Alfredo Ozaeta Musitu
Ingeniero Técnico Industrial

Apuntes acerca del coronavirus

Se suele decir que en los momentos cruciales e importantes es donde se demuestran las capacidades de los políticos, dirigentes o líderes, pues bien en mi opinión han demostrado una mediocridad e incompetencia rayando el ridículo

Una vez más hemos tenido que conocer, convivir y padecer, en muchos casos sufrir, esta pandemia para hacernos reflexionar (?) sobre las grandes limitaciones, miserias y «desnudez» humana en esta sociedad que nos venden como paradigma del bienestar, de avances tecnológicos increíbles e impensables hace unos años e infinidad de medios garantistas de calidad de vida y «felicidad». Tampoco, ni mucho menos, para todos por mor del sistema capitalista neoliberal que nos dirige, para darnos de bruces con la ineludible realidad de la terrible mediocridad, insolidaridad, hipocresía e injusticias que nuestro comportamiento, degradación y distanciamiento de las propias leyes naturales nos está invadiendo hasta llegar a fagocitarnos en un futuro no muy lejano si no ponemos urgente remedio.

Y por favor que nadie diga que este no es el momento de críticas; «que tenemos que empujar todos en la misma dirección para salir de esto» (sic), «que lo importante es superar la pandemia» (sic), etc. Argumentos todos ellos manipuladores y dirigidos a eludir críticas y responsabilidades propias, tratando de obtener réditos, una vez más, de la situación de shock, parálisis, miedo o pánico en muchos casos, desconocimiento e incomprensión que el impacto que esta situación ha supuesto para esta sociedad, que jamás ni el peor de sus sueños había pensado que esto pudiera llegar a pasar. Alguien pensaba que en el siglo XXI iba estaríamos treinta días o más prácticamente la totalidad del planeta confinado, encerrado, en sus casas.

Sin entrar a especular o analizar si se trata de un episodio más del conflicto económico-comercial entre las grandes potencias, China y USA con Rusia de árbitro (curiosamente el más inmediato y exigente en las medidas para su prevención) en su estrategia de mutación de las confrontaciones bélicas en ataques bacteriológicos más «civilizados» donde no se ve sangre ni se oye el estruendo de las explosiones. O si se trata de anular a sociedades costosas y obsoletas, sin mano de obra baratas y exceso de clase «pasiva» o países incomodos, disidentes, con voluntad firme de emancipación y empoderamiento, que también. Si al menos está claro que lo que hay en juego es una lucha por la hegemonía en el control político, económico y armamentístico. Como ejemplo tenemos la desleal carrera de las distintas multinacionales por encontrar la vacuna que anule al COVID-19. ¿No será más fácil y rápido intercambiarse sus «know how», conocimientos e informes científicos para encontrar cuanto antes una solución a la pandemia? ¿Y si no están dispuestas a hacerlo obligarles o requisarles su información?

Esta situación en todos los casos nos empuja a reflexionar y analizar brevemente algunos hechos y decisiones al respecto.

1. ¿Por qué se han tomado decisiones tan tarde y de forma tan errónea cuando los antecedentes y recientes experiencias ya nos anticipaban la gravedad del virus?

2. ¿Viendo su galopante propagación por qué no se decide parar todo tipo de actividad industrial-manufacturera y de servicios excepto los básicos y de primera necesidad que garantice el abastecimiento de útiles y equipos sanitarios así como los alimentarios? Máxime cuando casi nadie tiene dudas de que más pronto que tarde se verán obligados a considerarlo. ¿Donde han fijado el costo de la vida humana?

