Martxelo Álvarez

Arte, olvido... y memoria

El hecho nos ofrece una gran oportunidad para, desde la memoria de lucha y de conciencia que representa el mural, decir alto y claro qué eran y qué suponían para la ciudadanía vasca tanto Lemoiz como el resto de centrales nucleares que la oligarquía vasca y los intereses de los emporios eléctricos de aquel momento querían construir en nuestra costa.

«El Museo de Bellas Artes de Bilbao ha presentado la obra que en 1980 crearon Ameztoy, Zumeta y Arrastalu, donada por el movimiento antinuclear vasco. ‘Lemoiz Gelditu’ nos interpela sobre el arte, las contradicciones, la convivencia y la memoria de aquellos convulsos años». Así reza el tweet que el consejero de Cultura y Política Lingüística y portavoz del Gobierno Vasco Bingen Zupiria publicaba ayer con un desparpajo tan sorprendente que, en sí, es una clara invitación a catalogarlo de cinismo y cara dura, toda vez que retrotraernos a «las contradicciones, la convivencia y la memoria de aquellos convulsos años» de la mano de este mural, como propone Zupiria, es rememorar en este caso lo que él olvida, en concreto el papel determinante que su propio partido, el EAJ-PNV, tuvo en la problemática contra la que se realizó esta obra pictórica; esto es, en el intento de esta formación política, supeditada a los intereses de las grandes empresas eléctricas y, en aquel momento, fundamentalmente de Iberduero, de que a toda costa se construyeran en el litoral vasco un total de cinco centrales nucleares de la que Lemoiz era una de ellas, la más emblemática. No voy a recordarle al Consejero Zupiria lo que ya de sobra sabe: que ese mural gigantesco es arte pero que, sobre todo, fue lucha, que se elaboró para generar conciencia para la lucha, que se realizó entonces en el marco de unas jornadas de lucha y que, por lo tanto, por ser memoria de aquella lucha, hoy es lucha también. Y que la lucha era contra los intereses de las grandes corporaciones eléctricas internacionales y sus ramificaciones locales que estaban tras los personajes que aparecen en el mural, entre ellos el entonces presidente de los USA Ronald Reagan, el entonces presidente del Gobierno español Adolfo Suárez... pero también y aunque no aparezcan sus figuras tras el entonces lehendakari vascongado Carlos Garaikoetxea y el entonces presidente del EBB Xabier Arzalluz que, desde la supeditación de su partido a los intereses de Iberduero y de otros, nos vaticinaba velas y un perpetuo menú de berzas a la población vasca si Lemoiz no se ponía en marcha. 


Dicho esto y, aunque la noticia me haya sorprendido y parecido un punto surrealista, incluso conociendo como conocemos la capacidad de «adaptación» del EAJ-PNV, sí creo que de la mano de la colocación de este mural en el Museo de Bellas Artes y de la «categorización y revalidación» artística que esto en cierto modo representa al sustraer esta obra de la categoría de «panfleto pictórico» que algunos siempre han querido darle, el hecho nos ofrece una gran oportunidad para, desde la memoria de lucha y de conciencia que representa el mural, decir alto y claro qué eran y qué suponían para la ciudadanía vasca tanto Lemoiz como el resto de centrales nucleares que la oligarquía vasca y los intereses de los emporios eléctricos de aquel momento querían construir en nuestra costa con el consiguiente riesgo para toda la ciudadanía, para decir alto y claro que Lemoiz y el resto de centrales no están en pie gracias a la movilización popular creciente e ininterrumpida que mantuvimos en aquellos años, gracias a nuestros oídos sordos a quienes nos acusaban de «retrógrados, atrasados y cavernícolas», a quienes rechazábamos la energía nuclear antes de Chernobyl, antes de Fukushima, pero ya conociendo Three Mile Island; gracias a la interrelación de formas de lucha –la artística también como vemos– en el marco de esa movilización y gracias dentro de ello a la entrega generosa de personas como Gladys del Estal, asesinada en Tudela por disparos de la Guardia Civil el 3 de Junio de 1979 durante una protesta antinuclear, o como David Álvarez Peña, como Pepe Barros, como Juan José Valencia, como José Javier Alemán y otras que desde su militancia en la desaparecida organización Euskadi Ta Askatasuna pusieron su propia vida a disposición del clamor popular contra semejante despropósito nuclear a construir prácticamente en los portales de nuestras casas. A mi modo de ver, este mural colocado desde hoy en este museo es también una parte, quizás el colofón tardío, de la victoria popular sobre Lemoiz y un homenaje a todos aquellos que con su aportación la hicieron posible.


Aunque para otros quizás sea apología...

Buscar