Irune Soto Aldalur
EH Bildu Bizkaia

El derecho a decidir no es poder elegir el color de tu coche

El derecho a decidir de las personas no se fundamenta en despertarte, y tener la opción entre ponerte falda o pantalón. El verdadero derecho a decidir, se fundamenta en poder elegir si quieres ir vestida, o no.

Si tuviéramos la opción de elegir entre salir a la calle con ropa o sin ella, seguramente, la mayoría elegiríamos taparnos, pero desde luego, lo que está claro es que quienes no quisieran vestirse, terminarían pagando una multa y/o serían retenidos: por exhibicionismo, por desorden público o por ir en contra de no sé qué ordenanza municipal.

Por el contrario, si decidiéramos vestirnos, deberíamos poder elegir entre falda, pantalón, o salir vestidas de catwoman (por decir algo), aun no siendo carnaval y sin que nos ingresen en un psiquiátrico.

El derecho a decidir de las y las jóvenes no significa poder elegir entre llevar tatuajes y piercings o no. Realmente, supondría poder elegir entre trabajar y/o estudiar, o no. Pero claro, para eso tiene que haber trabajo (y digno) y debe existir a nuestro alcance una enseñanza pública universal y de calidad hasta altos niveles (aunque finalmente te decantes por la vía privada).

Teniendo esos recursos a nuestro alcance, siempre podrás decidir después si ir a clase y/o al trabajo con piercings, tatuajes o con la camiseta de Kortatu.

El derecho a decidir de las personas «adultas» no es poder elegir el color de tu coche. Significa tener la opción de ir desde tu barrio al centro o al pueblo de al lado, en transporte público, seguro, económico y con frecuencias asequibles.

Entonces, comprarte un coche o no, sí que es una opción completamente libre. Y el color, ya lo elegirás en base a tu presupuesto…

El derecho a decidir de las mujeres no es poder elegir el nombre y ahora también el orden de los apellidos de tus hijos o hijas. Es poder decidir sin presión alguna, si quieres ser madre o no.

Y si decides serlo, poder elegir cuándo, dónde y cómo. No retrasar la maternidad porque si no, no encontrarías trabajo, o si afortunadamente lo tienes, porque quizá te echarían, o porque aun no despidiéndote, estos dos años son vitales para la empresa y no te permites tener tiempo para conciliar tu vida laboral con la personal.

Y una vez decides que definitivamente es el momento, si quieres tener hijas/hijos biológicos y tienes la suerte de poder tenerlos así, el derecho a decidir es poder decidir también dónde y cómo los tendrás. Para eso deberías disponer de una sanidad pública y de calidad donde poder llevar tu embarazo y donde dar a luz, aunque finalmente, esta vez también, te decantes por ir a la sanidad privada. Es tu opción.

Pero también deberías tener derecho a decidir sobre cómo quieres dar a luz, el método, la postura, los analgésicos o no, el grado de intimidad e incluso si quieres darle o no el pecho. Aunque desgraciadamente, la mayoría aún estamos muy lejos de poder decidir sobre todo eso…

El derecho a decidir de los pueblos no se basa en poder hacer una consulta (apoyada por las instituciones o no) entre los y las ciudadanas de Igeldo o de Usansolo. Se basa en que las normas forales de demarcaciones territoriales permitan estos procesos de la manera más democrática posible, y sean garantistas de que se realizarán acatando la voluntad de la mayoría.

El derecho a decidir de una nación no consiste solamente en poder elegir el día en el que se realizará la cadena humana o en cómo tejer o coser en compañía.
 
El derecho a decidir de una nación consiste en poder decidir entre todos y todas y libremente sobre el presente y el futuro de la misma.

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