Martxelo Álvarez

Creyentes ante la guerra

El estallido de esa guerra interimperialista que parece imposible que pudiera darse por su escalofriante lógica destructiva está como vemos cada vez más cerca.

Hay personas creyentes que creen «porque lo dice la tele» que la «nueva» guerra que tenemos en esta Europa nuestra comenzó antes de ayer cuando Rusia empezó a bombardear Ucrania. Si fuera así muchas personas que creemos en la necesidad de un permanente «movimiento antiguerra» no hablaríamos ahora de esa necesidad sino de la necesidad de un movimiento de Solidaridad con Ucrania, que pudiera defender medidas como las que históricamente defienden los movimientos de solidaridad con el Sahara, con Kurdistán, con Nicaragua o con Palestina. Pero la realidad es que esta guerra empezó no empezó hace dos días sino hace 8 años y que para antes de ayer ya se había cobrado más de 14 mil vidas mientras la inmensa mayoría mirábamos para otro lado.

Si, asi es. Esta guerra es un nuevo momento de escenificación bélica de un conflicto que viene de largo, con una pugna incesante entre los EEUU, la Unión Europea y la OTAN por un lado, y Rusia por otro y que en su expresión actual empezó hace 8 años con el pulso entre Rusia y la OTAN para ver quién sometía a Ucrania a su esfera de influencia. Y comenzó con un golpe de estado contra el Gobierno ucraniano de aquel entonces que defendía relacionarse por igual con ambos bloques, siendo acusado por ello de ser pro-ruso. Para ello los intereses y los grupos que propiciaron dicho golpe no tuvieron empacho en usar a nazis confesos de punta de lanza e implementaron desde el primer momento una política racista y genocida en las dos Repúblicas –la República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk– que Rusia acaba de reconocer esta semana, lugares mayoritariamente no partidarios del nuevo Gobierno de Kiev y donde la población tuvo que recurrir a una guerra de autodefensa frente a los brutales y continuados ataques de los partidarios del nuevo gobierno ucraniano del «Maidan». Recordemos como ejemplo más crudo de esto lo ocurrido el 2 de mayo de 2014, donde los del «Maidan» atacaron la Casa de los Sindicatos de Odessa quemando vivas a 48 personas e hiriendo a más de doscientas. Ya han pasado casi ocho años y a pesar de que la comisión de los Derechos Humanos de la ONU en Ucrania ha pedido reiteradamente al Gobierno de Kiev que investigue «de manera eficaz y justa» aquellos acontecimientos eso no ha ocurrido aún y por los tanto sus autores y quienes los alentaron siguen impunes.

Hay que recordar también que en aquellos momentos Putin dejó bastante «tiradas» a esas Repúblicas y las usó como "moneda de cambio" en sus negociaciones con Occidente, lo mismo que debemos recordar que aquella confrontación tuvo un punto de «alto al fuego» con los Acuerdos de Minsk firmados en Septiembre de 2014, esos Acuerdos que ahora el Presidente español Sánchez reclama, olvidando que quien lleva tiempo no reconociéndolos e incumpliéndolos es el gobierno títere de la OTAN en Kiev, y sobre todo desde que Biden, el Presidente norteamericano, inició una política de escalada premeditada en ese conflicto. Esa escalada se acentuó de forma evidente hace una semana cuando las tropas ucranianas empezaron a bombardear los territorios de esas dos Repúblicas... y a la mayoría le importó un bledo y sólo «cuatro locos», siempre «cuatro locos», comenzaron a decir no a la guerra.

Así que si queremos contar la historia contemosla toda. De esta guerra tiene culpa Rusia si, pero también y quizás más que Rusia, la OTAN. Por eso está guerra sólo se va parar si en todos los países del mundo, incluidos los países beligerantes como por desgracia lo es el Estado español integrado de forma tramposa en 1986 en la OTAN por el mismo PSOE que hoy gobierna, surgen movimientos por la Paz que cambien la agenda política e impongan una ruta de salida negociada que respete el derecho de los pueblos a decidir su destino libremente y en paz y que por lo tanto tengan como norte el decir no a cualquier guerra imperialista, a cualquier bloque militarista, y en nuestro caso no a la OTAN y a sus guerras.

Porque el estallido de esa guerra interimperialista que parece imposible que pudiera darse por su escalofriante lógica destructiva está como vemos cada vez más cerca. Porque los intereses de esos bloques imperialistas y sus guerras no son las nuestras pero seremos una vez más, otra vez más, los que pongamos los muertos. Por ello debemos expresar y mantener de forma continuada nuestro total rechazo a este nuevo intento de repartirse el mundo según sus intereses. No luchemos bajo bandera ajena. No permitamos que sean nuestros hermanos y hermanas hoy ucranianas y rusas y mañana de cualquier otro lugar quiénes sufran la atrocidad de esta guerra y de cualquier otra guerra futura provocada por esa pugna interimperialista de intereses y que nada tiene ni tendrá que ver con ellos.

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