Juan José Zubieta Zubeldia, Mariló Gorostiaga, Xabier Goldaraz Aldaia, Iosu Iparra Lukanbio, Carlos Pérez Ojuel
Exprisioneras y exprisioneros políticos vascos

Amnistaren norabidean... STOP dispersión

La iniciativa desarrollada por las y los ex presos y ex refugiados los pasados 13 de marzo en Usurbil y el 17 de abril en Bilbo, tuvieron la virtud de dejar unas cuantas cosas claras tanto en el seno de la izquierda abertzale como en los espacios al margen que hacen una utilización interesada de la cuestión de las presas y los presos políticos.

La primera de ellas, que queremos a todos los presos, cuanto antes, libres y en casa. En el camino de la amnistía si, pero cuanto antes fuera de las cárceles. Sin esperar a amnistías lejanas e improbables y sin recorrer los caminos que llevan a «Langraitz».

Otra de las cuestiones que quedó manifiesta fue que en la cuestión de los presos hay espacios de movilización para todos, tanto en el espacio en favor de las y los presos como en el todavía mas amplio espacio en favor de los derechos de las personas presas. Y, si algo tenemos claro es que la recuperación de una dinámica movilizadora coherente, y con objetivos claros, no puede dejar a nadie impasible y más de uno debe sentirse interpelado. No faltan razones sino que, lo que muchas veces, vienen sobrando son excusas para saltar a la arena.

Sin duda alguna, a los que dicen que no se hace nada por los presos, a partir de ahora no les van a faltar convocatorias y oportunidades, la primera de ellas el emplazamiento que nos hace Sare para poner la dispersión frente a la señal de Stop. Nosotros también creemos que en el camino de la amnistía y la vuelta a casa de todos, poner fin a la dispersión es una obligada batalla y por eso, desde la estación de autobuses marcharemos contra la dispersión este domingo 19 en la ineludible cita de Iruñea.

Pero, ¿qué es la dispersión? Se han escrito miles de líneas sobre ella, la legislación de excepción no la contempla, la internacional recomienda la cercanía de las personas presas a su hogar y entorno. La ética, tan manoseada en el discurso político, también la censura. Sin embargo, la postura de los gobiernos español y francés sigue inalterable pese a los centenares de denuncias, movilizaciones, declaraciones institucionales o  internacionales.

En sus inicios, la dispersión tuvo un objetivo claro y anunciado por sus promotores: Terminar con la cohesión del colectivo de presas y presos políticos vascos, «desarticularlos» en la jerga de entonces. Hace ya casi 30 años, la dispersión se puso en marcha con una progresividad científica. Cada persona encarcelada era objeto del seguimiento exhaustivo de su personalidad, convicción política, amistades y entorno.

Participaron en la operación un sin fin de técnicos, médicos, psiquiatras y funcionarios para poner en bandeja a las autoridades penitenciarias la decisión sobre cada prisionera. Incluso una parte de la clase política autóctona apoyó sin reservas el experimento. Con una maldad calculada y una frialdad terrorífica, la dispersión se convirtió en tratamiento personalizado y castigo añadido al universal que marcaba la privación de libertad.

La cercanía o lejanía de casa se sumó a un sistema que discriminaba a las personas encarceladas en otros aspectos penitenciarios como los grados y las categorías. Ampliaba el castigo a sus familias y amistades, les obligaba a dispensar gastos astronómicos y añadía multiplicando por mil los riesgos de accidentes y las muertes en las carreteras. Todo ello con el imposible objetivo de despojar al preso de su condición política y hacerlo vulnerable al chantaje.

La ofensiva no concluyó ante la evidencia de su fracaso, sino que incorporó la lógica de la venganza sosteniéndose y profundizándose en el tiempo. Convirtiendo la inhumanidad en las señas de identidad de la privación de libertad y en una experiencia traumática para el preso o presa, su familia y quienes le quisieran como persona.

Dispersión y alejamiento endurecidos en el tiempo a través de una legislación penal de excepción inédita en Europa. Un nuevo estadio, una nueva dimensión, nuevas vueltas de tuercas, baile de prisiones que provoca nuevos destinos…  En la dispersión, el sistema penitenciario ha jugado con diversos escenarios, con las distancias, con los módulos, con los distintos regímenes carcelarios y con el aislamiento. Todo para quebrar a presos y castigar a familiares y su entorno más amplio.

La dispersión es el engranaje que marcha solo y nadie para. No se le encuentra la marcha atrás porque no quieren buscar en los sustanciales cambios políticos producidos hace más de cinco años los motivos para parar esa infernal e inhumana maquinaria.

En la agenda por los derechos de las personas presos el fin de la dispersión debe de ser una las prioridades. Por sentido común, por razones humanitarias y, sobre todo, por razones políticas. Si un nuevo escenario de paz, reconciliación y normalización es inalcanzable con personas encarceladas y huidas, se hace imposible desde la ausencia de derechos humanos y desde el mantenimiento de la crueldad y la venganza como elementos centrales de la política penitenciaria. “Amnistiaren norabidean… STOP Dispersión”. Nos vemos en Iruñea marchando por los nuestros y su derechos.

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