Edurne Eguino, Pilar Gastón, Gaxan Sad e Iñigo Rudi
Exconcejala de Acción Social y Desarrollo Comunitario, militante de IU, militante de Podemos y militante de Batzarre, respectivamente

Acuerdo Navarra Suma PSN en Pamplona. ¿Quién gana qué? ¿En beneficio de quién?

Parece que la jugada beneficia fundamentalmente a Navarra Suma que, en contra de las necesidades de la mayoría social, puede embarcarse en lo que más le gusta, redactando e iniciando proyectos faraónicos que empiezan ahora pero nos endeudarán por muchos años, como hizo anteriormente Barcina.

El acuerdo presupuestario alcanzado en el Ayuntamiento de Pamplona ha causado relativa sorpresa entre quienes veíamos con esperanza de largo recorrido la actitud y las prácticas más progresistas del PSN en el Gobierno de Navarra, donde ha conformado un proyecto más plural y más receptivo a las necesidades de la mayoría social.

La sorpresa es relativa si tenemos en cuenta la trayectoria política de Esporrín, apoyando fielmente a Barcina en una etapa anterior, oponiéndose con todas sus fuerzas al gobierno municipal de 2015-2019 y destacando a menudo por defender políticas antisociales, en posiciones sin distinción con las de UPN o ahora Navarra Suma.

La escenificación inicial de Esporrín con un «órdago» en la mesa de Maya por 9,5 millones en veintisiete enmiendas parecía inclinar la balanza hacia el no acuerdo porque además incluía la exigencia de rectificaciones por parte de Maya en cuestiones de imagen política muy preciadas como la pasarela del Labrit o los aparcamientos en Pio XII.

También hay que decir que las enmiendas de Esporrín suponían apenas un 3% del presupuesto ampliado a 235,8 millones. Dicho de otra manera, el PSN municipal se mostraba de acuerdo con Navarra Suma en un 97% del presupuesto y lo manifestaba públicamente sin necesidad de hacerlo porque sus veintisiete enmiendas podrían haber sido aprobadas junto con resto de la oposición a Navarra* en un Pleno posterior, tal y como hizo en 2020.

¿Fue un «órdago» consciente de que podía «ganar» o pensó que Maya no lo aceptaría?

Maya no lo pensó ni diez minutos. No sólo tenía la posibilidad de restaurar su nefasta imagen de alcalde incapaz de aprobar un solo presupuesto municipal lastrado durante cinco años sino que además disponía de golpe de un presupuesto de 235, ocho millones en lugar de los 218 prorrogados y el riesgo de asumir todas las modificaciones que le impusiera la oposición en mayoría.

¿Qué pasaría si Maya no cumple con uno o varios de los acuerdos? ¿Qué pasa si por ejemplo se resiste a retirar los aparcamientos de Pio XII o no encarga un proyecto de resignificación de los Caídos?

Pues no pasaría nada más que la expresión más o menos airada de Esporrín, porque el acuerdo presupuestario no se podría anular y además Navarra Suma tiene por delante el resto de la legislatura con posibles presupuestos prorrogados de su gusto sin necesidad de negociar nada más.

Así pues parece que la jugada beneficia fundamentalmente a Navarra Suma que, en contra de las necesidades de la mayoría social, puede embarcarse en lo que más le gusta, redactando e iniciando proyectos faraónicos que empiezan ahora pero nos endeudarán por muchos años, como hizo anteriormente Barcina, en minoría pero con el apoyo inestimable del PSN, como ahora lo tiene Maya. ¿Es realmente prioritario en estos momentos endeudarnos en un aparcamiento en Sto. Domingo o en volver a meter millones en el Paseo Sarasate, o en el Parque Txantrea y Aranzadi? La crisis que se avecina requiere otras inversiones más urgentes y más sociales, como rehabilitar todas las viviendas municipales y promover todas las viviendas sociales que sea posible e invertir en proyectos que generen cohesión social, formación y empleo que den esperanza a jóvenes y colectivos vulnerables.

Con ser graves las posibles consecuencias del acuerdo/desacuerdo presupuestario, aún lo es más la unidad de acción entre Maya y Esporrín en el abordaje de muchos temas municipales y especialmente en cuanto al modelo lingüístico de las Escuelas Infantiles y el modelo de Atención social y Comunitaria.

No sólo no hay una profunda reflexión sobre las necesidades sociales que existen y las que están creciendo y lo seguirán haciendo por causa de la pandemia por la covid-19, sino que en plena pandemia se vacía de contenido el concepto de desarrollo comunitario, por el cual es necesario impulsar acciones colectivas para generar inclusión y cohesión social, para quedarse con el mero asistencialismo controlado hasta el mínimo detalle por el poder político.

Desmantelar los equipos preventivos en plena pandemia con los argumentos de Maya y Esporrín es como desmantelar una UCI porque un día un respirador no funcionó como debía, sólo que en la atención social y el desarrollo comunitario se está muy lejos de respetar y tener en cuenta los criterios técnicos. A pesar de la conocida alegoría de «enseñar a pescar», en este ámbito se prefiere «dar de comer» e incluso esto con escasez. Tampoco vemos ninguna propuesta de mejorar los recursos ni materiales ni de personal de los distintos programas sociales que ya han están dando muestras de no llegar a las necesidades crecientes.

De igual manera, nos preocupa mucho y hasta miedo nos da el anuncio reciente de reglamentos nuevos y reformas de los existentes respecto a los centros comunitarios, la infancia, las personas mayores o la alta exclusión, ante lo cual no dudaremos en posicionarnos buscando siempre el gran olvidado de Navarra Suma y PSN en Pamplona, que es el desarrollo comunitario.

Necesitamos un Ayuntamiento que se implique en la elaboración de un Plan Estratégico que alcance el mayor y el más plural de los acuerdos políticos. Un Plan Estratégico que valore y se oriente a atender las necesidades que la crisis covid-19 y postcovid-19 van a incrementar de manera notable. Un Plan Estratégico elaborado con la participación de personal técnico, con conocimiento de la realidad y con criterios profesionales, para reorientar las inversiones hacia las necesidades más importantes de la ciudadanía en el presente y en el futuro.

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