INFO

El Borussia Dortmund y aquella Champions más vintage que nunca

En 1997 los próximos rivales del Athletic se llevaron la ‘orejona’ con un equipo que todavía mantenía el líbero en defensa y con una plantilla en que algunos de los líderes eran de la DDR.

Hitzfeld celebra con sus ayudantes aquel histórico 3-1 a la Juve. (Captura TV)

Cuando la Champions League aún podía regalar sorpresas en forma de victorias de outsiders, el Borussia Dortmund supo encontrar su momento de gloria. Corría mayo de 1997 y en Múnich el BVB fue capaz de derrotar a la gran favorita para la victoria final, una Juventus ganadora el año anterior y que trituraba a cualquier otro equipo en aquella edición. 

El próximo rival del Athletic –este miércoles– tiene una Champions en su palmarés y es la primera conquistada por un equipo alemán después de la caída del Muro de Berlín. La historia haciéndose evento, en 1989. Terminaba un mundo, terminaban dos Alemanias, también a nivel deportivo.

 

La nueva mezcla no sería fácil, pero el caso es que por primera vez en 1997 un equipo con todavía gente de la República Democrática Alemana (DDR) conseguía el trofeo europeo más preciado.

El bache de los 90

Si la década de los 80 fue sin duda la de Alemania Occidental (RFA), la siguiente sería recordada como una especie de bache, futbolísticamente hablando. La resaca de la generación capaz por primera vez en la historia de llegar a tres finales seguidas de la Copa del Mundo, con una victoria y dos derrotas, además de a la victoria en una Eurocopa, se acabó de manera abrupta. Quizás por la tarde del 10 de julio de 1994, cuando en tres minutos la selección alemana fue remontada y castigada por la pequeña Bulgaria de Stoichkov y Letchkov en los cuartos de final de la Copa del Mundo en Estados Unidos. 

Casi todo se vino abajo. Todo no, porque en 1996 aquella Alemania ya unificada ganaría la Eurocopa en Inglaterra salvando los muebles gracias a un parvenu del fútbol internacional, Oliver Bierhoff, autor de un doblete en una agónica final contra República Checa. Pero luego, en la Copa del Mundo de 1998 y en la Eurocopa de 2000, los alemanes fracasaron estrepitosamente. El máximo ejemplo fue Croacia pasándole por encima como rodillo, en Francia 1998, con un 0-3 donde parecía ver una peli en blanco y negro (Alemania) y otra en colores (Boban, Suker y compañia). Fuera de moda como la serie televisiva ‘Derrick’. 

En un mundo ya convertido al 4-4-2 o al 4-3-3 con la ‘zona’ marcando la pauta, tanto la selección como los clubes alemanes se mantenían fieles al 5-3-2, con el líbero y las marcas hombre a hombre. Gente como el gran Lothar Matthaeus, Balón de Oro en 1990, año del Mundial ganado en Italia, había pasado de ser ‘todocampista’ a último baluarte de la defensa, merced a su sabiduría táctica. Sin embargo, el fútbol alemán parecía haber perdido tiempo, o por lo menos no se había adecuado a las modernidades del balón, un poco como la DDR. 

Los cuatro de la DDR

El Borussia, por supuesto, no podía ser distinto. Su 5-3-2 era más ochentero que los Duran Duran y los paninaris. Se mantenía la rivalidad obstinada con el Bayern de Múnich, las estrellas del equipo eran gente gris como podía ser el Rühr y toda la zona en torno a Dortmund, no exactamente Las Vegas aunque sí Alemania Occidental. Incluso el entrenador también, Ottmar Hitzfeld, con su abrigo color ocre, parecía haber salido de una oficina de empleo público. 

Las estrellas del equipo eran gente gris como el Rühr e incluso el entrenador Hitzfield parecía salido de una oficina de empleo público con su abrigo ocre

 

Estrellas tipo Matthias Sammer, ganador en 1996 de uno de los Balones de Oro más controvertidos de la historia. Es verdad que había sido el líder de la selección campeona de Europa, pero no destacaba por ninguna calidad realmente relevante. Alguien que ya había fracasado en la Serie A italiana con el Inter, donde el balón simplemente rodaba a una velocidad triple respecto a la suya. Y aun así, Balón de Oro, por un voto, por delante de un tal Ronaldo Nazario. 

Sammer no era un jugador de fuegos artificiales. El pelirrojo del Borussia Dortmund había nacido en Dresde, una de las mayores ciudades de Alemania Oriental, de aquella DDR que había mantenido su campeonato y su selección hasta 1990. El Dinamo Dresde era uno de los equipos de culto de la Oberliga, la liga de fútbol de Alemania Oriental, y Mathias se había críado allí. 

Era el líbero de la DDR y en su juventud había estado relacionado con la Stasi, la terrible policía política del régimen. Pero el Borussia Dortmund tenía también a otros jugadores nacidos en Alemania Oriental, un toque vintage extra en la plantilla. Mucho más proactivo y vivaz que Sammer era Jorg Heinrich, carrillero totalmente ambidiestro perfecto para el 5-3-2, jugador extremadamente tardío que con 25 años todavía estaba en las categorías de aficionados. Heinrich era de Rathenow, cerca de Berlín Este. Y luego el experimentado René Tretschok, de Wolfen, Sajonia, útil en las rotaciones. El cuarto, el mediocampista Steffen Freund, nacido en Brandenburg an der Havel, no estaba en aquella final.

Ganaron a la potentísima Juve siendo más listos. Y sería el único triunfo en Champions de un equipo alemán en toda la década de los 90

 

¿Cómo podía un equipo tan poco espectacular ganarle la partida a la Juventus de Del Piero, Zidane y Vieri, vigente campeona de Europa? Jugando a ser más listos. Dos goles de falta directa, de hecho, anotados por el ‘viejo perro’ Karl-Heinz Riedle y un tercer tanto a la contra de la joven joya Lars Ricken, que acababa de saltar al césped, con una vaselina desde los 40 metros: 3-1, primero y único triunfo en la Champions League para el Borussia Dortmund.

Y además, primero y único triunfo en la Champions League de un equipo alemán (unificado) en toda la década de los 90. Habría que esperar a 2001 y al Bayern de Múnich que se impuso al Valencia: entrenador, de nuevo Ottmar Hitzfeld, siempre con el 5-3-2 pero ya sin líbero. 

Sammer, Heinrich y Tretschok fueron los primeros futbolistas nacidos en la DDR capaces de llevarse la ‘orejona’ después de la caída del Muro de Berlín. La historia se estaba haciendo mayor.