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Entrevista
Iñaki Zugarrondo
Autor de la novela ‘Águila negra’

«Trato de reflejar a un Sancho el Fuerte que combate contra sus enemigos y contra él mismo»

Tras visitar la época de los vascones en su primera obra, el escritor iruindarra Iñaki Zugarrondo ha asumido el reto de novelar el reinado de Sancho VII el Fuerte en ‘Águila Negra’, obra en la que ha querido «reflejar a un hombre que combate contra sus enemigos y contra él mismo».

En ‘Águila negra’, Iñaki Zugarrondo recrea el convulso reinado de Sancho el Fuerte. (NAIZ)

Editada por Grijalbo, acaba de llegar a las librerías la segunda novela del escritor iruindarra con raíces agoizkas Iñaki Zugarrondo. En esta ocasión, ha recreado el convulso reinado de Sancho el Fuerte ofreciendo la imagen más humana del soberano navarro y rescatando a figuras como su hermana Berenguela de Nafarroa y, sobre todo, a Martín Chipia, defensor de Gasteiz ante la invasión de Castilla.

Ha pasado de los vascones que combatieron bajo las águilas de Roma de su primera novela, ‘Vasconum’, a ambientar su segunda obra en la Edad Media. ¿Qué le ha empujado a dar este salto temporal?

Ciertamente, ‘Águila Negra’ realiza un salto de varios siglos y nos transporta a finales del siglo XII e inicios del XIII. Para ser sincero, escribir sobre Sancho VII es algo que tenía en el tintero incluso antes de terminar mi primera novela. Un reinado clave para la historia de nuestro pueblo, en el que, además, son coetáneos personajes de la talla de Berenguela de Navarra, Ricardo Corazón de León o Martín Chipía, entre otros. Ahora, tras dos años de documentación y escritura, al fin puedo decir que el arrano beltza despliega las alas para volar orgullosa.

El protagonista de ‘Águila Negra’ es Sancho el Fuerte. ¿Cómo es el rey que se va a encontrar la persona que lea su nueva novela?

Sancho es un monarca que está a caballo entre el relato, el mito y la leyenda, y que ha sido denostado y glorificado a partes iguales. En mi caso, he tratado de reflejar a un hombre con sus tormentos, glorias, aciertos y fracasos. Que suda, sangra, llora, combate contra sus enemigos y contra él mismo, que siente el peso de la corona, abrumado por los acontecimientos que se ciernen sobre su territorio.

Y he tratado de plasmar esa transformación personal del soberano, donde conoceremos al impetuoso infante que luchaba al otro lado de los Pirineos contra los nobles que se rebelaron contra su aliado, el rey inglés Ricardo Corazón de León. Al monarca que asciende al trono y debe hacer frente a la amenaza constante de Aragón y, sobre todo, de Castilla. También al Sancho que se ve obligado a tomar decisiones drásticas. Que sufre la pérdida de territorios y de seres queridos. Que dirige a sus navarros comandando el ala derecha de la retaguardia del ejército cruzado en la batalla de Las Navas de Tolosa. O que, en el ocaso de sus días, aislado y enfermo, aguarda a la muerte evocando glorias pasadas, encerrado en su castillo de Tudela.

«Sancho el Fuerte es un monarca que está a caballo entre el relato, el mito y la leyenda, y que ha sido denostado y glorificado a partes iguales» 


¿Novelar la vida de uno de los soberanos más conocidos del reino de Nafarroa es todo un reto?

Sí, por supuesto, dada la importancia de su figura y de los acontecimientos tan trascendentales que sucedieron durante su reinado, algunos de ellos trágicos e irreversibles para Nafarroa, como es la pérdida de Gipuzkoa, Araba y el Duranguesado. Y no solamente la suya. He tratado de devolver al lugar que, en mi opinión, merecen en la historia su hermana Berenguela de Navarra y, sobre todo, Martín Chipia, el fiel defensor de Vitoria. La defensa de ese enclave y los enfrentamientos que en sus murallas se suceden ocupan una extenso número de páginas en la novela, donde el lector podrá acompañar a los gasteiztarras que se batieron fieros para proteger su ciudad.