3. Los medios en vez de informar verazmente de la verdadera situación, desarrollando cultura social de convivencia, solidaridad y respeto a los potencialmente más vulnerables, haciendo pedagogía rigurosa de cómo afrontar la pandemia, aportando claves contrastadas de su veloz contagio, el modo intentar prevenirlo, hábitos recomendados, como gestionar las situaciones que puedan sobrevenir a esta especie de desintoxicación social y de cambio en nuestras vidas y comportamientos, se dedican a bombardearnos con información basura, en permanente contradicción, sin ningún valor técnico-científico, plagada de vulgaridades al objeto de llenar los tiempos de emisión. Se reproduce también a velocidad de vértigo una especie autóctona del reino, como son los contertulios o «expertos en nada», excepto en vivir bien sin dar un palo al agua. La mayoría sin tener la más remota idea de lo que está pasando, el por qué y cómo afrontarlo se atreven a aconsejarnos en plan visionario y pontificar acerca de la pandemia y sus consecuencias. ¿Cómo se puede alardear de estar en el top5 de los países con más actividad en internet y redes sociales como si ello fuera sinónimo de inteligencia, desarrollo o simplemente cultura cívica, cuando con solo asomarse a estas redes, links, mensajes, whatsapps uno se percata de la cantidad de basura que se vuelca en las mismas como la expresión más suprema de la idiotez humana?

4. ¿Dónde están las responsabilidades de los políticos y tecnócratas que abogaron por el recorte en la sanidad pública y cultura, poniendo en peligro la salud publica universal y atentando seriamente contra la propia esencia del derecho a la vida, como lo es el cuidado y la puesta a disposición de todos los medios para preservarla? ¿Se les podría llamar terroristas a los responsables de tal fechoría? ¿Son los mismos que consideran que la inversión en nuestros jóvenes, científicos, laboratorios, empresas de investigación, estudios de sostenibilidad es una mala inversión?

5. Piensan fundamentalmente solo en dinero como solución a la pandemia, en vez de hacer autocrítica y pensar en futuro, que es para lo que nos tenemos que preparar. Esto va a suponer un antes y un después. Las relaciones interpersonales, el comercio, el trabajo, etc., va a salir muy tocado, y también por supuesto la economía global con la importancia que ello pueda tener para el normal desenvolvimiento de muchas sociedades, familias y la distribución de recursos. Comercios y empresas no volverán a desarrollar su actividad; Los impagos y una multitud de desalmados, que aprovechándose de la situación y de una justicia lenta, ineficaz e inexistente para estos casos, dejaran deudas por doquier obligando a cerrar a terceros más serios y honrados.

6. Pero no nos olvidemos de ello. La puesta a disposición de capitales sin intereses puede únicamente actuar de cortafuegos durante un tiempo, de parche o tirita insuficientes para contener la hemorragia. La solución real debe venir por implementar cambios estructurales en el entramado actual de una sociedad envejecida. Existe una amenaza real (¿beneficio?) de la inteligencia artificial a la estabilidad de puestos de trabajo, sin proyecto ni estrategia para reorientación de los mercados laborales, incremento amoral de las desigualdades, desorientación social de muchos individuos y colectivos, etc. Esto volverá a pasar. Recordemos que en menos de una década ya llevamos tres, y que cada vez serán, debido a mutaciones naturales, más nocivas y virulentas. Por ello el dinero además de actuar como estímulo de emprendimiento y garantía de vida digna, ingresos, para todos los individuos, tiene que servir fundamentalmente como custodia de bienestar y seguridad y esto pasa por invertir sin recortes ni animo especulativo en la sanidad pública y en la formación y cultura de nuestros jóvenes en valores, respeto y aprecio a la naturaleza y a nosotros mismos como beneficiarios, que no propietarios, de la misma. No somos conscientes todavía que si no provocamos cambios de inmediatos en nuestros comportamientos y forzamos a los poderes a realizarlos estamos más cerca de la autodestrucción que del bienestar. Hay que estimular a las personas, prepararlas para un futuro diferente, creando conciencia no solo para superar esto sino para evitar que vuelva a pasar con el objetivo de construir una sociedad más justa y decente.

