«Eladio Esparza es el ideólogo programático y estratégico de las derechas navarras»
En su último libro, el historiador Fernando Mikelarena ha puesto el foco en Eladio Esparza, subdirector de ‘Diario de Navarra’ entre 1930 y 1952, y al que califica de gran teórico del navarrismo foralcatólico, la ideología identitaria de los vencedores del 36 de la que se siguen nutriendo UPN y PP.
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Editado por Pamiela, recientemente ha llegado a las librerías ‘Ideología identitaria de los vencedores. Eladio Esparza, ‘Diario de Navarra’ y el navarrismo foralcatólico’, el nuevo libro del historiador Fernando Mikelarena, autor de obras tan emblemáticas como ‘Sin piedad. Limpieza política en Navarra 1936’.
Tras poner el foco en cuestiones como el victimario, en esta obra, saca de las sombras al gran ideólogo de la adaptación a Nafarroa del nacionalcatolicismo franquista y su papel trascendental a la hora de pergeñar y difundir el navarrismo foralcatólico desde su púlpito de ‘Diario de Navarra’, como mano derecha de Garcilaso, pero mejor dotado intelectualmente que este último para llegar a la fibra más conservadora del herrialde.
¿Qué le ha empujado a investigar y dedicar un libro a la figura de Eladio Esparza?
Eladio Esparza es un intelectual poco conocido que he intentado rescatar del olvido por diversas razones. La más importante de ellas es que, además de ser subdirector de ‘Diario de Navarra’ entre 1930 y 1952, y colaborador del mismo periódico entre 1910 y 1923 y entre 1929 y 1930, por el contenido de sus columnas puede ser considerado como el teórico principal del navarrismo foralcatólico, que era la ideología identitaria de los vencedores, una adaptación a Navarra del nacionalcatolicismo franquista.
El vaciado exhaustivo de sus columnas, tanto en ‘Diario de Navarra’ como en otros periódicos, tarea que emprendí hace ya años, me persuadió de su trascendencia como ideólogo programático y estratégico de las derechas navarras, tanto en relación con los aspectos más habitualmente predicados del navarrismo como sobre otros, por lo general, no percibidos.
«Su tratamiento falaz del bombardeo de Gernika le abrió las puertas para ser nombrado miembro del Consejo de Propaganda y Prensa de FET y de las JONS»
Como ha comentado, le califica de principal teórico del «navarrismo foral católico». ¿En qué consistía esa ideología y cómo se plasmaba?
Suele afirmarse que el navarrismo foralcatólico se caracteriza, sobre todo, por la apuesta por el marco foral cuarentayunista y la oposición firme a cualquier proyecto político-institucional alternativo, en especial, pero no solo, de aquellos proyectos conjuntos con los demás territorios históricos de Euskal Herria.
Ahora bien, también alberga otros contenidos fundamentales. Entre ellos, su rechazo de la tentación reintegracionista (una reivindicación clásica del tradicionalismo, pero que podía conducir al separatismo); su crítica incluso a cualquier marco estatutario singular para Navarra devenido de la Constitución de 1931, bajo el argumento de la superioridad de la foralidad de 1841 (por ser producto, bajo su punto de vista, de un pacto que reconocía restos de la antigua soberanía navarra) frente a cualquier concesión del Estado.
Además, su tratamiento del euskera, rebajando su carácter identitario para Navarra, y, sobre todo, algunos otros, como la resistencia, a ultranza y en todas las cuestiones, al régimen republicano; la asunción de la guerra ideológica a favor de los valores religiosos, morales, educativos y patrióticos españoles tradicionales de siempre; y la apología de los combatientes a favor del golpe de Estado de julio de 1936, en especial de los fallecidos.
En relación con todos esos contenidos, Eladio Esparza hizo aportaciones cruciales, generando en su plenitud todo el corpus teórico del navarrismo foralcatólico.
«Garcilaso y Esparza se complementaban entre sí, pero quedando clara la superioridad del segundo a la hora de crear marcos mentales para las derechas navarras»
¿Hasta qué punto sigue presente esa ideología en la actual sociedad navarra?
