Endika Zapirain Aranburu
Analista

Catalunya. Democracia en declive

Los hechos y acontecimientos acaecidos en Catalunya, especialmente en los últimos meses, han puesto de manifiesto fehacientemente, las carencias democráticas, principalmente en España, pero también, desgraciadamente, en Europa.

Los hechos que se han producido en Catalunya, no solo demuestran la gran dificultad para que un pueblo, perfectamente perfilado, pueda decidir su futuro democráticamente, aunque más del 80% lo desee, como es en este caso, –según diversos estudios– sino que trasciende a una realidad mucho más profunda.

Efectivamente, la cultura democrática es muy deficiente en todo el tejido social, desde el nivel más humilde hasta la monarquía inclusive, pasando por todos los ámbitos de la sociedad: Política; Judicial; Militar/Policial; Iglesia; familia; escuela… y como consecuencia no se han desarrollado los hábitos democráticos.

La ciudadanía, como predominante, no tiene conciencia democrática efectiva y operativa, suficiente.

Cuando emite el voto en los momentos oportunos, carece del sentido crítico y exigente y sigue votando a partidos políticos que han demostrado, una gran o absoluta ineficacia en la gestión general, especialmente en las áreas económica y social, además de estar sumidos en la corrupción galopante por tierra mar y aire.

La aplicación del art. 155 de la Constitución española por el presidente del Gobierno español, ha sido un verdadero desastre, perfectamente evitable; no era necesario. No era necesario destituir al gobierno legítimo, elegido democráticamente por mayoría absoluta del Parlament. Tampoco era necesario disolver el Parlament, elegido por la ciudadanía catalana. Ambas decisiones constituyen una aberrante y disparatada barbaridad, desde cualquier punto de vista, y, es el colmo de la desfachatez e ineptitud desde la democracia.

Esto es consecuencia de estar en manos de personas muy mediocres, de inteligencia y carácter mínimos. Son muy peligrosos. Siempre lo han sido a lo largo de la historia. Repásese cualquier episodio histórico.

Después del ridículo más espantoso, de ponerse colorado de vergüenza, que hicieron con la celebración del referéndum del 1-O «que no se celebraría, que no habría urnas ni papeletas…» lo afirmaron hasta la saciedad desde el gobierno de Rajoy y sus portavoces. Pero resultó que, a pesar de la brutal y salvaje actuación de las fuerzas policiales españolas para impedir la votación, la ciudadanía catalana votó, como pudo, defendiéndose de las actuaciones policiales, alcanzando más de 2 millones de votos. Lo pudimos ver en directo minuto a minuto, a través de TV.

La irritación del gobierno e instituciones españolas, de los medios de comunicación afines y/o asimilados, de los partidos políticos nacionalistas radicales españoles, excluyentes (PP/PSOE/Ciudadanos…) fue enorme, no podían disimular; las declaraciones de unos y otros, fueron lamentables; no por la represión policial, no; si no, por haberse celebrado el referéndum…

El referéndum, tuvo anomalías, como no podía ser de otra forma en las circunstancias concurrentes. Pero fue de un mérito espectacular de la ciudadanía catalana y sus impulsores. Para elogiar y tomar nota.

Probablemente le subió mucho la adrenalina a Rajoy… que le iría incrementando hasta que se declaró la independencia -–o operativa–. Y puso en marcha el art. 155 a lo bestia, sin ninguna necesidad. Absolutamente desproporcionada. Léase con detenimiento dicho artículo, con sentido común y cierta dosis democrática, y convendrán que era innecesaria su aplicación. Hubiera bastado, que el presidente del Gobierno español Rajoy, con sentido de la realidad, hubiera impulsado un encuentro con el presidente de la Generalitat, para tratar en profundidad, la situación planteada.

Pero, ese escenario requería un nivel de inteligencia y dosis democrática suficientes, en el presidente del Gobierno español, que desgraciadamente no se daban entonces, ni se dan actualmente. Se actúa de una manera descabellada, sin sentido, tal vez por despecho por parte del Gobierno español.

Estas circunstancias suscitan la necesidad de desarrollar adecuadamente el contenido del dichoso artículo 155. No puede quedar al albur del presidente de gobierno de turno con sus limitaciones previsibles. El artículo, debe limitar las actuaciones del gobierno, salvaguardando de forma exquisita, los derechos de las personas, cargos electos, gobiernos, corporaciones municipales, parlamentos… es decir, todos los derechos en concurrencia, en el momento de aplicarse.

Por otra parte, la actuación del Senado con sus miembros mediatizados (los afines y asimilados al Gobierno) no podía ser más nefasta, carentes absolutamente de sentido democrático. Creen que lo que plantea el gobierno sustentado por su partido, en este caso el PP, debe apoyarse sin más miramientos, aunque atente contra derechos básicos. Creen erróneamente, como el rey borbón, que «cumplir la ley es la piedra angular de la democracia» … nada más lejos de la realidad. Pero el rey, no sabe ni práctica, los fundamentos de la democracia.

La respuesta tanto de la fiscalía, dependiente directamente del gobierno, como de las fuerzas policiales, jueces y magistrados no ha podido ser más nefasta. Todas estas instancias perfectamente armonizadas han sido y siguen siendo un verdadero desastre. No están impregnadas de sensibilidad democrática.

Mantienen encarcelados a líderes sociales pacíficos y a políticos elegidos democráticamente. Acusándoles de delitos gravísimos, que el sentido común no alcanza a entender. Absolutamente desproporcionados y fuera de la realidad. No facilitan, en modo alguno, que Puigdemont pueda ser investido presidente de la Generalitat, que sería lo lógico, razonable, democrático y de sentido común.

El señor Rajoy, que apela al sentido común, casi continuamente, podría tener un mínimo de lucidez e instar a los suyos, a los poderes colindantes y afines, a que, por fin, utilicen el sentido común… se resolverían muchas situaciones indeseables concurrentes.

La respuesta de Europa no ha podido ser más desafortunada. Están acostumbrados a mangonear a su antojo. Preocupados de las cuestiones económicas y de los negocios que no deben sucumbir ante otras cuestiones, aunque sean tan importantes, como la democracia misma. El funcionamiento de la democracia. La salvaguarda de los derechos humanos, de las personas, de los pueblos…

Es lamentable que, ante los acontecimientos tan relevantes ocurridos en Catalunya, no hayan reaccionado adecuadamente. Se han limitado a utilizar frases muy manidas: cumplimiento de la ley, de la Constitución; que se trata de una cuestión interna del Estado; que puede provocar el efecto domino…

No entran en el fondo de la cuestión. En fin, decepcionante, aunque podía ser esperado. Europa es importante y hasta interesante, pero no se puede esperar grandes cosas en materia democrática. Tiene muchas deficiencias en esta materia.

Todo lo descripto suscita la necesidad de emprender una autentica revolución socio/política, para impregnar la sociedad de democracia en todos los ámbitos: familia, escuela, universidad, trabajo, sociedades de todas clases, instituciones públicas y privadas, partidos políticos, sindicatos, judicatura…

La democracia debe ser el modus vivendi en todos los ámbitos: sociales, culturales, políticos, judiciales… Debe alcanzarse un nivel suficiente, hasta que funcione de forma natural y casi automática.

Esta cuestión requiere más profundidad y amplitud. Ahora no tengo espacio.

Hay que castigar severamente a los partidos políticos PP/PSOE/Ciudadanos, que apoyan sistemáticamente todas las medidas antidemocráticas. Confunden ley con democracia. Más lamentable en el caso del PSOE, que debería suscitar alguna esperanza, para regenerar la democracia en España.

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