¿Cuánto hay de histórico y cuánto de ficción en ‘Águila Negra’?

Antes de nada, quiero dejar claro que los autores no somos historiadores, al menos en mi caso. Son estos, como Iñaki Sagredo, Javier Fortún, García Fitz…, los que ponen a nuestro servicio, gracias a su trabajo, toda la documentación necesaria para dar vida a una novela.

Pero sí, considero que es una novela con mucha carga histórica, en la que he pretendido narrar con el mayor rigor histórico los episodios y pasajes que conocemos gracias a las crónicas, documentos y hallazgos, aunque soy yo quien debe recrear el perfil, personalidad y carácter de los personajes, tanto históricos como ficticios, así como las situaciones que estos viven.

Por contra, son las tramas paralelas en las que participan, o los episodios que quedan dispersos entre la neblina de la realidad y el mito, como es el desesperado viaje del monarca hacia tierras almohades para entrevistarse con el califa y negociar un ataque militar conjunto a Castilla, donde doy rienda suelta a la ficción, tratando de mantenerme fiel al contexto y la realidad histórica.

«He tratado de devolver al lugar que merecen en la historia su hermana Berenguela de Navarra y, sobre todo, Martín Chipia, el fiel defensor de Vitoria»



Sancho el Fuerte ha pasado a la historia como uno de los grandes protagonistas de la batalla de Las Navas de Tolosa, pero bajo su cetro, Nafarroa perdió Araba, Gipuzkoa y el Durangesado a manos de Castilla. ¿Cómo se explican esas dos caras contrapuestas de este mítico rey-guerrero? ¿Se ajusta la leyenda de este soberano con su vida real?

Hay que pensar que el de Sancho es un periodo de alianzas cambiantes, de reinos que se alían y al tiempo se enfrentan, donde los intereses políticos y diplomáticos marcan muchas veces el rumbo de las decisiones que los monarcas adoptan. Por ejemplo, el reino de León y el de Navarra pactaron con los almohades cuando estos vencieron al ejército de Alfonso VIII de Castilla en la batalla de Alarcos. Al poco tiempo, Castilla, aliada con Aragón, logró por vía militar primero y matrimonial después forzar la paz con el rey leonés, permitiéndole volverse contra Navarra.

Años después, y en plena campaña contra los almohades, en los prolegómenos de la batalla de Las Navas, León, que no se une a la cruzada, aprovecha para atacar y arrebatarle varios castillos al soberano de Castilla. Creo que este ejemplo nos ayuda a comprender un poco el contexto.

Portada de ‘Águila negra’, la nueva novela de Zugarrondo. (GRIJALBO)

 



Si hablamos de la participación de Sancho en la cruzada que desembocará en la mítica batalla, creo que son varios factores los que le llevan a participar. No olvidemos que, al inicio, él se niega a unir sus fuerzas a castellanos y aragoneses. En primer lugar, Arnaldo Amalarico, arzobispo de Narbona y legado papal, conocido por aplastar con mano de hierro a los cátaros en las tierras del Languedoc, visita en persona al soberano de Navarra. Por lo que pueden deducirse presiones del Papa para tomar parte en la campaña militar. Por otra, creo que el aislamiento político de Sancho le obliga en cierta manera a participar también en ella, y con toda probabilidad hubo negociaciones entre el navarro y el castellano en los meses o semanas previas. De hecho, el rey de Castilla le devuelve algunos castillos después de la victoria en Las Navas.

Es llamativo que Sancho parte de Navarra tarde, cuando la campaña está ya en marcha, y que alcanza al ejército cruzado cuando ya había tomado las fortalezas de Malagón y Calatrava.
 
