Larraitz Ugarte
Abogada

Despropósito es dar por perdido lo que no se luchó

Está más obcecado en distanciarse del independentismo en la no constructiva batalla del posicionamiento que en afrontar los grandes retos de país

En esta vida cada cual ha de tomar numerosas decisiones. Estas decisiones suponen siempre adoptar una postura o seguir un camino y, siempre, excluir otra postura o no seguir otro camino. Cada decisión genera unas ventajas e implica unos riesgos e incluso perjuicios. Casi nunca se sabrá qué hubiera pasado si la decisión fuera la contraria, con lo que siempre nos quedará o bien el arrepentimiento inútil o bien la satisfacción de pensar que la decisión ha sido la correcta.

La toma de decisiones en una estructura política, sindical o de una asociación no resulta fácil. En no pocas ocasiones se suelen adoptar  por motivos que responden más a intereses corporativos que a actos de responsabilidad o afinidad ideológica. Pero es que además debemos valorar la eficacia o la vía más útil para incidir y sobre todo la fuerza con la que se cuenta. Las combinaciones son múltiples: puedes elegir mantener una postura ideológica o decantarte por jugar. Ambas son totalmente respetables. Pero cada una de esas decisiones te lleva a aceptar cosas y a desechar otras.

Toda esta vía de razonamiento en cada decisión es la que le da en su conjunto a cada ente, partido o sindicato su razón de ser, sus características o su marca/identidad.

Esta semana hemos visto cómo algún sindicato ha tratado de despropósito la propuesta realizada por EH Bildu con respecto al destino del dinero que provendrá a nuestra tierra a través de los fondos europeos. La fuerza independentista ha optado por hacer un compendio de proyectos estratégicos para la transición ecológica y la transformación social y digital que puede ser coincidente con proyectos presentados por el Gobierno Vasco a Madrid en diciembre pasado. En resumen, considero que ha realizado un ejercicio de responsabilidad para que se prioricen unos proyectos necesarios para este país y que cortocircuiten el siempre peligro real de que el PNV acabe repartiendo el dinero de todos entre proyectos que son más interesantes para los beneficios de unos pocos que para la necesaria evolución que debe hacer este país.

Se trata en definitiva de jugar la partida y no rendirse de inicio para que la mayor capacidad inversora que ha conocido este país en su historia pueda destinarse y distribuirse de manera eficaz. La Unión Europea ha marcado unas prioridades que coinciden con los objetivos de cualquier fuerza de izquierdas. Que este volumen de ayudas va a llevar consigo unas tareas para el Estado español es absolutamente cierto. Que depende también de nosotras que esas tareas o condiciones no afecten a las pensiones o a reformas laborales que empeoren las vidas de los trabajadores y pensionistas dependerá de la presión que se ejerza en este país, en la calle y en las instituciones. Si se decide no jugar la partida, otros lo harán e igualmente vendrán recortes asociados a la adjudicación de los fondos. Quejarse y protestar luego será inútil.

Este sindicato habla de que se puede hacer lo mismo, obtener la misma cuantía de dinero, con una gran reforma fiscal. Nada más lejos de la realidad. Saben de sobra que cualquier resultado en una gran reforma fiscal no se verá en el plazo de un año y las necesidades de este país son acuciantes. El volumen inversor necesario para afrontar un gran cambio en el tejido productivo, en el fortalecimiento del sector público y en la urgente transición ecológica es superior al resultado obtenido con una reforma fiscal en el actual panorama político-electoral.

Porque lo que llama poderosamente la atención es que obvia algo que conoce de sobra: no existen mayorías políticas en este país para acometer una gran reforma fiscal y sabe que la única fuerza que ha tratado de hacerlo ha sido EH Bildu cuando gobernaba la Diputación Foral de Gipuzkoa sin mayoría absoluta. En aquel entonces, por cierto, este mismo sindicato centró sus críticas en la fuerza que intentaba emprender un camino hacia una reforma fiscal profunda mientras daba aires a todas las demás, que prefieren que paguemos los que menos tenemos. Curiosa manera de ejercer de contrapoder el de algunos. Reivindicar la necesidad de reforma fiscal es interesante y desde luego no encontrará en EH Bildu más que a un aliado; plantearlo como un mantra cada vez que nos encontramos en una encrucijada de este tipo es demagógico y además exigírselo al independentismo es poco serio y tramposo.

EH Bildu sopesando todas las cuestiones encima de la mesa ha decidido jugar la partida, no renunciar a la obtención de los fondos europeos y presionar políticamente para que estos sean destinados  y repartidos para que este país afronte sus retos de futuro a la vez de conseguir que la recepción de estos fondos no comprometa el empeoramiento de la clases populares. Otros, prefieren decir que renuncian a estos fondos por coherencia en lo laboral y en materia de pensiones pero saben que esa gran reforma fiscal no se va a dar y por tanto renuncian también a la necesaria transición ecológica y transformación social. Si el gobierno español (no lo olvidemos, se hace urgente conseguir la república vasca) decide que la obtención de los fondos llevará aparejados recortes en materia de pensiones y laborales, es evidente que no contará con el soberanismo de izquierdas.

Aunque ya puedo leer la nota de prensa en la que se le acusará de cómplice con los mismos. Porque a estas alturas a nadie se le escapa que este sindicato está más obcecado en tomar distancias con el independentismo en la nada constructiva batalla del posicionamiento que en afrontar los grandes retos de país. Cada cual es libre de decidir dónde se coloca; en mi opinión, el único despropósito en todo esto es dar las batallas por perdidas antes de lucharlas.

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