Enric Vivanco Fontquerni

El estoicismo

El estoicismo sería útil si toda la humanidad lo practicase. Lo que sucede es que los únicos estoicos, son los que se consideran esclavos del destino, y son los palmeros de los que en absoluto practican esta escuela de pensamiento. Es del todo inasumible, diría sin ambages despreciables, las palabras de un empleado de una multinacional del sector del automóvil, amonestando a los políticos, por la falta de voluntad de las administraciones respecto al coche eléctrico. En definitiva, lo que reclamaba era más inversión pública para su empresa, con el consabido chantaje de los puestos de trabajo, que siempre lanzan los miserables empresarios, como si este fuese su objetivo principal, cuando siempre es el que menos les interesa.

La noticia se ha comunicado de una forma que se le da la razón a este trabajador y lo más ignominioso es que desde los medios públicos no se ha hecho el mínimo comentario de lo inaudito de esta reclamación ante unos políticos que por lo menos algunos de ellos han sido elegidos por medio de votaciones, y no por un consejo de administración. Que las empresas de comunicación viven de los anuncios de estas multinacionales es una evidencia y lo que sucede es que la libertad de información, es una entelequia que solo los bobos se lo creen.  

También si se observa las imágenes de los subalternos escogidos por su estoicismo, para rellenar la imagen al lado de todo el escenario publicitario, la miseria intelectual de los mismos y su falta total de autoestima, por la pelotería grotesca que destilaban. El coche eléctrico no va a resolver el problema medioambiental que se ha iniciado, ya que no soluciona la contaminación que genera su construcción, ni el uso que se le da, ni el espacio que ocupa, ni los residuos que genera. El problema principal del coche individual, es la posibilidad de saturar cualquier entorno, que provoca una huella ecológica que no solo es debido al artefacto, sino principalmente por la que provocan los humanos.

La sumisión de estos actos lanzando migajas de pan a los animales hambrientos, debería hacernos reflexionar del maltrato permanente a la que estamos sometidos con la fabricación de noticias, que carecen del menor interés, como el chotis, de dos imbéciles. Si de verdad creemos en un entorno limpio y sano, los que realmente cada día crean esta posibilidad son los profesionales que higienizan nuestras ciudades, carreteras, y entornos, que los salvajes ensucian. Cualquier profesional de la limpieza es mucho más digno y útil, que este vulgar empleado de una multinacional del automóvil.

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