Las crisis en Sudán y Sudán del Sur se entrelazan y pueden derivar en regional
Pese a orígenes y causas diferentes, el conflicto en Sudán del Sur y la guerra en el vecino Sudán se están entrelazando cada vez más. La volatilidad en esta región del este de África, con la intervención de actores externos como Emiratos Árabes Unidos y Uganda, amenaza con una grave crisis regional.
La guerra en Sudán supuso un duro golpe para el vecino sureño, mientras que la escalada de la violencia de principios de marzo en Sudán del Sur ha empezado a tener impacto en la extensa frontera entre ambos países, donde diferentes grupos armados y Gobiernos tienen sus propios intereses.
«Las guerras en Sudán y Sudán del Sur se están entrelazando cada vez más, y es probable que cada bando apoye a actores armados en el otro territorio», augura el analista del centro de estudios internacionales SWP Berlin, Gerrit Kurtz.
El 15 de abril de 2023, el grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) inició una rebelión contra el Ejército de Sudán que desembocó en una cruenta guerra causante de decenas de miles de muertes y de que el país se haya convertido en el escenario de la peor catástrofe humanitaria del planeta, según la ONU.
El Ejército ha sufrido duros golpes durante la guerra, pero el pasado 26 de marzo logró recuperar Jartum, que desde los albores del conflicto había estado en manos de los paramilitares, cuyo principal patrocinador es Emiratos Árabes Unidos (EAU).
TENSIONES TRIBALES
En Sudán del Sur, la violencia estalló hace un mes en la localidad de Nasir (noroeste), donde predomina la tribu nuer, la segunda del país y víctima de la marginación por parte del Gobierno del presidente Salva Kiir, de la tribu dinka, la principal.
La milicia Ejército Blanco, originalmente vinculada a la oposición liderada por el primer vicepresidente, Riek Machar (ahora bajo arresto domiciliario), atacó la guarnición y capturó a sus soldados, lo que desembocó en una ola de violencia que ha provocado decenas de muertes -30 solo el pasado jueves en una región del norte del país- y en la que participa también el Ejército de Uganda en favor de Kiir.
Kurtz indica que, aunque «no existen pruebas sólidas» de que el Ejército sudanés apoye al Ejército Blanco o a grupos vinculados a la oposición sursudanesa, «existen fuertes vínculos históricos» entre el Ejército sudanés y Machar.
En Sudán, los paramilitares fraguaron en febrero una alianza con el Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudán-Norte (SPLM-N), aliado del presidente sursudanés, y que domina importantes partes de los estados de Kordofán del Sur y del Nilo Azul, ambos fronterizos con Sudán del Sur.
La guerra en Sudán dañó el principal oleoducto de exportación de petróleo, fundamental fuente de ingresos de la débil economía de sursudanesa, y provocó que el Gobierno se viera en una posición de buscar un complicado equilibrio en las relaciones con el Ejército sudanés y las FAR. A esto se suma la implicación de Uganda en Sudán del Sur, lo que, unido al apoyo de Emiratos a estas en Sudán, conlleva a que sea «absolutamente posible que el conflicto se vuelva cada vez más regional».
Como señala Atem Simon Mabior, también de Efe, el despliegue de fuerzas ugandesas en Sudán del Sur ha provocado el miedo a que la interferencia de un país extranjero desestabilice aún más la frágil situación interna y que el rechazo de la oposición y de buena parte de la población a esta presencia haga que las tensiones se disparen y deriven en una guerra abierta.
El presidente ugandés, Yoweri Museveni, ha convertido a Uganda en el principal socio comercial de Yuba y ha utilizado sus fuerzas para desplazar a civiles de zonas meridionales de Sudán del Sur para construir plantaciones de caña de azúcar, mientras que sus soldados participan en la minería de oro, con la connivencia del Ejecutivo sursudanés.
El Gobierno de Kiir confirma la presencia del Ejército ugandés, que le apoya con bombardeos aéreos ontra los rebeldes en Nasir y en otras áreas opositoras.
Ejecuciones sumarias tras la «liberación» de Jartum
El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, denuncia la ejecución sumaria de civiles en varias zonas de la capital de Sudán, Jartum, tras la toma de la ciudad por parte del Ejército sudanés.
La oficina de Türk ha apuntado que desde el 26 de marzo, fecha de la toma de la capital por parte del Ejército sudanés, ha revisado múltiples vídeos en redes sociales, aparentemente grabados en zonas del sur y el este de Jartum, donde se puede ver la ejecución de civiles, en ocasiones en espacios públicos.
Entre las denuncias figura la ejecución de al menos 20 civiles en Janub al-Hezam, en el sur de Jartum, unos incidentes que han estado acompañados por un aumento del discurso de odio y la incitación a la violencia en redes sociales, donde han llegado a publicarse listas con nombres de personas acusadas de colaborar con las RSF.