Todos los aspectos mencionados siguen muy presentes en la sociedad navarra actual, constituyendo el discurso hegemónico, obviamente puesto al día. Desde luego, forman parte del ADN de las formaciones derechistas, como UPN y PP. Pero también afectan al resto de los partidos, incluidos los abertzales, que no han tenido capacidad para contrarrestar el carácter hegemónico de dicho discurso. Por ejemplo, la LORAFNA se hizo partiendo de las tesis de Esparza sobre la conveniencia de las vías de amejoramiento del Fuero de cara al incremento del autogobierno en caso de una actitud favorable para ello del Estado, partiendo de la preeminencia del pacto foral no rupturista frente a España frente a cualquier concesión de aquel por su naturaleza superior y suprahistórica, rechazando la vía reintegracionista por cuanto esta última apela a la plena soberanía de Navarra. Cuarenta años después de la LORAFNA y noventa después del proceso estatutario de 1931-1932, nadie habla ya de un marco político-institucional común con el resto de Euskal Herria; todos aceptan a Navarra como marco diferenciado.
En relación con el euskera y de la guerra ideológica a favor de los valores religiosos, morales, educativos y patrióticos españoles tradicionales de siempre, las derechas navarras permanecen igual de encastilladas que en los años treinta, resonando sus mensajes en muchos jóvenes actuales.
Por último, ¿qué decir de la apología de los combatientes a favor del golpe de Estado de julio de 1936 y de la no asunción de responsabilidades por parte de las derechas navarras en relación con la bárbara matanza de 1936? Lo penoso es que ahora la mayoría progresista se pliega a esas ideas, no atreviéndose a derribar los Caídos y hablando de una resignificación timorata que no servirá para nada, sino para recrear la impunidad.

¿Por qué ha permanecido Esparza en la sombra a pesar de tener ese papel de «ideólogo programático y estratégico de las derechas navarras»?
La verdad es que se ha concedido mucha más importancia a Raimundo García, Garcilaso, el director de ‘Diario de Navarra’, en relación con ese papel. Pero a tenor de lo que muestro en el libro, queda claro que Esparza fue mucho más importante para la vertebración de los marcos mentales e ideológicos de la derecha navarrista, porque estaba muchísimo más dotado intelectualmente que Garcilaso para pergeñar discursos de conformación sociopolítica y era mucho mejor conocedor de la realidad navarra, globalmente considerada, así como de la audiencia a la que se dirigía.
Esparza trabajó en la articulación de discursos de conformación sociopolítica de consumo interno en Navarra, como buen conocedor que era de la realidad provincial, diseñando mensajes como subdirector del periódico simultáneamente aceptables y movilizadores para las élites y las sensibilidades conservadoras, escindidas en varias formaciones, que constituían su público en principio original y propio. Y también para el mayoritario sector tradicionalista de la opinión pública, que tenía en el periódico carlista ‘El Pensamiento Navarro’ su canal propio, pero de compradores limitados y con un nivel discursivo de menor talla intelectual, y que también adquiría ‘Diario de Navarra’.
Llegó a ser gobernador civil de Araba en 1937. ¿Un pago a sus servicios por apoyar el golpe militar y el Decreto de Unificación?
Esparza fue gobernador civil de Álava entre el verano de 1937 y el verano de 1938, llegando así a su cima política, efectivamente, como pago a los servicios prestados. No hay que olvidar que en el verano de 1936, fue el Delegado de Prensa de los Requetés, organizando ritos de cohesión comunitaria de alta emocionalidad para los golpistas, como la misa de campaña del 25 de julio y la procesión del 23 de agosto.
También impulsó la creación de la Junta Superior de Educación, siendo su secretario y en la que fue miembro de la comisión de depuración desde la que se llevó a cabo una purga cruel entre los maestros y profesores de Navarra. Entre julio de 1936 y el verano de 1937, fue un destacado propagandista requeté, participando en muchos mítines carlistas. En abril de 1937, apoyó con fervor la unificación de tradicionalistas y falangistas en el partido único FET y de las JONS, realizada por decreto.
