Isidoro Berdié Bueno
Profesor en Ciencias de la Educación, Doctor en Historia y Doctor en Filología Inglesa

Dorian Gray y la izquierda española. II República ilegal. España y su neurosis

Parece que nunca podremos superar las eternas dos Españas, con sus complejos psiquiátricos de amor-odio, se necesitan pero se aborrecen, no pueden vivir la una sin la otra, como el ateo no puede vivir sin Dios, lo necesita para negarlo y para blasfemar.

“El retrato de Dorian Gray” (The Picture of Dorian Gray) es una obra escrita por el irlandés Oscar Wilde, 1890. Una novela gótica de terror con una fuerte temática del mítico Dr. Fausto (Goethe, siglo XIX). El protagonista de la novela Dorian Gray es un hedonista, lleno de vanidad: el tumor del alma que conduce a esta al desastre y al rechazo de Dios en su vida cotidiana, que le horroriza envejecer y perder la belleza que posee en el citado cuadro; su deseo es escuchado y se le concede no envejecer, de esta manera comienza su tragedia, en su lugar envejece la figura pintada en el cuadro, cada pecado que comete de soberbia, odio y vicio en su búsqueda de placer y de banalidades mundanas es la figura del retrato la que se va degradando y envejeciendo. Toda una mezcla de realidad y de fantasía, la obsesión de un hombre atractivo y lleno de éxito, por mantenerse siempre joven.

Por analogía con esta novela, continuando con el símil, tenemos nosotros en España otra novela de ficción a la que llaman «Memoria Histórica». Nada que ver con Galdós ni con sus “Episodios Nacionales”, que esos son harina de otro costal, sino lo dicho, con Dorian Gray.

Hablar de Memoria Histórica es un pleonasmo, en román paladino «albarda sobre albarda», ya que la historia de por sí es memoria, no hay historia sin memoria. Cuando se antepone la memoria a la historia, cual es este caso «Memoria Histórica» se hace para hablar de una memoria instrumentalizada por ideologías totalitarias, de pensamiento petrificado que no admite contradicción. La ideología es un instrumento de poder, que no acepta dialogar con el otro, sino anular al adversario (aplicable esta tesis también a los partidos políticos, verdaderos «ascensores sociales» para gente sin curriculum y muertos sociales) y para hacer una historia a su medida, que tape sus desacatos, como hacía ese retrato de Dorian Gray, pero que aquí son genocidios y borrado de identidad pueblos e individuos (checas, torturas, deportaciones, genocidios: caso de Lenin, Stalin, Mao, Pol Pot... y en España: Paracuellos, checas de Madrid, Barcelona, Valencia, etc). Lo expuesto está historiado y documentado por Slayer, diplomático alemán en el Madrid de 1936, en la obra: “Diplomat in roten Madrid”, Munich 1938.

El escritor Jardiel Poncela, parafraseando la Biblia, se preguntaba: «¿Pero hubo alguna vez once mil vírgenes?». Un colectivo de filósofos e historiadores, no hagiógrafos, también nos preguntamos si alguna vez existió la democracia. ¿Fue democracia la ateniense con un tercio de su población esclava y las mujeres sin poder votar? ¿Lo fue la democracia orgánica de Franco? ¿La hubo en la II República 1931-36? ¿La hay en estos momentos en España? Y concluimos que en ningún momento la hubo, veremos.

Por contra, la izquierda española afirma que existe y que la representan ellos, ¿como en Casas Viejas 1933, en plena II República, con un gobierno republicano socialista? En este pueblo andaluz, campesinos anarquistas ocuparon las tierras, acuciados por el hambre, y se hicieron fuertes en ellas. Las órdenes de Azaña, según fuentes de CNT, fueron: "Ni heridos ni prisioneros, tiros a la barriga", y así se hizo, no hubo ni heridos ni prisioneros, 29 personas pasadas por las armas, y un grupo de campesinos armados, que se habían hecho fuertes en la cabaña del «Seisdedos» fueron quemados vivos, recordando las hogueras de la Inquisición, en sus mejores tiempos. Ramon Sender, escritor aragonés, se personó en el lugar de los hechos y dio fe de todo ello.

¿Era esta su manera «democrática» de conducir la República? Estos hechos fueron un escándalo y supusieron la caída de Azaña.

El golpe de Estado de 1936 ni fue único ni tampoco un hecho aislado. El primer golpe de Estado cruento lo provoca la guarnición de Jaca 1930, donde proclamarán «por la brava», no por las Cortes, la República. El segundo golpe de Estado, en 1932, en plena República, lo da CNT, sindicato con mas de 3 millones de afiliados, «La República es el último bastión burgués a derribar», y lo hace con una huelga general revolucionaria armada, con especial virulencia en Cataluña, donde Durruti enseñó a los obreros a fabricar bombas en latas de conservas, para tirarlas a los soldados. En 1933, CNT vuelve a golpear en la citada Casas Viejas. En 1934, se produce la sublevación del PSOE, con especial virulencia y muertos en Asturias. No es correcto hablar de guerra civil sino de guerras civiles múltiples, y todas dentro de la izquierda. La derecha estuvo siempre escondida y temerosa por su supervivencia. Tampoco se puede hablar políticamente de República, distinguimos claramente dos repúblicas, una la de la bandera tricolor , liberal, hasta 1936, aceptada por personalidades como Ortega y Gasset, Marañón... y también mi padre y otros como el; pero, a partir de ahí, se da paso a la de la bandera roja, totalitaria y prosoviética, pues, ¿quien asesinó a Andreu Nin y a todo el POUM catalán? ¿Fuego amigo? Ah, entonces no figura en las cuentas de sus hagiógrafos.

En el debate, hogaño en el Tribunal Supremo, sobre si Franco sí Franco no, si fue un buen estadista o un tirano, sobre si golpista él o golpista la República o golpistas los dos (no olvidemos, les recuerdo a sus hagiógrafos, que la II República es ilegal de origen, no fue votada en las Cortes, que deberían haber sido Constituyentes, que fue proclamada tras unas elecciones municipales, que a lo sumo podían cambiar alcaldes y concejales, nunca la forma de gobierno de una nación, para más «inri» las candidaturas republicanas perdieron las elecciones). Que la II República, amen de la I República son ilegales, meros golpes de Estado, pero curiosamente, esas instituciones en vez de historiadores con asepsia y acribia, ha tenido hagiógrafos, no les han visto defecto alguno, más aun, han hecho con sus protagonistas eso, crónicas y vida de unos santos de Iglesia, a los que dan gana de rezarles una novena. En este tema de la II República, le pregunto al doctor en Historia Lambán, presidente de la taifa de Aragón, gravosa carga donde las haya y desde GARA pido su supresión, en pro de una democracia directa, si el la ve como un golpe de Estado y si en su Memoria Histórica, de la que tan ufano se siente, rezan el rosario, rosario laico, claro está. Parece que nunca podremos superar las eternas dos Españas, con sus complejos psiquiátricos de amor-odio, se necesitan pero se aborrecen, no pueden vivir la una sin la otra, como el ateo no puede vivir sin Dios, lo necesita para negarlo y para blasfemar. Por ello, un historiador, no hagiógrafo, como es mi caso nada puede hacer con la pluma por solucionar este problema, y ha de dejarlo para el insigne Dr. Freud, su sofá y el psicoanálisis, y ponga en práctica sus conocimientos sobre la neurosis y patología familiar.

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