La abstención y la crisis del PSOE convierten a Extremadura en un laboratorio para PP-Vox
El análisis del día después electoral deja muchas lecciones y advierte de un posible cambio cultural de calado. Vox y Podemos, reales ganadores de la jornada. La investidura para la Junta abre un abanico de posibilidades que anuncian un ciclo electoral de prueba-error cara a las próximas generales.
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Los casi 900.000 votantes se han expresado, de una manera u otra, en las urnas de Extremadura y el día después exige analizar los mensajes enviados. Sea con el sufragio o por haberse quedado en casa, los extremeños han dibujado un mapa político que va en sintonía con todas las encuestas a nivel estatal: el crecimiento astronómico de la extrema derecha, el desplome del PSOE, el estancamiento con sangría del PP y la resistencia de la izquierda transformadora cuando hay unidad.
Lo primero a tener en cuenta es que la abstención ha aumentado casi 8 puntos (primeras autonómicas que no coinciden con las municipales), pero la abstención no ha sido transversal sino fundamentalmente rural, disparándose allí y mucho menos en los centros urbanos más grandes, con un nítido castigado: el PSOE, que llevaba a Miguel Angel Gallardo de candidato, procesado y yendo a juicio oral en mayo por la causa del hermano de Sánchez. Pero cabe recordar que no era el elegido por Pedro Sánchez, sino que le ganó en primarias a la candidata elegida por el secretario general.
El PSOE ha caído 14 puntos en dos años y medio de gestión del PP, el cual ha celebrado una victoria que debe ser puesta en contexto: la presidenta María Guardiola sube 4,3 % pero en votos totales pierde unos 9.000 votos y el aumento en el porcentaje se explica por la abstención. Se queda a cuatro asientos de la mayoría absoluta, y con solo un escaño más obtenido en unos comicios anticipados hechos para liberarse del yugo de Vox, no parece el PP extremeño tener mucho para festejar.
La extrema derecha es la gran ganadora de la jornada: más que duplica escaños (5 a 11) pero sobre todo duplica votos totales y los analistas señalan que ha recibido una parte de votantes de PP y del PSOE, además de no padecer la abstención. La coalición de Podemos, Izquierda Unida y Alianza Verde, llamada Unidos por Extremadura, también sube en votos totales (dos tercios más) aunque es penalizada por el reparto de escaños, consiguiendo 7 (suben de 4, lo que para las expectativas generales de la izquierda vale oro).
Guardiola ha intentado regionalizar la campaña, incluso ha cerrado los actos sin Feijóo. Vox ha hecho lo contrario, con un candidato casi desconocido y una presencia constante de Santiago Abascal, quien combatió verbalmente con la líder del PP constantemente (la ha tachado de estar en «modo feminazi» y la ha comparado con Irene Montero). El PSOE contó con la presencia de Pedro Sánchez en varias oportunidades, algo que evidentemente no motivó a su electorado.
Unidas por Extremadura ha tenido un buen desarrollo en dos elementos que suelen ser claves para una campaña electoral: una buena candidata (con buen discurso) y una estructura logística importante (de la mano de IU). La coalición no se rompió y escapó al fratricidio de la izquierda madrileña, además de enfocar la campaña en las ‘cosas del comer’ y los problemas cotidianos de los extremeños.
En Génova no lo dirán pero estarán alertados de un hecho: con un mal candidato del PSOE, en medio de escándalos de corrupción en cadena y de denuncias de acoso sexual, el PP pierde votos absolutos y sigue preso de Vox
Las elecciones para la Asamblea extremeña se deciden por dos circunscripciones con realidades más diferentes de las que se cree. Badajoz está infrarrepresentada (un diputado por cada 15.316 electores) y Cáceres sobrerrepresentada (uno por cada 11.709). Pero los resultados no han sido esta vez tan disímiles. El PP tiene su mejor resultado en Cáceres y Vox en Badajoz. En su capital, de hecho, trepa a casi el 21 %, dejando al PSOE en una humillante tercera posición con el 16 %.
Dos curiosidades: la opción regionalista, Juntos Extremadura Levanta, se queda fuera del Parlamento y consigue solamente 4.000 votos, el 0,8 %. Con una campaña austera (solo informaron gastos por 7.000 euros), los regionalistas no pudieron captar ese sentimiento de comunidad autónoma agraviada que tanto pesa allí. La otra curiosidad: Ciudadanos, el expartido de Albert Rivera e Inés Arrimadas, intentó resistir pero le dieron la espalda, obteniendo menos que los animalistas de PACMA (1.400 votos).
Los pronósticos que filtraba Génova a fines de la semana pasada se han cumplido: Guardiola no ha obtenido mayoría absoluta pero sí el PP ha sido más votado que las dos izquierdas sumadas. Pero el ascenso de Vox ha sido mayor al que auguraban las encuestas (como suele ser, habiendo siempre en el sector ultra un segmento alto de votante que miente al encuestador o no dice que votará a Vox).
De allí los mensajes de moderación el día después. Guardiola ha pedido a la ultraderecha que no bloquee una nueva investidura y Alberto Núñez Feijóo ha llamado a Vox a alcanzar un pacto respetando «la proporcionalidad» en votos y al ganador, sin «equivocarse de enemigo». Lo dijo en la última reunión de la Junta Directiva Nacional del partido en Madrid, a la misma hora en que se conocía la dimisión de Gallardo al frente del PSOE extremeño tras el batacazo.
