6 de marzo: El día de los justos. Una propuesta al Sr. Alcalde de Pamplona
«Lo importante no es mantenerse vivo, sino mantenerse humano» (George Orwell).
El Día Europeo de los Justos, establecido en 2012 por el Parlamento Europeo, se celebra cada año el 6 de marzo en honor a quienes se levantaron contra los crímenes de lesa humanidad y dedicado a mantener viva y renovar la memoria de quienes, en todo tiempo y en todo lugar, han hecho el bien salvando vidas humanas, han luchado a favor de los derechos humanos durante los genocidios y defendieron la dignidad de la persona negándose a ceder ante el totalitarismo y la discriminación entre los seres humanos. Esta Jornada Europea de los Justos fue instituida por el Parlamento Europeo en 2012, acogiendo de ese modo el llamamiento lanzado por la asociación Gariwo (Gardens of the Righteous Worldwide) -acrónimo de Jardines de los Justos en el Mundo-.
Entre las iniciativas de Gariwo han destacado la creación de Jardines de los Justos, el uso de los medios de comunicación y las redes sociales y la promoción de iniciativas públicas para difundir el mensaje de responsabilidad, para invitar a todos a preguntarse qué significa ser responsable en su propio tiempo.
El Día de los Justos de la Humanidad se considera una solemnidad civil. No da lugar a reducciones de jornada ni, si cae en día laborable, constituye día festivo. Con motivo de la jornada, por ejemplo y en las escuelas de todos los niveles, se suelen organizar, dentro del horario escolar normal, iniciativas destinadas a sensibilizar a los jóvenes sobre las historias de vida de los Justos, a sensibilizarles sobre cómo cada uno debe considerarse involucrado, en todos los tiempos y en todos los lugares, contra la injusticia, a favor de la dignidad y los derechos humanos, en defensa del valor de la verdad. Hacer viva y renovada la memoria de hombres y mujeres que han demostrado ser ejemplos de gran valor moral y civil puede enseñar a los más jóvenes la importancia de sentirse personalmente responsables de la defensa de los derechos humanos, de la ayuda a los más débiles, de la búsqueda de la verdad en la propia conciencia.
La memoria de los Justos nos recuerda a cada uno de nosotros que debemos comprometernos con la democracia, luchar contra el racismo y la intolerancia, oponernos a toda forma de abuso del ser humano sobre el ser humano. La memoria del bien es fundamental en el proceso de integración en nuestra sociedad porque enseña a las generaciones más jóvenes y nos recuerda a los más adultos que cualquiera puede decidir ayudar a otros seres humanos y defender la dignidad humana. Las instituciones públicas tienen el deber de subrayar el ejemplo que representan las personas que lograron proteger a aquellos que sufrieron persecución basada en el odio.
Entre las iniciativas que se han ido sugiriendo a lo largo de los años está también la de construir los Jardines de los Justos en las zonas locales, siguiendo el ejemplo del Jardín de los Justos en Jerusalén, construido en 1962 en el Mausoleo de Yad Vashem, lugar de la memoria de los Shoá. La intención es dedicar un árbol a cada Justo de las Naciones, para simbolizar el deseo de recordar el acto de valentía y amor universal realizado. Los Justos, de hecho, no solo salvaron vidas humanas, sino que también mantuvieron viva la dignidad de la persona.
Los Jardines de los Justos son como libros abiertos que cuentan las historias de todos aquellos que supieron responder al llamado de la conciencia con actos de resistencia moral y valentía cívica. Son espacios públicos, lugares de memoria, pero también de encuentro y diálogo, en los que organizar iniciativas dirigidas a los ciudadanos para mantener vivo el ejemplo de los Justos, no solo con motivo de la dedicación de los nuevos árboles, sino durante todo el año.
