Cassinello y «Farlete»
Fernando San Agustín «Farlete» ha mencionado muchas veces que el militar español que atesora los más importantes secretos de Estado, el teniente general Andrés Cassinello, estuvo muy ligado a la operación de infiltración que tuvo como protagonista a Mikel Lejarza «Lobo». También reconoce que, antes de que culminara aquella operación, en septiembre de 1975, le hicieron saber que habían conseguido introducirse en ETA. Una muestra más del importante papel de San Agustín en el servicio de inteligencia.
En todo caso, es evidente que Cassinello, que ya tiene 97 años, y «Farlete», han estado en estrecho contacto y, al igual que Cassinello, posiblemente «Farlete» también estará al corriente de todo lo que concierne a Mikel Lejarza.
Merece la pena una lectura reposada y profunda de lo que afirma «Farlete» en "Secretos de confesión", la última biografía de Mikel Lejarza «Lobo», publicada en 2012 y escrita por el periodista Fernando Rueda y quien afirma ser «Lejarza». Habla, sobre todo, de las infiltraciones, materia en la que parece ser un gran especialista. No solo como topo. Seguro que también tiene amplia experiencia como agente de enlace, tutor o escuchante de diversos infiltrados.
He aquí cómo es descrito en ese libro: «Fernando San Agustín es el agente secreto español más parecido a James Bond. Por su altura sobresaliente, por las miradas de tío guapo que siempre le han dedicado las mujeres, por su saber estar en cualquier circunstancia y ambiente, por su simpatía nada forzada, por su amabilidad adosada, su facilidad para hacer amigos y, lo más importante para el mundo del espionaje, su habilidad para hablar mucho sin cometer el desliz de contar lo que no debe y, sobre todo, no quiere».
A pesar de ello, una vez se le escapó, mientras lo entrevistaban en la televisión, que él mataría para impedir la independencia de Catalunya. Dejó así al descubierto lo que realmente piensa. Menciona mucho el tema de la convivencia, asegurando que la misión de un servicio de inteligencia es la de reforzar esa convivencia, pero no hay duda alguna de que esa convivencia está reservada a quienes se sienten españoles. Para quienes se sienten solo vascos, catalanes o gallegos no tiene absolutamente nada que ofrecer.
San Agustín asegura que «en el servicio creo que se pensó en matar a Mikel. Cualquier organización tendría miedo de que cayera en manos de ETA. Y si caía, tendría miedo a que cantara. Y si cantaba, Mikel sabía muchas cosas y hablaría sobre determinados temas e identidades, personas, a mi juicio sobre los responsables de su acción. Por eso lo enviaron a México, conscientes de que si regresaba representaría un peligro. Y alguna mente primitiva debió pensar que liquidarlo era una solución».
Una vez más, «Farlete» volvió a sacar a colación esa posibilidad que se habría planteado el servicio de inteligencia. La de eliminar a Mikel Lejarza «Lobo». Una posibilidad a la que no encuentro lógica ni sentido alguno, si Lejarza colaboró voluntariamente con la Policía y el servicio de inteligencia franquistas. Ahora bien, si fue obligado a colaborar...
Por otra parte, «Farlete» se sirve exactamente de los mismos argumentos que utiliza el falso «Lejarza» para pretender que, tras desaparecer ETA, su vida corre más peligro que nunca. Se sirve de las mismas falacias que usa quien afirma ser Mikel Lejarza para negarse a hacer una prueba de ADN. O una de tipo de sangre, bien sencilla de realizar. Se niega a hacer cualquier prueba, porque quedarían al descubierto no solo él, sino todos quienes han participado en la construcción de esa enorme mentira.
En "Secretos de confesión", San Agustín afirma que «así funcionaba en aquel entonces el servicio de inteligencia español, aunque deberíamos llamarlo el «servicio de torpezas» español (...) teníamos un servicio alicorto, miope, un organismo muerto, ostensiblemente muerto».
Esa es la imagen que han querido trasmitir sobre el servicio que llevó a cabo aquella operación de infiltración. La de un «servicio alicorto, miope, un organismo muerto». El hecho de que el resultado obtenido fuese muy positivo es del todo contradictorio con que se cometieran tantos errores, pero insisten mucho en ello.
¿No será que muchos de aquellos errores que cometía el servicio de inteligencia eran voluntarios (los pisos y locales que conseguía eran inadecuados...)? En ese caso, habría que preguntarse si lo que buscaba el servicio no era, precisamente, que los demás militantes de ETA desconfiasen cada vez más de Lejarza.
Las sospechas se fueron acrecentando hasta que, tras producirse, el 18 de septiembre de 1975, las detenciones y las dos muertes en Madrid y Barcelona, a ETA pm no le cupo duda alguna de que Lejarza era un infiltrado. ¿Y si el objetivo de muchos de aquellos errores fue, precisamente, el que la organización llegase a esa conclusión?
En ese caso, no se trataría de errores sino de una calculada estrategia que supieron llevar a buen fin. Y lograron culminar con pleno éxito aquella operación a pesar de la detención, al parecer casual, de Wilson y Txiki en Barcelona. Un hecho, no previsto, que el servicio de inteligencia supo capear de modo brillante. Algo que vuelve a estar en absoluta contradicción con todos aquellos supuestos errores y chapuzas que cometían.
Sea como fuere, estoy convencido de que tanto Andrés Cassinello, que no menciona en absoluto a Mikel Lejarza en sus memorias, "La huella que deja el tiempo al pasar", como Fernando San Agustín «Farlete», han sido, y siguen siendo, unos agentes de inteligencia de indudable eficacia y calidad que harán todo lo posible para llevarse a sus tumbas no pocos secretos de Estado.
Entre ellos, el referido a ese impostor que pretende ser Mikel Lejarza «Lobo». Un impostor que no sería difícil desenmascarar si ponemos los medios necesarios para ello.