Después del desastre de Girona Baskonia afronta un doble examen ante su afición
Con la Copa perdida, las opciones europeas corren serio peligro en una jornada doble en Zurbano frente a Olympiacos y Panathinaikos, con el peligro de que sus propios incondicionales den la temporada por perdida y acaben por desertar de ir al Buesa Arena.
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Saski Baskonia se quedará fuera de la Copa por cuarta vez en los seis últimos años. Las matemáticas dicen que aún hay una posibilidad, plantear como algo probable que Saski Baskonia vaya a estar en la Copa es insultar la inteligencia de una afición ya bastante escamada, que no merece que se le tome el pelo: Basket Zaragoza ha de perder en Granada, el Barça ha de caer en el Palau frente a Bilbao Basket y, amén de ganar a Río Breogán, los gasteiztarras han de remontar 53 puntos de average sobre los zaragozanos y 74 a los culés.
Se puede hablar de las ausencias de Kamar Baldwin, en los Estados Unidos por un problema familiar, Tadas Sedekerskis y Markus Howard, de quien se esperaba que tal vez el domingo hubiera podido jugar aunque no pudo ser, amén de los problemas de tobillo de Samanic; se puede hablar de que los gasteiztarras encadenaron el domingo su cuarto partido en una semana... Pero ceder por un 96-67 ante el Girona no solo ha causado dolor y desazón entre el baskonismo, sino que el cabreo ha aumentado varios grados, por no hablar del peligro de que la afición se harte y dé por perdida y se desentienda de una temporada 2024/25 que, con el fichaje de Pablo Laso, comenzaba de forma ilusionante y corre el peligro ser la peor desde que Saski Baskonia forma parte de la élite continental.
«La Copa no se pierde en un día. Se pierde en el partido ante Morabanc Andorra, que tuvimos la última posesión para ganar. Si ahora tuviéramos aquel partido, pues igual podríamos entrar en Copa. El partido que perdimos en Zaragoza, por supuesto, este. Yo creo que al final los objetivos te lo marca el trabajo durante la temporada, no un partido», declaraba un Pablo Laso que volvió a centrar su discurso en un ejercicio de equilibrismo para huir de la definición de «fracaso» y quedarse con la de «decepción», como si el término redujese en un algún grado el nuevo tropezón del Baskonia en una primera vuelta en la Liga ACB.
«Al final, a la Copa va quien lo merece», afirmaba Laso, con razón. Y eso que los resultados, por regla general, siempre han estado apretados. A excepción de las derrotas por 91-116 ante Valencia Basket y la paliza de Girona, más el 114-66 sobre Leyma Coruña, todos los resultados de los gasteiztarras se han decidido con menos de cinco puntos a favor –el 89-93 ante el Barça es la victoria liguera más holgada del Baskonia– y menos de diez en contra –derrotas por 88-80 en Tenerife y 82-89 ante el Real Madrid–. Por tanto, parece claro que la suerte del Baskonia bien pudo haber sido distinta a poco que hubiera atinado en los finales ajustados, pero tampoco hay que ocultar que la actual décima plaza de los gasteiztarras es la mejor que ocupan desde que empezó la temporada.
Ojo con la Euroliga
Un desastre al que se está empezando a acostumbrar el baskonismo, como si el hecho de acostumbrarse lo hiciera menos grave. Desde la planta noble del Baskonia se subraya que su presupuesto está en la mitad baja de la tabla cuando se refiere a la Euroliga, pero en la Liga ACB los alaveses están en cuarto lugar en lo que se refiere al apartado económico, y si bien la exigencia de la Euroliga desgasta mucho, esa exigencia no ha impedido en anteriores ediciones a Saski Baskonia afrontar con solvencia sus quehaceres domésticos.
Cuando el mal desempeño en la ACB tuviese cierta «compensación» en la Euroliga, como la octava plaza del año pasado, pues ni tan mal. Pero después de 20 jornadas y con un balance de 8-12, los de Pablo Laso ocupan la decimoquinta posición. Solo Alba Berlín, un equipo con un futuro dudoso en la Euroliga a cuenta de sus limitaciones presupuestarias, un Maccabi en el exilio de Belgrado, asolado por las lesiones y la marcha de jugadores que de ninguna manera quieren donar parte de su salario al esfuerzo militar del gobierno de Netanyahu y una Virtus de Bolonia que supera al Baskonia en el average particular están por detrás del cuadro gasteiztarra. De hecho, el famoso décimo lugar del play-in, en manos en estos momentos del Bayern de Múnich, está ya a tres partidos.
Y para postre, la doble ración de Euroliga de esta semana trae a los dos primeros clasificados de visita a Zurbano. Este martes, jugando así el Baskonia cinco partidos en ocho días, pasará el líder Olympiacos, un Olympiacos que en su último partido apabulló por 112-69 al Bayern, con ¡45 puntos! de Sasha Vezenkov. El viernes, nuevamente en Zurbano y siempre a las 20.30, llegará la visita del Panathinaikos, vigente campeón del torneo y que encadena cinco victorias en la Euroliga, incluyendo el 104-69 sobre el Baskonia en el OAKA, duelo en el que aparte de la paliza encajada por los gasteiztarras destacó la grave lesión de Mathias Lessort.
Al menos estos dos partidos empiezan con la buena noticia del retorno de Kamar Baldwin, pero el estadounidense recién nacionalizado georgiano no hará milagros por sí solo, como tampoco ha sido capaz de hacerlos un Nikos Rogkavopoulos que en mes de enero ha explotado en su mejor versión, siendo el único jugador que ha merecido salvarse de la quema de tan calamitosa secuencia de resultados.
Con la duda de Markus Howard y la baja segura de Sedekerskis, se antoja muy difícil pensar que la calamidad que se vio el domingo en Fontajau se vuelva en virtuosismo y ferocidad competitiva ante dos rivales de élite a nivel europeo y que en la primera vuelta sometieron al Baskonia a sendos correctivos.
Ojalá el Baskonia saque su mejor versión y compita ante las dos escuadras helenas. Y si además de competir, saca alguna victoria –y si pueden ser las dos, mejor–, al menos mantendrá el favor de una afición que necesita que su equipo dé señales de vida. Porque si a las presumibles derrotas se les unen unos resultados tan malos como el de este pasado domingo, habrá que atenerse a las consecuencias. Consecuencias que quizás no se van a dar en el inquilino del banquillo, cuyo puesto parece blindado para dar continuidad al cuadro gateiztarra, y seguramente tampoco entre la plantilla, pero sí entre una afición que puede empezar a desertar en masa de su cita en el Buesa Arena si ve que dos de sus antiguos «juguetes» más preciados como son la Copa y la Euroliga, acaban en el trastero junto con otros juguetes rotos, mientras que se va penando en una larga segunda vuelta de la ACB en pos de una octava plaza que ya se demostró el año pasado Saski Baskonia no está condenado a obtener.