Evidentemente, el nexo que unía a estos reinos era la fe y la conciencia de que se enfrentaban a un enemigo común al mando de una fuerza militar muy considerable que, llegado el caso, podría avanzar hacia el norte para implantar el islam a golpe de espada. Así que, en mi opinión, hay que analizar esta conjunción de factores para encontrar una respuesta.

«Fue un rey que se vio abrumado por los acontecimientos que le tocó padecer y al que la inferioridad militar, le forzó a tomar decisiones drásticas o temerarias»



¿A este monarca navarro le faltó la sagacidad política de su padre Sancho VI el Sabio frente a tantos enemigos y tan poderosos?

Si nos ceñimos a las palabras del cronista Jiménez de Rada, Sancho era «valiente y fuerte con la espada, pero obstinado en su propia voluntad».

En mi opinión, fue un rey que se vio abrumado por los acontecimientos que le tocó padecer y que, en inferioridad militar, hubo de enfrentar primero una ofensiva conjunta de aragoneses y castellanos a los pocos años de ascender al trono, y la del ejército de Alfonso VIII de Castilla al año siguiente. Ello le forzó a tomar decisiones drásticas o temerarias, según se mire, como puede ser ese viaje a tierras almohades en persona, mientras se producía el ataque de Castilla por la frontera occidental. Pero no seré yo quien lo juzgue.

Por el contrario, fue durante su reinado cuando se intensificó la presencia navarra en Ultrapuertos, donde varios nobles del otro lado de los Pirineos le juraron vasallaje. O, por ejemplo, logró sanear las cuentas y hacer que Navarra pasara del endeudamiento al superávit.

Por último, creo que cargó para siempre con el dolor de la derrota, con el estigma de haber perdido los territorios que le legó su padre, que, con tanto esfuerzo militar y diplomático, había mantenido durante su reinado.

¿Qué faceta del rey navarro le ha sorprendido más o le ha llamado más la atención?

Entre otros aspectos, lo que he mencionado antes, esa capacidad que tuvo para reorganizar el reino tras la conquista castellana de los territorios occidentales, la cual le permitió sanear las cuentas y pasar del endeudamiento al superávit. Incluso realizar préstamos a otros monarcas, como al aragonés Pedro II, quien le entregó en prenda varios castillos y, al no poder devolverle la cuantía acordada, le permitió a Sancho recuperar fortalezas y adquirir otras tantas. He ahí el ejemplo de Petilla de Aragón, que, por este hecho, hoy pertenece a Navarra.

«Durante su reinado se intensificó la presencia navarra en Ultrapuertos y logró sanear las cuentas y hacer que Navarra pasara del endeudamiento al superávit»



Al escribir su novela ha contado con el asesoramiento de expertos como Iñaki Sagredo. ¿Cómo ha resultado esa colaboración escritor-historiadores?

Para mí resulta un auténtico honor y un privilegio tener un contacto tan directo y cercano y poder contar con profesionales como Iñaki, persona a la que admiro desde hace mucho. Arqueólogo, historiador y, como digo yo, caballero navarro del siglo XXI, quien de manera incansable lleva 30 años investigando y divulgando la historia de nuestro viejo reino. Rescatando del olvido y devolviendo al lugar que merecen infinidad de vestigios y fortalezas hasta ahora olvidados, que hoy son símbolo de resistencia y un clamor de que, siglos después, seguimos en pie.

Tras visitar en sus obras a los vascones y a Sancho el Fuerte, ¿qué nuevos proyectos tiene en mente? ¿A qué época quiere trasladar a los lectores en su nueva novela?

Lo único que puedo decir es que permaneceremos en el siglo XII… y que continuaremos siguiendo la estela del águila negra. 

Estatua de Sancho el Fuerte en la fachada del palacio de Diputación de Nafarroa. (Idoia ZABALETA/FOKU)