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En tierra de jamones, mortadela como premio por la victoria de Jasper Philipsen

En una etapa en la que el pelotón ha huido de la confrontación, a la espera de lo que suceda el sábado en la Bola del Mundo, el belga del Alpecin ha sumado su tercer triunfo en esta Vuelta batiendo a sus rivales del sprint. Eso sí, Vingegaard le ha sacado cuatro segundos a Almeida en bonificaciones.

Corriendo cerca de las vallas, Philipsen ha superado claramente a sus rivales al sprint. (Miguel RIOPA | AFP PHOTO)

En una Vuelta con tanta sustancia sobre todo en los márgenes del asfalto, bastante más que dentro de una carrera en la que las estrellas están llegando a la tercera semana con la lengua fuera, la antepenúltima jornada ha sido, hablando en plata, un tostón. El caminar conjunto del gran grupo entre Rueda y Guijuelo, guardando las fuerzas que queden para la subida a la Bola del Mundo de este sábado, ha dejado para los anales un aburrimiento digno para echar la siesta y desentenderse de la carrera, mientras que en la meta se ha mantenido la visión de alguna bandera palestina, aunque hasta Israel ha tenido su fan. De todo hay en la viña del Señor.

Y en el interminable sprint en la llegada a la meta de Guijuelo, el belga del Alpecin Jasper Philipsen se ha hecho con su tercera victoria de etapa en esta Vuelta, superando claramente a sus adversarios en la ligera subida a la meta sita en una localidad famosa por sus jamones, aunque habida cuenta del espectáculo brindado este viernes, nadie va a protestar si el premio no pasa de la mortadela.

A excepción de la intentona de fuga de Jakub Otruba (Caja Rural) y Victor Guernalec (Arkéa) –quien pronto ha desistido y ha dejado al checo huido en solitario, a merced de los elementos–, el pelotón ha decidido no moverse. Mucho cansancio, muchas emociones, mucha tensión y todo dentro de un contexto de una temporada ya muy larga y la incertidumbre de lo que vaya a suceder así en la Bola del Mundo como en la etapa final de Madrid, etapas en las que se decidirá quién va a ganar la Vuelta, cómo se completará el podio y si las protestas de los días anteriores se van a poder avivar o si la policía ahogará a sangre y fuego cualquier iniciativa.

En vista de todas esas incógnitas por despejarse, el pelotón se ha tomado la etapa con relativa calma, con no pocos corredores dejándose caer del pelotón en los kilómetros finales para evitarse cualquier susto innecesario a cuenta del sprint por la victoria, mientras que los favoritos, arropados por sus equipos como osos en hibernación, aunque a base de bonificaciones Vingegaard le ha sacado cuatro segundos a Joao Almeida.

Todos han guardado todas las fuerzas posibles de cara a la etapa de este sábado en la sierra madrileña, con dos puertos de tercera para calentar las piernas, el alto del León, de segunda categoría, mediada la etapa, seguido de un primer paso por Navacerrada, este de primera categoría, desde su vertiente segoviana, para regresar por la parte madrileña y añadirle los kilómetros que convierten este puerto en la Bola del Mundo, una cuesta con piso de hormigón de categoría especial que, a la espera de los acontecimientos en los márgenes, deberá decidir la suerte deportiva de esta Vuelta. Ese deberá ser el verdadero jamón después de una etapa que no ha merecido más que mortadela.