarte de Pablo Laso? ¿Tiene que ver con sus cuatro minutos escasos en Kaunas?

Aumentando el minutaje asoman Kamar Baldwin, Rogkavopoulos y Donta Hall, tres de los «héroes» de Kaunas, con 15 minutos los dos primeros y 19 minutos para el interior. El georgiano de nuevo cuño estuvo tan superado como sus compañeros y ni rastro quedó de sus grandes actuaciones en las «Ventanas FIBA». El griego fue el único que logró un parcial positivo en cancha –junto con Ndiaye–, ya que Saski Baskonia ganó por tres al cuadro taronja con «Agapitos» sobre el parqué. ¿Por qué dispuso entonces solo 15 minutos y medio? ¿Porque los Puerto, Ojeleye, De Larrea... le pasaron igualmente por encima? ¿Y Hall? Firmar 8 puntos y 5 rebotes no está mal del todo, pero con un -17 global con él en cancha, pretender «salvarlo» es un acto de fe.

Solo quedan cuatro de los indiscutibles de Pablo Laso: Markus Howard, con 14 puntos en 28 minutos –luego de NO LANZAR NI UNA SOLA VEZ A CANASTA EN TODA LA PRIMERA MITAD– asomó al partido cuando de este no quedaban ni los escombros, aunque si al menos ese acierto final le puede servir para romper su 0 de 21 en triples de los cuatro últimos duelos de Euroliga, bienvenido sea. Poco importa que con él en cancha Saski Baskonia perdiera de 23 puntos.

Sedekerskis, Moneke y Forrest fueron los únicos que superaron la frontera de los 30 minutos y aunque fueron quienes más puntos sumaron –16 para el capitán y para el base, 13 para el ala-pívot nigeriano–, el resultado del equipo con ellos en el parqué es elocuente: -19 para Forrest –pocas veces una valoración de 30 créditos importa tan poco–, superado por Moneke con -20 y todo un Tadas Sedekerskis con -26.

¿Hay en la «performance» del Baskonia, aplicando el término como sinónimo –según la RAE– de «rendimiento», alguna pista según la cual Pablo Laso pueda buscar la mejoría quitando? ¿Hubo algún quinteto claramente positivo? ¿Hubo algún «banquillazo» que sirviera para espabilar en su posterior salida?

«¿Por qué se cae así?»

«Los partidos nunca son perfectos, pero hemos jugado contra un rival que nunca se ha parado, por lo que no hemos podido seguir su ritmo. Porque si hay algo que tiene que mejorar el equipo es que, cuando comete un error, se para. Y entonces te preocupas más porque piensas "¿por qué? ¿Por qué pasa esto cuando el equipo no tiene por qué caer así?"», confesó Pablo Laso para terminar su rueda de prensa, una reflexión que invitaba a un análisis más profundo y sincero por encima de los titulares en forma de maniobra evasiva, pero que el responsable de prensa del Baskonia, por orden de quienes mandan sobre él, no permitió ahondar porque limitó la alocución del entrenador a cinco preguntas, para terminar de ponerle una apropiada guinda al despropósito.

Ciertamente, algo pasa. Afortunadamente, los gasteiztarras esta vez no perdieron el primer asalto, sino que lo empataron a 25, gracias a dos triples que encadenase Tadas Sedekerkis en el lapso de 19 segundos. Pero ese empate a 25 fue «la máxima ventaja» que tuvo Saski Baskonia en todo el partido. Sumemos los 21 segundos de abrazo a 25 tantos para terminar el primer cuarto, más los 14 segundos que tardó Jean Montero en anotar la primera canasta del partido y los 30 segundos que necesitó Brancou Badio en romper a favor de Valencia Basket la igualdad a 25 puntos en el amanecer del segundo acto, dan un total de un minuto y cinco segundos (1.05) de empate en el marcador y 38 minutos y 55 segundos (38.55) de ir a remolque.

Todo ello en el Buesa Arena. Ante un Valencia Basket que siempre ha pretendido decirse mejor que el Baskonia y que brama contra la «Licencia A» de la Euroliga para el Baskonia, como si hubiera sido un regalo caído del Cielo. Ese mismo Valencia Basket que, por otro lado, no hay que olvidar que llegaba a Zurbano después de jugar y ganar el jueves en la cancha del Bourg en Breese, vigente subcampeón de la Eurocup, y con Nate Reuvers (operado para reparar una fractura en un dedo de la mano izquierda), Xabi López-Arostegui y Stefan Jovic lesionados, en forma de «peaje médico» de las «Ventanas FIBA». Por tanto, Pedro Martínez completaba su convocatoria con los adolescentes Lucas Marí y Jorge Carot –de hecho, pudo haberles dado algunos minutos al final, pero el ex del Baskonia prefirió no hacer sangre y convertir el velatorio del Buesa Arena en una suerte de «bombero torero»– y el recién llegado Amida Brimah, quien sumara 8 puntos y 6 rebotes en 17 minutos y medio.

Obviamente, perder como se perdió ante Valencia Basket no es indicativo de que frente a Fenerbahçe la paliza deba ser aún mayor. Levantarse tras cada sopapo, competir y hasta ganar a rivales en teoría superiores es indicativo del «Carácter Baskonia», y qué mejor momento y escenario que este martes por la noche para volver a vivir una noche mágica ante uno de los favoritos para ganar la Euroliga. Pero con la trayectoria de partidos y resultados de los gasteiztarras cuesta pensar que ese salto hacia arriba de mentalidad se vaya a dar de forma automática, y más cuando ante problemas concretos, al menos de cara al exterior, se plantean mensajes en forma de enigmas que solo confunden y, a no pocos aficionados, hasta mosquean.