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‘El jovencito Frankenstein’, medio siglo de risas... pese a las traducciones

El 15 de diciembre de 1974 se estrenaba la obra maestra de Mel Brooks, parodia de las pelis de terror. Un éxito mundial tanto en cines como teatros, pero que no ha tenido una vida fácil vista la dificultad de traducir el original a diferentes idiomas.

Carátula de la película de Mel Brooks que llegó a las pantallas hace medio siglo. (NAIZ)

«Podría ser peor» «¿Y cómo?» «Podría llover»... Y entonces se desata un auténtico chaparrón.

¿Cuántas veces hemos repetido automáticamente este razonamiento, sin saber que viene de una secuencia de ‘Frankenstein Junior’ o ‘El jovencito Frankenstein’?

Estrenada hace ahora 50 años, fue la obra maestra del gran director Mel Brooks. Una película que sigue sin envejecer, transformada en estas décadas también en musical para teatro y algunos de cuyos sketchs se han convertido en leyenda.

 

¿Elenco? El doctor Friedrich Fronkensteen, nieto del Frankenstein original; su ayudante jorobado ‘Aigor’; el monstruo un poco torpe con un cerebro «ab normal»; Inga, la otra colaboradora; y otros personajes inolvidables.

Muchos sketches de ‘El jovencito Frankenstein’ no tienen el mismo efecto si nos alejamos del inglés pero han conseguido de alguna manera convencer el público, que no siempre ha tenido la paciencia de ver la peli con subtítulos.

Un riquísimo 1974

1974 fue absolutamente el año de Mel Brooks, este director de cine tan peculiar, maestro de las parodias, que ya había ganado un Premio Oscar al guion original por la hilarante ‘Los productores’ de 1967, aquella historia de dos productores que quieren montar una peli horrible (un musical sobre el nazismo) solamente para llevarse el dinero recaudado y acaban creando un éxito.

Siete años después, en pocos meses Brooks estrenaría hasta dos trabajos, el supertaquillero ‘Sillas de montar calientes’, tomadura de pelo a los cowboys, y este ‘El jovencito Frankenstein’, parodia de los filmes de terror. Como protagonista, el actor-fetiche de Brooks, aquel Gene Wilder que mientras tanto se había hecho conocido gracias a su papel como el primer Willy Wonka en 1971, antes de Johnny Depp y Timothée Chalamet.

Hay que darle la razón a Brooks; su triunfo resultó sensacional y es considerada la decimotercera mejor comedia de la historia

 

‘Young Frankenstein’ llegó a la gran pantalla antes de las fiestas de Navidad y, según el mismo Mel Brooks, fue «la mejor peli de toda mi carrera». Una trayectoria larguísima de un director que ha sabido convertirse en una marca, con trabajos reconocibles sin que se sepa casi quién era realmente el autor.

Hay que darle la razón a Mel Brooks; su triunfo resultó sensacional. ‘El jovencito Frankenstein’ es, para el American Film Institute, la decimotercera mejor comedia en la historia, en una clasificación liderada por ‘Con faldas y a lo loco’.

Y todo esto, como conviene subrayar, a pesar de un guion en que los sketches no son nada fáciles de trasladar a otros idiomas y de hacer reír.

«Schwanzstucker»

La manera de reproducir una Transilvania donde se hablase alemán resultó muy fiel por parte de Mel Brooks: el acento de Inga (Teri Garr, recién fallecida), la dueña del castillo que acoge a Frankenstein se llama Frau Blücher (Cloris Leachman, que hace relinchar a los caballos cuando la ven), el policía-inspector Kemp con su brazo postizo y medio mutilado (Kenneth Mars)... todo tiene un toque germano o paragermano.

Existe hasta una escena, cortada en varias versiones de la película, en que Frankenstein llega a Transilvania en tren desde Estados Unidos (!) y habla desde la ventanilla con un pastor local. En otros casos no ha sido traducida y se propone en original, probablemente porque era imposible convertirla en otros idiomas.

Son todo obstáculos que no supusieron un impedimento para crear el mito de ‘El jovencito Frankenstein’, que sinceramente como título suena mucho peor que ‘Frankenstein junior’, la traducción de la peli en francés, en portugués o en italiano.

Escenas enteras son imposibles de traducir, como cuando Frankenstein, Igor e Inga se dirigen hacia el castillo y oyen aullar a un lobo. Para la ayudante, espantada, es un werewolf, un hombre-lobo, término que se puede confundir con «where», es decir «donde». Ahí empieza el juego de palabras, irresistible en inglés, con Igor diciendo (siempre con su acento alemán) «There wolf, there castle», «Allí lobo, allí castillo», y con Frankenstein mareado por la conversación.

Palabras sin sentido en el fondo que se han convertido en «etiquetas» también hoy en día. La más conocida es el «schwanzstucker» que Inga pronuncia cuando Frankenstein le explica como va a ser la críatura que va a construir, un gigante.

 

«Entonces tendrá también un enorme...  schwanzstucker!», exclama Inga, boquiabierta. La versión en castellano sustituye aquella palabra en alemán por un escueto y aséptico «rabo». En otros idiomas, por contra, el término «schwanzstucker» se mantiene, dejando un efecto cómico evidente.

Cumbre artística en el mito

Probablemente un espectador superficial o poco atento menospreciaría una peli como ‘El jovencito Frankenstein’, solo por ser la parodia de los horrors de la década de los 20-30 del siglo anterior.

En realidad, viendo el reparto del filme ya hay que anotar tres anteriores ganadores de un Premio Oscar: el director Mel Brooks, por el citado guion de ‘Los productores’; Gene Hackman, que interpreta a un fraile ciego que invita al monstruo a tomarse una sopa y un cigarro (mejor actor protagonista en 1971 gracias a ‘Contra el imperio de la droga’); y nuestra Frau Blücher, Cloris Leachman, mejor actriz de reparto en 1971 por su melancólico papel en ‘La última película’ de Peter Bogdanovich.

Aunque pudo ser menospreciada de entrada, en la película había ya tres ganadores de Oscar: el director y los actores Gene Hackman y Cloris Leachman

 

No ganaron nunca un Oscar pero sí que fueron candidatos para otras pelis tanto Teri Garr (‘Tootsie’) como Madeline Kahn, la actriz que interpreta a Elizabeth, la novia pija de Frederick Frankenstein que acabará siendo la mujer del monstruo (‘Luna de papel’ y el mencionado ‘Sillas de montar calientes’).

Y luego está el mito de los mitos de esta película, Marty Feldman, el jorobado Igor (o ‘Aigor’, en cierto modo también un juego de palabras con la palabra «eye» en inglés, «ojo», al tener estrabismo el actor). No ganó nunca ningún premio y murió joven, con apenas 48 años, en 1982, en México, mientras estaba preparando otro filme.

«Efectivamente había días en que fumaba cinco paquetes de cigarros y bebía litros de café», así lo recordaría Mel Brooks, el único que sigue vivo de aquella banda de artistas que llegaron a su cumbre gracias a ‘El jovencito Frankenstein’.