Félix Placer Ugarte

Donald Trump / Elon Musk: política y tecnología al servicio del poder

El triunfo electoral del candidato republicano en las elecciones norteamericanas del 5N, que se hará efectivo en su toma de posesión este 20E como presidente, abre un periodo político de amenazadoras consecuencias previsibles para la política interior y exterior de USA.

Múltiples factores y coordenadas hábilmente manipuladas por Trump y su equipo han contribuido para lograr un triunfo que se preveía, observando la progresiva decadencia de la opositora demócrata. Su proyecto político ha sido apoyado por influyentes personajes de la economía, tecnología y política americanas para favorecer y asegurar el prepotente dominio americano bajo el lema de "America first" en los campos económicos, políticos y bélicos.

En este proceso electoral ha surgido un personaje que va a ocupar un relevante puesto como responsable del influyente «Departamento de Eficiencia Gubernamental», junto al empresario Vivek Ramaswamy, en la estrategia de su política interior y como asesor decisivo en la exterior: Elon Musk, empresario multimillonario, dueño de Tesla, Space X, Neuralink, de la plataforma X, antes Twitter. Ha invertido dinero y tecnología que, sin duda, han sido factores decisivos en la elección del candidato republicano, utilizando contenido tóxico ("The Guardian" y "La Vanguardia" se borraron de X por estas razones).

La alianza Trump/Musk beneficia, sin duda, a las empresas del hombre más rico del mundo y de otros magnates tecnológicos como J. Bezos (Amazon), M. Zuckerberg (Meta), S. Altmann (Open AI), Tim Cook (Apple) que se han unido a sus proyectos. Su ambición quiere llegar, a través principalmente de una Inteligencia Artificial (IA), no solo a incrementar ganancias; también a ejercer la superioridad tecnológica que USA busca frente a China. La IA de Musk y su alianza con Trump buscan la hegemonía económica y el poder geopolítico. El atractivo popular de esta política, demostrado en las recientes elecciones americanas, puede extenderse a otros muchos lugares y contagiar sociedades con sus poderosos medios informáticos y comunicativos.

La línea estratégica que conduce los proyectos de Trump/Musk, con la explotación de la tierra y su negacionismo ecológico, con el capitalismo cognitivo, con su ingente gasto armamentístico, con una IA, entrenada por los algoritmos de Musk según sus intereses, no solo buscan garantizar y asegurar el porvenir americano y su supremacía mundial en economía, plataformas informáticas, supremacía armamentística. Va más allá.

En efecto, la perspectiva del dueño de Tesla, SpaceX y sus algoritmos de IA quieren conducir hacia una «transhumanidad» donde la IA de las grandes plataformas que consiga ser «General» (AGI, por sus siglas en inglés) nos sometería a su control y dominio dentro del capitalismo cognitivo. Los proyectos de Musk prometen, en definitiva, mejorar las capacidades humanas a fin de llegar a una «superinteligencia» y «singularidad humana», según las predicciones de Ray Kurzweil, que, a cierto plazo, nos lleve a un «posthumanismo» que superaría los límites de la humanidad actual, incluida la muerte. Por ahora esos objetivos son considerados inalcanzables, pero hacia ellos orienta la ideología subyacente de la alianza Trump/Musk desde la tecnología y el poder hegemónico del país hoy más poderoso, que se considera "America first".

Este proceso de una tecnocivilización, guiada por la IA, dominada por las grandes empresas informáticas, conducirá a una alienación tecnológica deshumanizadora. En efecto, las consecuencias de este proyecto, carente de ética, implican una desvalorización de lo auténticamente humano donde, como indica José Antonio Marina, las actitudes básicas, el sentido crítico, la autonomía y libertad, quedarán sometidas al poder que pretende definir la verdad y la justicia.

¿Cómo reaccionar ante este proceso tecnificador que parece imparable? Los análisis críticos son muy numerosos y advierten del peligro deshumanizador de una sociedad conducida por ese tipo de IA. Son urgentes planteamientos éticos, efectivos y plurales. Entre ellos subrayo la necesaria «interdisciplinariedad» que relacione las ciencias y humanidades para construir un proyecto humano holístico.

Por ello, es apremiante recurrir al desarrollo de una pedagogía que, como indica también Marina, refuerce el sentido crítico y la capacidad de decisión libre ante la directividad impositiva de una IA que nos conduce a la sumisión y anula el pensamiento autónomo.

En este contexto resulta urgente, por tanto, que personas y pueblos afirmen su identidad y su soberanía construyendo un mundo solidario en el que el progreso, también tecnológico, será tal cuando sin generar desigualdades injustas respete los derechos humanos, favorezca el desarrollo de culturas autóctonas, garantice la dignidad común.

Euskal Herria ofrece, junto a otros pueblos, un importante testimonio desde su experiencia y lucha por la libertad, de su cultura propia y de afirmación de su identidad y autodeterminación para no ser absorbida por el engranaje digital que nos reduzca, como denuncia el filósofo Byung-Chun Han, a un enjambre productivo guiado por una IA entrenada por los algoritmos del capitalismo cognitivo invasivo.


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