Alfredo Ozaeta

Apolíticos

Termino asociado al que pretende considerarse, o que le consideren, ajeno o alejado de la política, con nulo interés hacia filiaciones o posturas ideológicas que cuestione su supuesta imparcialidad respecto a sus juicios y opiniones.

Algunas personas, medios de comunicación, organizaciones religiosas, y muchos colectivos tratan de vender su apoliticismo desde la política. Intentan situarse en un plano equidistante del pensamiento, acción o decisión de cualquier acontecimiento que implique compromiso, pero sin renunciar a valorar, opinar o condicionar a los demás. Consideran que ello les exime de responsabilidad en las decisiones que afectan a la comunidad.

Esta falsa imparcialidad entiende que les dota de cierta superioridad moral sobre el resto, al no participar de ningún tipo de contienda o ideología con repercusión e incidencia en nuestras vidas, o en los de la propia sociedad. Se autoconvencen e intentan convencernos de que están por encima de los demás al no estar condicionados, o contaminados como dicen los «políticos de bien», por algún tipo de ideario

Consideran que esta etiqueta les otorga más razones que al resto, como es el caso de muchos tertulianos, telepredicadores, locutores o escribientes que desde sus púlpitos, {políticos}, lanzan sus diatribas morales y condenatorias, normalmente unidireccionales, como si de jueces supremos se tratara.

Este es también un caso paradigmático en los que van de pseudointelectuales, se consideran poseedores de una sabiduría superior al resto y en un plano por encima de los que participan de alguna ideología. Normalmente, sus siglas las llevan marcadas en el cerebro y casi siempre les delatan por mucho que lo intenten disimular, son aliados habituales de la derecha y sus fobias u odios los destilan hacia el progresismo.

Desde su aura y a pesar de su presunta neutralidad pueden permitirse insultar, descalificar e incluso enviar a los avernos al que no piensa como ellos o comparte sus ideas. Hablan ex cátedra en su ficticia posición privilegiada de situarse por encima del bien y del mal, dicen no saber ni entender lo de las derechas e izquierdas, pero en su reparto de parabienes y críticas, siempre los palos los dirigen a los mismos y su posición siempre está en la diestra.

Intentan confundir términos, tratando de hacer creer que el hecho apolítico implica objetividad, y nada más incierto, utilizan su tendenciosa imparcialidad para justificar su nulo posicionamiento ante determinados acontecimientos. ¿Como si no puede justificarse no condenar un genocidio en base a un apoliticismo? Esta indiferencia entre el agresor y el agredido, el poderoso y el débil, la injusticia y la justicia la utilizan como laxante para purgar sus veredictos en la dirección que no incomode al poder ni les ocasione contratiempos, lo que se ha dado por llamar políticamente correcto.

Utilizan este cinismo para pontificar sobre la inconveniencia de mezclar política con el deporte, eventos culturales, lúdicos, etc., a pesar de que estos actos cuando los estados andan por medio se convierten en exaltaciones nacionalistas con profusión de señas de identidad y propaganda gubernamental. Y si no, que se lo pregunten a los vecinos españoles y otros, de las performances que montan con sus selecciones, congresos o festivales. Con esta excusa deciden no sancionar a estados genocidas como el de Israel en foros, organizaciones internacionales y competiciones deportivas como desaprobación de sus actos y medida de presión para que cese de inmediato su barbarie.

En su trampeada balanza sopesan lo que no es procedente en algunos casos, y lo que es de obligado cumplimiento en otros, como en el caso Rusia y aliados a los que les faltó tiempo para sancionar y expulsarle de centros de decisión y prohibir a sus equipos participar en las competiciones internacionales. Aparte de pedir el embargo de sus bienes, y el de sus ciudadanos no renegados, además del boicot activo a las transacciones comerciales para sus productos, por la invasión a Ucrania.

Bajo este fingido concepto homologan todo tipo de injusticias, se da luz verde a todo tipo de tropelías y se garantiza la impunidad a los crímenes que desde los poderes se realizan, como es el caso de los asesinatos en masa sobre el pueblo palestino por parte del gobierno de Israel con la colaboración de EEUU, Gran Bretaña y la complicidad de otros estados.

Son los mismos que los que, no habiéndose manifestado jamás para reivindicar una educación o sanidad pública de calidad, o en favor de la igualdad, de la solidaridad con los necesitados o represaliados, de los derechos de y para todas las personas o en contra de las injusticias..., por considerarlas asuntos políticos, se manifiestan ahora en contra de la Ley de Amnistía, la convivencia y el diálogo. Se les llena la boca de las palabras como respeto o tolerancia y son firmes defensores de las culturas, pero cuando oyen hablar en un idioma que no es el de su imperio exigen que se hable «en cristiano».

Es la agenda y estrategia neoliberal, desconcientización individual y social por medio de los fraudulentos apolíticos, asindicales, o lo que las derechas llaman mayorías silenciosas, para conformar estados autoritarios a través de líderes populistas que, en base a la inseguridad que su propio sistema e injusticias han creado, lograr la sumisión y el control total de los ciudadanos. Son los estados laboratorio que desde los poderes están intentando recrear o diseñar.

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