A pesar del resultado y de que en términos de escaños hay un claro ganador, en Génova no lo dirán pero estarán alertados de un hecho: con un mal candidato del PSOE, en medio de escándalos de corrupción en cadena y de denuncias de acoso sexual, el PP pierde votos absolutos y sigue preso de Vox. El presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, expresaba en la cumbre del PP esa frustración: «Así es muy difícil una mayoría absoluta en cualquier territorio».
Pero el problema no es la obtención o no de mayorías en un régimen parlamentario sino con quién han elegido negociar. Vox no es Fratelli d’Italia ni Abascal es Meloni. La lepenización populista de esa formación se acentúa a la par que su retórica migrantefóbica incendiaria y antieuropea. Abascal se ha apropiado simbólicamente de los buenos resultados, ha dejado abiertos todos los escenarios (incluida la repetición electoral) y ha dicho que la decisión ahora está en manos del PP, pero que sea lo que sea, si media Vox en la investidura será para impulsar un «cambio profundo» de políticas.
«En esta campaña hemos visto al PP demasiado cerca del PSOE y lo que hemos visto es una guerra sucia contra Vox permanente desde Ferraz y desde Génova», ha dicho Abascal, que considera que ha habido una «propagación de bulos originados en Génova y que replicaban las terminales mediáticas de Ferraz y al revés». La radicalidad está ya esperando a Guardiola en la mesa de negociación.
«Mala noticia para el sistema»
En un desayuno para periodistas organizado por Nueva Economía Forum para analizar los resultados, el consultor Ignacio Varela, exasesor de Felipe González en Moncloa, ha afirmado este lunes que «esta es una serie de suspense en la que ya se sabe quién es el asesino». «Es una operación política de ámbito nacional» por parte del PP, que «ha diseñado un plan para provocar cuatro derrotas electorales para el PSOE hasta junio», en alusión a los comicios por venir en Castilla y León, Aragón y Andalucía.
Ha recordado que Extremadura es la región en la que el PSOE ha sido más hegemónico durante las últimas cuatro décadas, habiendo hilvanado siete mayorías absolutas y que en su peor momento nunca bajó de 40% hasta 2023. «Ahora ha habido 23 puntos de diferencia entre los bloques derecha e izquierda. Siempre digo que hay biología electoral y geología electoral. Lo que suele pasar, de subidas y bajas normales, y los movimientos que son cambios para 20 años, como lo que ocurrió en Andalucía en 2019. Tengo la impresión que vamos a asistir a varios años de derecha en Extremadura», ha señalado.
También ha tachado de «insensatez e irresponsabilidad» el hecho del PP de «cuestionar la limpieza del proceso electoral» en la última semana de campaña, más aún porque en el Estado español «es materialmente imposible dar un pucherazo». De cara al mapa autonómico, ha pronosticado que es posible que de aquí a 2027 el PSOE sea barrido de donde aún gobierna y solo le quede el PSC en Catalunya.
Varela cree que viene tres escenarios posibles: «Que se reetablezcan las condiciones para una concertación de la centralidad política; un escenario de polarización invertida, o sea lo mismo pero con la derecha en el poder,;o una estrategia de crear una situación de ‘frente popular’, que generaría incentivos para la creación de un ‘frente nacional’, lo que sería peligroso».
Por su parte, en el mismo escenario compartiendo atril, el analista Fernando Vallespín, politólogo y profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, ha recalcado que el PP ha demostrado que «no sabe rematar las campañas» y que hay que prestar atención a los datos que muestran una «relación en los países de la Unión Europea entre regiones que se sienten agraviadas y el éxito de los partidos antisistemas populistas».
Pedro Sánchez ni se ha referido a Extremadura al anunciar a la nueva portavoz, Elma Saiz; algunos perciben que anhela repetir el escenario de 2023, cuando los pactos PP-Vox activaron al electorado progresista
«El PP no crece desde las últimas generales y el crecimiento de la derecha se lo lleva todo Vox. Si el objetivo era celebrar un acto electoral solemne para mostrar la fatiga del sanchismo, lo han logrado pero.. ¿le ha servido al PP?», se ha preguntado, y añade: «La pregunta fundamental para las expectativas de la izquierda es hasta qué punto Vox da miedo suficiente como para movilizarse».
En ese sentido ha expresado que es una «muy mala noticia» para el sistema político que «se naturalice pactar con partidos que no acaban de coincidir con los principios y valores fundamentales ni con el orden constitucional».
La mañana del lunes ha tenido otra sorpresa: Pedro Sánchez hablando en la Moncloa, anunciando a su nueva portavoz del Ejecutivo y nueva ministra de Educación, sin mencionar Extremadura ni exhibir una mueca de reconocimiento de lo sucedido. Algunos analistas y personas con acceso a Moncloa se preguntan por estos días si estas derrotas no son casi bienvenidas por un Sánchez que anhelaría repetir el escenario de 2023 en el que los pactos PP-Vox en las autonomías activaron al electorado progresista.
Por ahora, Extremadura ha abierto el ciclo de votaciones que culminará en las municipales dentro de 17 meses. Y con las generales, claro, si no son antes. Pocos apuestan, en este escenario, a un 23J en 2027.