Iulen Lizaso

A la vuelta de la esquina en Euskadi

Leemos en la prensa vasca del día 4 de abril sobre la intimidación hasta agresión que recibió un menor de 14 años por parte de un pedófilo «extranjero» en la estación de Renfe en Ordizia y a plena luz del día.

Extranjero es quien está en un país que no es el suyo, pero puede ser residente circunstancial o habitual, visitante o inmigrante.

Cada vez tenemos más inmigrantes como residentes fijos. Dependiendo del origen predominan el que sean de un sexo u otro. Su cultura es determinante para aplicarse o no en adaptarse a las normas relacionales y costumbres del país receptor. Es determinante para cumplir o no una función de aportación social y económica al mismo. No solo la cultura, también la condición social o carcelaria en la que se encontraba antes de emigrar. Cruda realidad observada.

No hay que recurrir a la estadística oficial para asegurar que el perfil ideal del inmigrante más útil para el bien de nuestro país y a su vez integrado es el de mujer centrosudamericana que con el resto de ocupados ya sufragan el 10% de nuestras pensiones. En el polo opuesto, ese determinado varón magrebí pasivo social y dado a resolver litigios y demandas por métodos de fuerza.

Entre 1959 y 1973 la emigración de españoles a Bélgica se calcula en dos millones de personas siendo el 60% ilegal. Esto conviene recordárselo a la ultraderecha xenófoba. Fue por cuestión humanitaria y de interés sociolaboral para los ciudadanos de ambos países.

También conviene recordar al gobierno y partidos que lo sustentan, que en Cataluña el 16% de la población es inmigrante extranjero. Que el 49% de los delitos son cometidos por estos y el 61% de estos delincuentes son de origen magrebí (muchos perceptores de la RGI)... y todo ello en progresión.

Si hoy la motivación del gobierno español a la hora de facilitar y-o promover la agenda de la inmigración magrebí, además de laboral fuese humanitaria, en vez de esos jóvenes pasivos, muchos amnistiados y excarcelados por su gobierno, traerían mujeres que sufren mayor precariedad e inseguridad en sus países. Esas mujeres aportarían riqueza de verdad al mejorar su calidad de vida a la vez que mejorar la pirámide poblacional. Igual con la inmigración de mujeres senegalesas, aunque los varones que nos llegan... si saben estar.

¿Cuando conoceremos la verdadera razón de esta distinción a favor de la inmigración de estos varones no útiles para el bien de nuestro país? A plazo instantáneo y corto no se ve ninguna razón de bien social ni humanitario sino más bien lo contrario para ciudadanos rasos que sufren las consecuencias de los intereses de esta trama política... que la subvencionamos los de a pie.

¿Cuando conoceremos la verdadera razón del «covid persistente» y el exceso de muertes e incapacitados con causa en exceso de medicación a personas sanas niños y jóvenes. A pesar de ello esa silenciosa o silenciada izquierda vasca desde aquel «txertatu txertatu eta txertatu» tarifado de Arnaldo Otegi mantiene la misma actitud de traición con los de su clase, al no haber sido capaz de reparar lo más mínimo en las causas técnicas y en la trama médica. En su libro: «Crónica de una sociedad intoxicada» el catedrático e investigador Juan Ramón Laporta denuncia: la epidemia de efectos adversos por exceso de medicación en personas sanas; negocio cronificado de medicación de por vida.

Hoy percibimos el mismo silencio traidor por la excesiva relación entre ese perfil inmigrante y la delincuencia e inseguridad para la ciudadanía más vulnerable, como consecuencia de una causa con raíz en anteponer intereses de la trama política gobernante de ambos países. De todo esto EH Bildu sabe bien y calla con el señuelo «nazioa gara»... a favor de su interés y no del pueblo.

No acostumbro a viajar, pero doy crédito a lo que me decía un amigo irlandés que ha recorrido mucho mundo y conocido mucha militancia política: Nunca he visto una sociedad política más adoctrinada que la vasca tanto de izquierda como de derecha, muchos hasta la pasión y el fanatismo ciego... aún hoy.

No sé si gobernando la derecha xenófoba y clasista; si Vox y Santiago Abascal defenderían esos mismos intereses, pero son los únicos que lanzan preguntas al gobierno que le pudieran comprometer para desenmascarar los intereses detrás de esta inmigración; intereses ocultos muy alejados de lo humanitario.

En un país en quiebra económica como nos encontramos en España, no es difícil imaginar el escenario social que tendríamos los de a pie y sobre todo las de a pie, el día que la UE ordene cerrar el grifo de la RGI siendo los primeros damnificados esos jóvenes sin familia a cargo y acostumbrados a disponer de derechos sin deberes, ni renunciar a sus propios métodos de fuerza incluso con los nativos... cuando algo apetecible se les resiste.

Suenan tambores de guerra en Europa y llegará el día en que el presupuesto de Defensa se nutra de parte del presupuesto de Servicios y Prestaciones Sociales. La nueva RGIE militar de mañana, quizás despeje la incógnita de hoy.

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