«Justos» son aquellos que, durante los genocidios y asesinatos en masa producidos por ideologías y totalitarismos, han defendido la dignidad y salvado vidas humanas, incluso a riesgo de las suyas propias. El término se aplicó por primera vez en Israel para referirse a quienes salvaron a judíos durante la persecución nazi en Europa.
El siglo XX ha sido definido como «el siglo de los genocidios», porque vio no solo los períodos totalitarios del nacionalsocialismo y el estalinismo, sino también las masacres de las que fueron víctimas, entre otros, armenios, bosnios, camboyanos, ruandeses… Lamentablemente, incluso en lo que va de este siglo XXI, seguimos siendo testigos de nuevos crímenes contra la humanidad que continúan produciendo innumerables víctimas inocentes. En la oscuridad de estos acontecimientos, las figuras de los Justos nos recuerdan que cualquiera es libre de decir no y oponerse a la violencia, ayudando a otros seres humanos.
La definición de «Justo» tiene profundas raíces en la cultura judía y en el Talmud. Nos recuerda que «salvar una vida es salvar al mundo entero». Esta frase nos invita a tener siempre presente que para salvar al mundo debemos pensar primero en salvar la humanidad que está dentro de nosotros, debemos reconocer al otro, al prójimo, al diferente a nosotros, como semejante a nosotros, como ser humano. Dedicar un día del año a la memoria de todos los Justos de la Humanidad significa mantener vivo su ejemplo y transmitir a las nuevas generaciones los más altos valores de la humanidad.
La fecha del 6 de marzo fue elegida en memoria de la muerte –ocurrida en 2007– del arquitecto de la Avenida de los Justos de Jerusalén Moshe Bejski, un magistrado israelí que trabajaba como presidente de la Comisión de los Justos del Museo del Holocausto en Jerusalén, con el fin de extender la noción de «los Justos de la Humanidad» a los Justos de todo el mundo, hombres y mujeres que se oponen a regímenes sangrientos, ideologías totalitarias y racistas, que luchan para ayudar a otros seres humanos.
Es de desear que, entre las iniciativas que se pueden realizar con motivo de esta jornada en memoria de los Justos de la Humanidad, esté también, por ejemplo, la de reflexionar profundamente sobre el contenido de la famosa Carta del 77 de la disidencia checoslovaca que contenía un fuerte valor ético y antropológico abordando las cuestiones más urgentes y candentes de nuestros tiempos: los riesgos de la democracia, la necesidad de restaurar la apariencia y el papel de Europa, los inmigrantes, los muros, el racismo, el antisemitismo, la cultura del odio, el terrorismo, el egoísmo, la resignación ante el mal, las injusticias, las prevaricaciones... En nombre de la responsabilidad, valor generativo de la ética, debemos adquirir el coraje, contrarrestar con inteligencia y determinación «la cultura del enemigo y de la división entre nosotros y ellos que contamina la vida democrática y alimenta el nacionalismo y el populismo».
Es una memoria y es una invitación en la que todos podemos reconocernos, jóvenes y adultos, de una ideología o de otra, de una confesión religiosa o de otra…, personas de todos los países y de todas las culturas. Siempre y cuando decidamos acabar con el egoísmo, la indiferencia y el odio. Siempre que no tengamos miedo de mostrarnos capaces de inclinarnos para ayudar a los débiles y no doblegarnos ante el egoísmo y la violencia, siguiendo así el ejemplo de los Justos de cada tiempo y de cada lugar que, a lo largo de la historia, se han distinguido por haber tenido la fuerza de defender los derechos humanos y el amor a la verdad, incluso en las circunstancias más difíciles e inhumanas, sabiendo combatir con valentía las injusticias.
Y finalizo con la formulación de una iniciativa para el Señor Alcalde de Pamplona. ¿Por qué no pensar en la posibilidad de crear en nuestra ciudad de Pamplona un Jardín de los Justos? ¿Y por qué no crear ese jardín en el área de la actual ubicación del Monumento a los Caídos?