Alexandra Ainz
Doctora en Sociología

Cuando las palabras ni bastan, ni reconfortan: mi yo fundamentalista

Dicen que hay que apoyar la investigación y dicen que soy valiente porque investigo sobre terrorismo islámico. Dicen que es un terreno de hombres y que «qué bien que una mujer haya metido la cabeza en uno de los grandes temas que parece reservado para ellos».

Dicen que mi proyecto es interesante y dicen también que está muy bien elaborado porque parte desde las personas, sin prejuicios, sin estereotipos, desde la escucha. Dicen que ánimo, que nadie pueda conmigo. También dicen, otras y otros: «no, en esta radio no, no tocamos éstos temas» y también dicen «lo siento pero nuestro medio no da cabida a esta cuestión porque pareces un poco “imparcial”» (qué chiste), también dicen «no» en distintas convocatorias porque lo que planteo no es un reto para nuestra sociedad contemporánea, o porque parece un planteamiento radical o difuso o bien porque he decidido no citar a los más prolijos –que son los que menean el cotarro– en cuanto a producción científica del tema que trato, no porque no los haya leído, sino porque no me quiero bajar las bragas y citar a alguien que no me gusta porque se acerca al fenómeno que estudio desde el prejuicio orientalista y etnocentrista.

Estudian desde las grandes comilonas que generan las estadísticas y no bajan a la calle a escuchar lo que de verdad muchas personas tienen que decir y esa, no es es mi historia. Dicen tantas cosas todas y todos, que al final el mensaje último es el mismo desde el lado que venga, da igual uno que otro: palmadita en la espalda, que tengas mucha suerte y a otra cosa mariposa. A la censura estoy acostumbrada; ya tuve mis más y mis menos para conseguir que en una mesa en Almería nos sentáramos a hablar sobre la situación del País Vasco y en la misma se recogiesen todos los pareceres de todas las opciones políticas y de todos los actores implicados. Conseguí que se sentara como víctima Garbiñe Bartolomé, viuda de Josu Muguruza y una de las cabezas de Egiari Zor, lo cual se me ha reprochado y se ha malinterpretado de las mil maneras posibles y de tres maneras imposibles más. No importa, ella se sentó y habló y lo más importante, la mayoría de opciones políticas, se sentaron con ella, escucharon desde el respeto y además algunos desde la empatía e intercambiamos dignamente, como entiendo, se debe hacer.

Pues ahora estoy en estas, doctora en Sociología y enamorada de la investigación; presentando mi proyecto a todos los lugares posibles y viendo como todas las puertas institucionales de esos lugares posibles se cierran: unas con cara más amable, otras más a cara perro que diría mi amigo de Caí. No es que elija ir a instituciones porque me guste ésta opción, sino que solicito allí porque, en teoría (subrayo) parte del dinero que tienen las mismas debe destinarse a investigación y además, en teoría, (subrayo de nuevo) todas y todos los investigadores deberíamos de optar en igualdad de condiciones (con esto no quiero poner de manifiesto que en las benditas instituciones «si no tienes enchufe no eres nadie…» Nooo, claro que no... no osaría...).

Así pues, viendo el panorama, me decidí a hacer un proyecto crowdfunding y ¿qué quiere decir eso? Que presentas un proyecto (normalmente de cosas que nada tienen que ver con la investigación) y la gente, las personas, si lo ven interesante aportan un dinero para que ese proyecto salga adelante a cambio de unas recompensas. Puesta manos a la obra, me he encontrado con que un montón de personas han colaborado: unos haciendo la ilustración de la portada del libro que esperamos vea la luz, otros aportando un reloj para recaudar dinero y poder sortearlo y otras han preferido quitarse de paquetes de tabaco, cervezas o papeletas de navidad para invertir en investigación; lo cual, me llena de bastante alegría y satisfacción. El dinero recaudado para que el proyecto salga adelante es el que ha puesto el pueblo: amigas, compañeros de trabajo, amigos de amigas, vecinos, exalumnos, familia etc.

Pero no es suficiente, y por eso escribo aquí, solicitando colaboración, solicitando ayuda; primero porque creo en éste proyecto y segundo, porque creo en éste medio. Ojalá estas letras vean la luz y el proyecto, tantas veces censurado, llegue al máximo de personas posibles para que puedan juzgar si merece la pena o no ayudar para que esto, salga adelante. La realidad de las investigadoras que no nos rendimos y que casi exhaustos ideamos cómo poder seguir adelante es ésta. Nos agarramos con uñas y dientes a cualquier posibilidad, sea cual sea, para que nuestra sociedad, nuestras investigaciones sean honestas, justas e iluminen, al menos un poquito, sobre los tramos de realidad que investigamos sin que esto tenga que suponer, necesariamente, perder la dignidad en el camino. Creedme que algunos, algunas... batallamos con uñas y dientes.

Gracias.

Es.ulule.com/miyofundamentalista

Buscar