Mikel Alvarez Forcada, Maialen Briz Erdozia, Mikel Alonso, Maria Belen Sanchez Vidal y Antxon Etxeberria Urretabizkaia
Participantes en la iniciativa 2016desokupatu

Algunas cuestiones sobre Donostia 2016

La candidatura a la «Capitalidad Europea de la Cultura de 2016 en España» tuvo su origen en la Oficina Estratégica de Donostia, que definió claramente cuál era el objetivo: «Desde hace años se viene trabajando para desarrollar una Estrategia de Marketing de la Ciudad (…) La apuesta por la Capitalidad Europea de la Cultura es una excelente herramienta» para «crear una marca distintiva» con el fin de «situar a Donostia favorablemente en el mercado internacional de ciudades». De entrada, nos encontramos ante una apuesta que bajo la retórica de lo cultural tiene que ver fundamentalmente con lo económico y con el Marketing urbano que busca atraer dinero, turistas e inversores, asimilando la gestión de la ciudad a la de una gran empresa.

La cultura es en ese sentido un pretexto para vender la ciudad. De hecho, la Capitalidad 2016 se ha convertido en la más potente herramienta de comercialización de Donostia, a la vez que encubre el servilismo con el que los políticos y gestores municipales ponen el espacio y los recursos públicos a disposición de los lobbies económicos que operan en la ciudad:

-Resalta el brutal crecimiento del turismo que fomenta el proyecto DSS2016EU, pasando de aproximadamente medio millón de turistas que Donostia ha registrado en 2014 (lo que supone un record histórico) a más de 2,5 millones de visitantes en 2016, según informaba la prensa de Iparralde tras el encuentro «transfronterizo» sobre turismo celebrado en enero en la sede del 2016.

-Asimismo, el proyecto DSS2016EU es muy claro respecto a la síntesis de la cultura y de los negocios, puesto que insiste en buscar patrocinadores privados para promover la creación de una «Fundación Empresarial por la Cultura y la Creatividad», precisando que ésta se plantea «sin renunciar a nuestros objetivos, valores y propuestas creativas, entre otras cosas porque es esa creatividad, y son esos valores, los que resultan altamente atractivos para las empresas». Por otra parte, David Harvey analiza en «El arte de la renta: la mercantilización y la globalización de la cultura» los procesos bajo los que las élites urbanas capitalizan y se enriquecen a costa de la producción simbólica de base ciudadana que se genera en las denominadas «capitales culturales». En esta perspectiva, se observa que Donostia 2016 actúa como un poderoso dispositivo de captura de actividades y dinámicas ciudadanas que en muchos casos se producían hasta ahora autónomamente, tratando de recuperar y rentabilizar el potencial creativo y las capacidades de la gente al servicio de la marca 2016.

-Además, este evento está sirviendo para dar un paraguas o un disfraz cultural al desarrollo de proyectos empresariales como la denominada «Smart city» o «ciudad inteligente», concepto promovido por las corporaciones tecnológicas y que ha pasado a formar parte de la agenda municipal en muy poco tiempo, sin haberse realizado ningún debate público. El pistoletazo de salida en esta materia se produjo en Donostia el pasado mes de julio con la visita realizada por el alcalde de Barcelona, Xavier Trias –que acababa entonces de derribar el centro autogestionado Can Vies–, visita en la que firmó con el Ayuntamiento un acuerdo para «fomentar la colaboración público-privada en ámbitos como la Smart City y las nuevas oportunidades de negocio que pueden generar las dos ciudades como Capitales Europeas de la Cultura y la Innovación» en 2016. Muchos estudios cuestionan sin embargo el despliegue de estas tecnologías, advirtiendo de sus implicaciones políticas y sociales, que se traducirán irremisiblemente en nuevas formas de control social y desigualdad.

En términos de impacto socio-cultural, consideramos que todo ello es esencialmente negativo. Asistimos ya a una masificación turística que está ocasionando problemas en zonas como la Parte Vieja. Ante lo cual, no existe voluntad para limitar la industria turística, sino que detrás de este evento presuntamente de orden cultural se esconde un fuerte avance hacia la mercantilización de la ciudad y del turismo masivo, que es invasivo y perjudica la habitabilidad, hasta el punto de que en ciertos aspectos la vida se vuelve insoportable. En cuanto a los beneficios que genera supuestamente para la ciudad, en realidad solo van a los bolsillos de los lobbies de la hostelería y el turismo, multiplicando el empleo precario y el reparto absolutamente desigual de la riqueza. Se habla de proyectar la cultura vasca en el mundo, pero a ello le corresponde un papel ideológico-legitimador de un modelo que tiende a una mercantilización total de la creatividad –entendida como un mero recurso a explotar—y participa de la cultura capitalista en el sentido más profundo. Todo ello neutraliza y despoja la cultura de cualquier potencialidad emancipadora y poder de transformación o cuestionamiento.

Finalmente, para el filósofo Andeka Larrea, el marketing de ciudades y la propaganda que se generan en torno a un evento como DSS2016EU se vuelven altamente manipuladores. Los discursos de la paz y la convivencia, la participación ciudadana, la llamada a «movilizar las emociones», la creatividad y la gestión de la diversidad, son exactamente los mismos en todos los casos y tiran sus mimbres de las grandes falacias del urbanismo neoliberal contemporáneo, que hace desaparecer del espacio público los antagonismos de clase, borra las expresiones de la cultura autónoma, relega la conflictividad social y silencia las resistencias. En el fondo, se trata de alterar las formas de representarnos simbólicamente y de habitar la ciudad, generando «nuevos imaginarios urbanos que vienen a imponerse como hegemónicos, íntimamente ligados a la despolitización y fácilmente consumibles», para convertir el espacio urbano en pura mercancía.

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