7. Qué decir del teatro o puesta en escena de las ruedas de prensa y discursos vacuos, vacíos, contradictorios, plagados de estadísticas y cifras que a los dos segundos no sirven para nada, sin aportar nada interesante con los que nos fustigan los responsables políticos, el Borbón, el Sr. Sánchez y los patéticos militares vestidos de gala llenos de chapas. ¿Qué interés se tiene en rehabilitarlos? ¿Quieren limpiar la conciencia de que mientras se ha recortado el presupuesto en la salud pública y otros servicios básicos, el presupuesto militar se ha incrementado dilapidando los escasos recursos con los que contamos para submarinos que no se sumergen, aviones que se estrellan y contiendas con enemigos ficticios? Intentan adquirir un protagonismo que en ningún caso les corresponde tratando de equipararse al personal, auxiliares incluidos, sanitario, los cuales sí que superando todas las adversidades están dando la talla y demostrando su enorme valía y profesionalidad. ¡Ojalá sirviera de ejemplo!

8. Y por favor no lo comparen con una guerra que no lo es; y no nos llamen más veces ni nos comparen con soldaditos, que no lo somos, somos simplemente ciudadanos trabajadores que nos enfrentamos a una situación inédita donde se poner en valor nuestra ciencia, conocimientos y capacidades contra elementos que afectan a la salud de la humanidad. No olviden que con nuestro esfuerzo participamos del sostenimiento del sistema y de su prepuesto para que hagan sencillamente lo que tienen que hacer, que no es otra cosa que servir a la sociedad en las ¡afortunadamente! poquísimas ocasiones que les toca. Y otra cosa, si hay territorios, si hay países, y si existen diferencias. Lo hemos podido comprobar todos con las decisiones que han tomado unos y otros, y más que hubieran tomado si les hubiera dejado, que se lo pregunten a los catalanes. Unos han ido por delante y otros por detrás, sencillamente unos han hechos mejor las cosas y han tomado decisiones más acertadas, esa es la diferencia.

Se suele decir que en los momentos cruciales e importantes es donde se demuestran las capacidades de los políticos, dirigentes o líderes, pues bien en mi opinión han demostrado una mediocridad e incompetencia rayando el ridículo. Fuera de grandilocuentes puestas de largo y proclamas patrioteras con sabor a rancio chusco cuartelero, han dicho muy pocas cosas –¿hemos escuchado alguna?– inteligentes que expliquen la realidad de la pandemia, que ayuden a afrontarla y a restañar las graves secuelas que va a dejar y que obligaran a repensar nuestro modelo de vida y sistema.

Y qué decir de lo que nos toca más cerca, los del «ejemplar modelo de gestión», los del «oasis vasco». Han demostrado estar a la misma altura que sus amos de Madrid, más bajo es muy difícil, sin ideas ni capacidad de reacción pero además con chulería y nerviosismo, como lo han demostrado con descalificaciones e insultos a los adversarios políticos por aportar con muy buen criterio soluciones, y tratar de ayudar en la resolución del problema. Ellos los de la cara de hormigón y grandes obras faraónicas (TAV, incineradoras, trenecitos, grandes edificios y oficinas, etc.), pero que luego no tienen respiradores ni medios para afrontar el coronavirus ni encontrar los dos cuerpo enterrados en el vertedero de Zaldibar. No podemos pasar por alto y menos sin felicitar a ese sector político, colectivos y personas de Euskal Herria que, afortunadamente, han ido por delante de los políticos y sus decisiones. Como tampoco podemos olvidarnos del colectivo de presos políticos, exiliados y sus familiares que si ya de por sí su injusta situación era de ensañamiento, ahora hay que añadirles un castigo más, en condiciones precarias, alejados y sin visitas, sin mediar ningún tipo de responsabilidad en este asunto, ya que no han estado en la calle ni para contaminar.

¡Animo un fuerte abrazo para ellos y sus allegados y que nos veamos todos pronto en la calle, todas y todos!

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