Y su tratamiento falaz del bombardeo de Gernika le abrió las puertas para ser nombrado en mayo de 1937 miembro del Consejo de Propaganda y Prensa de FET y de las JONS, presidido por el sacerdote falangista navarro Fermín Yzurdiaga y del que formaban parte los falangistas Alfonso García Valdecasas y Dionisio Ridruejo. A finales de ese mismo mes, Esparza sería nombrado secretario general de Prensa de la Delegación Nacional de Prensa y Propaganda de FET-JONS.
«Defendía que Euskal Herria solo podía articularse a partir de un empleo pleno del euskera, lo que le valía para negar esa posibilidad porque era minoritario»
Durante 22 años fue subdirector de ‘Diario de Navarra’ , pero llegó a colaborar previamente con ‘El Pensamiento Navarro’, fue primer director de ‘La Voz de Navarra’ y también colaborador del periódico ‘Euskadi’. ¿Cómo se explica que llegara a escribir en medios que llegaron a ser antagonistas entre sí?
En ‘El Pensamiento Navarro’ solo estuvo unos meses en 1911, de ‘La Voz de Navarra’ fue director entre 1923 y 1925, y colaboró con dicho periódico con columnas entre ese último año y 1929, lo mismo que hizo con el diario ‘Euzkadi’, donde también estuvo unos meses como redactor en 1917. Su trabajo en la prensa peneuvista tuvo que ver con su nacionalismo muy tibio del periodo 1916-1929.
Pero donde se realizó plenamente fue en ‘Diario de Navarra’ a partir de 1929, donde se olvidó de su pensamiento anterior y trabajó para los intereses de las derechas navarras desde una óptica favorable al carlismo. Algo nada raro porque, como señaló García Serrano, muchos carlistas compraban también dicho periódico, además de El Pensamiento. Además, creo que trabajó para la carlistización del Diario, saboteando el empeño de los falangistas para hacerse con el mismo.

Esparza fue la mano derecha de Garcilaso, director de ‘Diario de Navarra’, durante décadas. ¿Cómo se complementaban entre ellos y quién influyo más en quién?
Garcilaso escribió a partir de la entrada de Esparza en la subdirección del periódico sobre temas de política estatal e internacional. Y Esparza, sobre temas mucho más apegados a la política navarra, complementándose entre sí, pero quedando clara la superioridad del segundo a la hora de crear marcos mentales para las derechas navarras.
Apenas escribió en euskara a pesar de que era euskaldun y llegó a ser miembro de Euskaltzaindia. ¿Cómo se explica algo así?
El lesakarra Esparza fue autor de unas pocas columnas en euskera. Curiosamente, defendía una postura maximalista en relación con la lengua que yo llamo vasquismo espiritualista y que puede resumirse en la afirmación de que Euskal Herria solo podía articularse a partir de un empleo pleno del idioma, lo que le valía, acto seguido, para negar la posibilidad del vasquismo político porque el euskera era minoritario y ni siquiera muchos nacionalistas, a diferencia de él, lo hablaban.
De cualquier forma, creo que si bien tenía un buen nivel oral de euskera, su competencia por escrito en dicha lengua era relativamente baja, mucho menor que la que tenía en castellano y menor también que otros casi paisanos suyos, como el etxalartarra Manuel Aznar Zubigaray.
«Siendo el polo opuesto de Pío Baroja, trabó relación con él hacia 1917 y le denostó en los años 30, pero hay indicios para considerar que fue uno de sus salvadores en 1936»
En su investigación para el libro, ¿qué aspecto de Esparza es el que más le ha llamado la atención o sorprendido?
Hay varios aspectos chocantes. Uno de ellos, la capacidad de un novelista frustrado para realizarse personalmente como ideólogo desde sus columnas en virtud de su erudición, de su ánimo de agitación y de su capacidad para movilizar resortes emocionales. Yendo más a lo particular, su tránsito desde el nacionalismo vasco hasta el españolismo foralista y su capacidad para organizar ritos de cohesión comunitaria en el verano de 1936.
Por último, en un plano más anecdótico, su relación con Pío Baroja. Siendo su polo opuesto, trabó relación con él hacia 1917 y luego lo denostaría a partir de los años 30. Y, sin embargo, hay indicios para considerar que fue uno de sus salvadores la noche del 22 al 23 de julio de 1936.