Ane Maiora Manso
En nombre de Euskal Herriko Feminista Erradikalak

La transizquierda

¿Qué hace hoy por hoy la izquierda autodenominada progresista? Celebra esta «diversidad» embelesada y abrazada a la teoría neoliberal queer. Es la encargada de «suministrar» los nuevos cambios ideológicos.

La transizquierda

«El feminismo ha sido contrario a los credos religiosos y al conservadurismo político, pero la novedad del tiempo presente es que el feminismo resulta incómodo también a una izquierda posmoderna y pseudofeminista». (Alicia Miyares)

Escondido tras las llamadas Ley Trans (tenemos cinco), hay mucho más que el borrado de la mujer y la experimentación farmaco-quirúrgica con nuestros niños y niñas. Es la dictadura del mercado planeada meticulosamente por las multinacionales que controlan nuestros datos, la Big Pharma, la industria médica, etc... Lo curioso de todo esto es que son los partidos de izquierda los que están intentando implantarlas. Son sus colaboradores necesarios. Estas leyes trans de corta y pega las está implementando globalmente una izquierda «progresista», utilizando niveles de violencia social propios de la extrema derecha y contando con el apoyo de prensa y medios entre otros: las escuelas, los medios de comunicación, la publicidad, la industria cinematográfica, de videoclips o de videojuegos ayudan a construir y homogeneizar el actual imaginario colectivo a lo largo del planeta. Desde su integración en las democracias liberales parece que los partidos de izquierda se centran cada vez más en lo que Nancy Fraser denomina «injusticias de reconocimiento».

Los partidos de izquierda han adoptado como propios algunos de los principios que definen a la posmodernidad. Una posmodernidad que ha entrado con fuerza en la izquierda occidental desde las universidades anglosajonas, y que apuesta por la descomposición de lo colectivo en favor del individualismo. La comunidad es sustituida por un conjunto de individualidades que se reflejan en la ideología. La primera fase de esta descomposición se alcanzó con éxito, la lucha de clases ha sido abolida. ¿Se acuerdan cuando el 1 de Mayo no era sólo un puente? Es el fin de la sociedad que ya sentenció Margaret Thatcher.

Ahora toca derrotar al feminismo: el único movimiento colectivo que ha tomado fuerza en los últimos años. No nos engañemos, como señala Rodríguez Magda, esto de la identidad de género no es nuevo, hay que remontarse a los años 90 del siglo pasado, a lo que los anglosajones llaman la Tercera Ola feminista; cuando se empiezan a separar los caminos entre el movimiento LGTBI y el feminismo; es aquí cuando surge la noción de género como identidad. ¿Por qué entonces nos hacen creer que estas teorías son nuevas, qué son lo más moderno? Lo que es nuevo, lo que ha pasado en realidad los ultimos años es que el movimiento feminista ha tomado la callle a falta de cualquier otro movimiento reivindicativo de izquierda. Ha vuelto a la realidad, a la concreción de nuestros problemas, que siguen siendo los mismos de siempre: violencia y discriminación por el hecho de ser mujeres. Todo el sistema capitalista se sujeta gracias a nuestra desigualdad.

Esta izquierda posmo, o «progresista», ha adoptado la diversidad en favor de la igualdad. Daniel Bernabé lo explica: «abandonando a la clase obrera como actor y sujeto político, la izquierda se reinventará frente a la derecha con la defensa cultural de colectivos discriminados. Un colectivo se podrá colar en cualquier plataforma ‘progresista’ porque agrega ‘diversidad’, no importa si defiende ideas retrógradas».

¿Qué hace hoy por hoy la izquierda autodenominada progresista? Celebra esta «diversidad» embelesada y abrazada a la teoría neoliberal queer. Es la encargada de «suministrar» los nuevos cambios ideológicos. «La agenda transgenerista no es una iniciativa más entre las que hoy logran la aceptación de los políticos que nos gobiernan. Es el mascarón de proa del proyecto posmo para el futuro global, y sus propuestas nos dan pistas importantes sobre cuáles son sus pilares ideológicos: La disolución de categorías convertida en ley, la confusión de derechos con deseos, el reconocimiento de identidades subjetivas y contingentes como políticamente relevantes, la sacralización de la diversidad; y sobre todo, como contrapunto, la negativa a dar relevancia política y tomar en consideración las bases biológicas de la vida humana, siendo como son, el sustrato de todas nuestras sociedades». Patricia Merino Murga.

Sabemos que modelar las conciencias de manera que sean capaces de aceptar lo inaceptable no es tan difícil (la ventana de Overton). De momento, los temas progresistas se agitan sin parar en la industria mediática y la agenda cultural. También enseña su patita en educación (infancia trans); guerras culturales sustituyendo a la revolución. La diversidad como nuevo opio del pueblo: brilli brilli, género sentido, cuidados, deseos hechos ley «because you’re worth it».
 
Baste un ejemplo explicativo de cómo opera la «nueva» izquierda. Hemos oído al ministro de consumo recomendarnos la compra de fruta y verdura de temporada, hablar de barrios «populares» y rizando el rizo del metalenguaje, referirse a los pobres como consumidores vulnerables en un ejercicio gimnástico de deconstrucción ideológica. Todo mientras siguen proliferando las cadenas de casas de apuestas en sus «barrios populares», con el beneplácito de su ministerio. No voy a entrar aquí en lo que es la adicción al juego. Solo señalar cómo castiga aún más a estos barrios obreros.

La transizquierda (con el permiso de Rodríguez Magda) es la impulsora de un proceso que terminará engulléndola; a ella y a todos, si no reaccionamos a las luces de neón.

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