Martín Garitano
Ex diputado general de Gipuzkoa

El circo en el «caso Bidegi»

Tras la noticia del sobreseimiento de una de las querellas del «caso Bidegi», el ex diputado general de Gipuzkoa insiste en denunciar las irregularidades que permanecen sin esclarecer.

Asistimos al circo. Un espectáculo precioso, para niños y mayores, en el que la trampa, el truco y el disimulo nos hacían creer –yo ya no tengo edad ni mi hijo tampoco– que lo falso era cierto y que un tipo vestido de Fu Manchú podía sacar palomas de la palma de la mano o serrar el cajón donde encerraban a una chica... que resultaba ilesa.

Eso es el circo, pero la política debiera ser otra cosa. En el caso que festeja ahora el PNV que perdió las elecciones en Gipuzkoa y arrebató el cargo a Maddalen Iriarte con el apoyo del bastón del PSOE y la colaboración necesaria del PP, las cosas están mucho –pero mucho, mucho– más claras que las ha querido ver la actual juez de Azpeitia. Sus predecesores se largaron, con prisas a la vista del pastel que les presentaban a la mesa.

Lo cierto, digan jueza y jelkides lo que digan, es que en las obras en cuestión se pagó por cosas que no se hicieron; por materiales que no se emplearon y que se pagó un 55 por ciento por encima de lo contratado.

Ya he dicho que estamos en el circo, pero si estuviéramos en la iglesia, a mí que me digan misa (mejor en latín, que se entiende mejor que ese auto de la jueza).

Trabajamos sobre la información de una auditoría externa, absolutamente ajena a nosotros y nuestros intereses; comprobamos la falta de facturas en donde tenían que estar; pedimos explicaciones, que nos fueron negadas; pedimos una prueba pericial, tan externa que era de la Guardia Civil o la Ertzaintza... y se declararon incapaces para realizarle. O sea, inútiles.

También solicitamos una prueba pericial a cargo de la auditoría técnica que eligiera la juez, pero se negó porque, adujo, era muy cara.

No sigo en este circo porque los payasos ya no me hacen reír; al prestidigitador se le han caído los naipes de la manga y me he dado cuenta de que los funambulistas están asegurados con un arnés.

Pero que sepan todas y todos que la verdad es la verdad, aunque la diga el porquero.

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