El dilema de los críticos de Nayib Bukele: exilio o cárcel
Periodistas y defensores de derechos humanos están en el punto de mira del presidente de El Salvador, Nayib Bukele. Toda persona crítica con su Gobierno se ve abocada a elegir entre el exilio o acabar en la cárcel bajo un régimen de excepción perpetuo desde marzo de 2022.
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La última víctima del zarpazo represivo del Gobierno de Bukele ha sido la organización Cristosal, que investiga casos de corrupción. También ha denunciado muertes, torturas y violaciones de derechos humanos en las cárceles. La ONG se ha visto obligada a exiliarse a sus sedes de Guatemala y Honduras ante el «acoso, espionaje y difamación» de lo que tacha como una «dictadura» en El Salvador.
Desde que asumió el poder por un segundo mandato consecutivo en junio de 2024, Bukele ha perseguido y hostigado a quien ponga en entredicho su «guerra contra las pandillas», que se ha traducido en la detención de más de 85.000 personas. Las primeras víctimas fueron las miles de personas arrestadas de forma arbitraria sin haber cometido ningún delito, muchas de ellas residentes en barrios golpeados durante décadas por la violencia de las pandillas. Los siguientes fueron periodistas y organizaciones no gubernamentales como Cristosal, cuya jefa de su unidad anticorrupción, la abogada Ruth López, se encuentra en prisión tras ser detenida en mayo acusada de enriquecimiento ilícito.
Este arresto y la entrada en vigor en junio de la ley de Agentes Extranjeros han forzado a Cristosal a abandonar El Salvador tras 25 años allí. La nueva normativa ordena pagar un impuesto del 30% sobre transacciones, desembolsos, donaciones o importaciones en especie que reciban las ONG que se financian desde el extranjero. Su marcha era buscada por Bukele, que acusa a este tipo de organizaciones de ser activistas políticos y de no haberse preocupado nunca por los derechos de los salvadoreños cuando eran asesinados por las pandillas.
Se calcula que, en los últimos cinco años, hay al menos 130 personas de El Salvador en condición de exilio, mientras que solo en los últimos tres meses se han registrado 80 periodistas, abogados, sindicalistas y defensoras de derechos humanos que se han visto obligadas a abandonar su país. Según la Asociación de Periodistas de El Salvador, unos 40 comunicadores salieron al exilio en los últimos meses. Entre ellos, los periodistas de El Faro tras ser avisados de posibles detenciones, tras haber revelado la existencia de un pacto entre Bukele y las pandillas.
El director de Cristosal, Noah Bullock, resumió la situación que se está viviendo en El Salvador con esta frase: «Ante la creciente represión y cierre de espacios democráticos nos vemos obligados a elegir entre la cárcel o el exilio». Bukele hace oídos sordos y no tiene intención de que haya contrapesos a su poder tras nombrar a personas afines en la Fiscalía y el Poder Judicial, mientras que su partido, Nuevas Ideas, controla la Asamblea Legislativa. Tampoco pasa por su mente poner fin al Plan de Control Territorial, que militarizó las calles, ni suspender el régimen de excepción que tantos réditos políticos le dio en los últimos tres años, gracias a disminuir la violencia.
Temor a criticar a Bukele
En este contexto, en el que ocho de cada diez salvadoreños aprueban su gestión, no tienen cabida ni la disidencia ni los periodistas que investigan su gestión ni las organizaciones que cuestionan sus medidas represivas. Según una reciente encuesta de la Universidad Centroamericana, seis de cada diez salvadoreños temen criticar al presidente o a su Gobierno, al considerar que puede acarrearles «consecuencias negativas» como ser arrestados.
Además, Bukele sabe que cuenta con el respaldo del presidente de EEUU, Donald Trump, tras encerrar en el Cecot a 252 venezolanos deportados y acusados de crímenes sin pruebas. La semana pasada fueron liberados y enviados a Venezuela a cambio de que ese país excarcelara a 10 ciudadanos estadounidenses. Los prisioneros denuncian haber sufrido torturas y varias organizaciones presentarán una demanda ante la Corte Penal Internacional en contra del Estado salvadoreño.
Bukele ya dijo en junio que le tiene sin cuidado que los medios o la comunidad internacional le llamen «dictador». De ahí que siga haciendo gala de ello aumentando la represión contra los pocos que siguen atreviéndose a cuestionarlo y que tienen como espada de Damocles el exilio o la cárcel.