Juan Mari Arregi
Periodista

El cataclismo ¿previsto? del presidente de "El País"

Cebrián acusa a los gobiernos de no haber hecho caso de esos informes internacionales, lo que es gravísimo. De ser cierto sería además de una tremenda responsabilidad no solo política sino criminal de los distintos gobiernos del mundo por las consecuencias de miles de muertos, economías en crisis, empleos destruidos etc.

«Las principales instituciones mundiales denunciaron hace meses que un brote de enfermedad a gran escala era una perspectiva tan alarmante como realista y alertaron de que ningún Gobierno estaba preparado». Así se presenta un artículo del presidente de "El País", Juan Luis Cebrián, "Un cataclismo previsto", publicado el pasado día 23 de marzo en el citado rotativo madrileño y que ocupa toda una página preferente de Opinión.

Pandemia avisada hace meses.

Según Cebrián, «en septiembre del año pasado, un informe de Naciones Unidas y el Banco Mundial avisaba del serio peligro de una pandemia que, además de cercenar vidas humanas, destruiría las economías y provocaría un caos social. Llamaba a prepararse para lo peor. Una epidemia planetaria de una gripe especialmente letal transmitida por vía respiratoria. Señalaba que un germen patógeno de esas características podía tanto originarse de forma natural como ser diseñado y creado en un laboratorio, a fin de producir un arma biológica. Y hacía un llamamiento a los estados e instituciones internacionales para que tomaran medidas a fin de conjurar lo que ya se describía como una acechanza cierta». Añade Cebrián que «la presidenta del Grupo que firmaba el informe, Gro Harlem Brundtland, antigua primera ministra de Noruega y ex directora de la Organización Mundial de la Salud, denunció que un brote de enfermedad a gran escala era una perspectiva tan alarmante como absolutamente realista y podía encaminarnos hacia el equivalente en el siglo XXI de la «gripe española» de 1918, que mató a cerca de 50 millones de personas. Denunció además que ningún Gobierno estaba preparado para ello, ni había implementado el Reglamento Sanitario Internacional al respecto, aunque todos lo habían aceptado. «No sorprende, dijo, que el mundo esté tan mal provisto ante una pandemia de avance rápido transmitido por el aire».

La negligencia ¿culpable? de los gobernantes.

Cebrián, que parece conoció ya esos informes y tampoco los desveló en su día en otro artículo tan llamativo y espectacular como el de esta semana, se queja diciendo que «los llantos de cocodrilo de tantos gobernantes, en el sentido de que nadie podía haber imaginado una cosa así, no tienen por lo mismo ningún sentido. No solo hubo quienes lo imaginaron: lo previeron y advirtieron seriamente al respecto. Ha habido sin ninguna duda una negligencia por parte de los diversos ministros de sanidad y sus jefes, y en Francia tres médicos han presentado ya una querella contra el Gobierno por ese motivo. Se ha reaccionado tarde y mal. Faltan camas hospitalarias, falta personal médico, faltan respiradores, y falta también transparencia en la información oficial…».

Como si él no tuviera ninguna responsabilidad al no haberlo advertido en su día desde su tribuna mundial influyente, si como parece conoció esos informes previos al cataclismo, Cebrián dice más adelante que «no es momento de abrir un debate sobre el tema, pero es lícito suponer que además de las responsabilidades políticas los ciudadanos, que ofrecen a diario un ejemplo formidable de solidaridad en medio del sufrimiento generalizado, tendrán derecho a demandar reparación legal si hay negligencia culpable…».

¿Cebrián previó ese cataclismo?

Hasta aquí la parte sustancial del artículo del presidente de "El País". Su lectura me produjo asombro y cabreo. Porque no era sino la previsión de esta pandemia pura y dura. Cebrián acusa a los gobiernos de no haber hecho caso de esos informes internacionales, lo que es gravísimo. De ser cierto sería además de una tremenda responsabilidad no solo política sino criminal de los distintos gobiernos del mundo por las consecuencias de miles de muertos, economías en crisis, empleos destruidos etc.

Tan grave o más aun, sería, sin embargo, que Cebrián, personaje relevante en la vida política, social, económica y mediática del mundo, hubiera conocido también entonces esos informes y él, por las razones que fueren, se hubiera callado y ocultado dicha previsión catastrófica y pandémica. Semejantes previsiones eran más que suficientes para que un diario como "El País", de referencia internacional, y su presidente, no las hubieren destacado en su primera página, en su editorial principal y en su página referente de Opinión.

Por esa razón me dirigí a la directora de ese rotativo para expresar mi asombro y cabreo por el contenido de dicho artículo, y preguntar públicamente a Cebrián cuándo conoció esos informes internacionales y por qué ahora, a toro pasado, lo hace público para denunciar a los distintos gobiernos que, por supuesto, tendrían que dar explicaciones y asumir responsabilidades. A día de hoy, y han pasado ya cuatro días, no he recibido respuesta pública de ese diario. El defensor del lector de dicho rotativo, a quien adjunté la carta a la directora, me respondió sin embargo amable e inmediatamente, señalándome que él no podía hacer pública dicha carta «lo que era competencia exclusiva de la directora».

Denunciar ante tribunales europeos. Siguiendo el ejemplo de los médicos franceses que se han querellado por esas razones contra su Gobierno, y habida cuenta de que esos informes internacionales de previsión de la pandemia existieron, no sería descabellado plantearse desde los movimientos sociales, sindicales, políticos… una movilización social y popular contra los gobiernos, en este caso español, francés, así como de la CAV y Nafarroa.

Asimismo, en ese contexto plantear una denuncia judicial ante los Tribunales europeos (Tribunal de Justicia de la UE, Tribunal Europeo de Derechos Humanos) así como ante el Defensor del Pueblo Europeo. Y por supuesto, denunciar también al presidente de "El País", Juan Luis Cebrián, quien, por lo que parece y salvo que lo desmienta, los conoció también y los ocultó.

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